El misionero del Espíritu Santo avaló que se castigue a los jóvenes que caen en vandalismo y delincuencia a temprana edad, pero pidió que el problema se combata desde la raíz, en el seno familiar.
Consideran católicos pocos efectivos instrumentos externos de rehabilitación para menores infractores
Preocupa en Durango el alto nivel de vandalismo y delincuencia que se registra en los principales centros de población del estado, como lo es la mancha urbana capitalina, consideró Andrés Carrasco, misionero del Espíritu Santo.
“Decía la madre Teresa de Calcuta que los grandes héroes y santos, y también los peores criminales empiezan en la familia. Ahí es donde nacen los valores y los antivalores”, expuso.
Y aunque se pronunció por dar énfasis especial a las tareas de prevención en el seno familiar, por otro lado consideró pocos efectivos los instrumentos externos de rehabilitación o de reincorporación social de los menores infractores.
Por ejemplo, dijo percatarse de que la sobrepoblación en el Centro Estatal de Rehabilitación y Tratamiento para Menores Infractores (CERTMI) es un factor que genera un ambiente muy ajeno al de la rehabilitación que los jóvenes requieren.
“Los jóvenes del Templo del Sagrado Corazón hacen su apostolado en ese lugar, y se encuentran con esa problemática. Es decir, ¿realmente se puede ayudar a los adolescentes que están ahí en un plan de rehabilitación? Quién sabe, ¿verdad?”, cuestionó.
“Creo que el problema de la delincuencia, adolescente y juvenil de nuestro tiempo sin duda tiene mucha raíz dentro de la familia, en la desintegración familiar, en la violencia intrafamiliar, en el descuido de los padres sobre los niños”, señaló.
Carrasco manifestó que lamentablemente los esquemas de atención de este tipo de problemas hablan regularmente acerca de cómo solucionar el fenómeno del vandalismo y de la delincuencia.
Sin embargo, advirtió que mientras se realicen labores reactivas y no preventivas, “esto será como barrer en tierra, pues si no hay prevención estos problemas siempre van a estar presentes en la sociedad”.
Consideró que “un paso gradual inicial sería que en la sociedad nos comprometiéramos, especialmente al interior de las familias, a procurar que ahí los niños crezcan en un ambiente de respeto a los demás, de valores, de conocimiento de Dios, de cariño y de no violencia, porque si no, eso es lo que se va heredando”.
Refirió la reciente inauguración de un Centro de Rehabilitación para Menores por parte del DIF Municipal como una de las acciones concretas que la sociedad y las autoridades deben hacer de manera reactiva ante este problema.
Lamentó que a nivel educativo y religioso se desatienda al sector poblacional de loa adolescentes y jóvenes, pues inclusive en la Iglesia hay pocos grupos apostólicos destinados a atender a estos segmentos.
“Desgraciadamente como no hay opciones, los jóvenes empiezan a cometer faltas o ilícitos; los meten al famoso ‘Mercadito’, salen y vuelven a entrar constantemente, y al rato ya se acostumbran y hasta hacen fiestas ahí adentro de la cárcel”.
Centro
Durante años, el Centro de Integración Juvenil (CIJ) pretende construir en Durango un “Centro de Día”, espacio que servirá, entre otras cosas, como un lugar de rehabilitación para aquellos jóvenes que, por ejemplo, no están detenidos en algún penal pero que se dedican a vagar.
En el más reciente informe, las autoridades del CIJ en Durango presentaron un informe a la comunidad de actividades del 2006, en donde destacaron que se dio orientación preventiva a mil 643 niños, a cuatro mil 265 jóvenes y mil 236 adultos jóvenes, así como a dos mil 985 padres de familia.
