El cinco de julio se cruzaron en Tijuana los caminos de quienes habían estado reunidos ese día y la víspera para discernir una estrategia contra el liderazgo de Elba Ester Gordillo y quienes a partir de aquel jueves y hasta el sábado reforzarían el poder de la dirigente magisterial, prorrogando hasta fecha indefinida su ejercicio de la presidencia, que concluiría en 2008.
La reunión de los antagonistas de la profesora se caracterizó por su anchura y el aglutinamiento de corrientes hasta ahora en el mejor de los casos distantes, sino francamente adversas entre sí. La oposición más antigua al grupo que ha gobernado al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación es la congregada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que quizá tiene cientos de militantes, dispersos en todas las secciones del gremio y con mayoría en algunas de ellas, cuyos comités directivos encabezan. La CNTE, creada formalmente en diciembre de 1979, coronó el activismo de consejos centrales de lucha surgidos en buen número de secciones durante los años anteriores y significó la revitalización de corrientes como el Movimiento Revolucionario del Magisterio que desde los años cincuenta se había enfrentado al predominio de una cúpula priista en que, a lo largo de los años, sobresalieron los líderes Manuel Sánchez Vite, Jesús Robles Martínez y Carlos Jongitud. La CNTE surgió en Chiapas, donde las secciones 7 y 40 fueron las primeras en lograr autonomía ante la corriente oficialista.
En los años recientes, sin pertenecer a la CNTE han aparecido otras disidencias de alcance local, que hasta lograron formalizarse. Tal es el caso del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de Tabasco, que obtuvo registro formal. También lo obtuvo el Sindicato Estatal de Trabajadores de la Educación de Baja California (SETE). En ambos casos, sin embargo, los comités de las secciones 29 y 32, adictos al institucionalismo se resisten a ser rebasados por las tendencias independentistas.
A la creación del SETE no fue ajeno el ingeniero Noé Rivera, que hasta hace pocos años encarnaba el prototipo de la dirigencia gordillista. Encabezó la Sección bajacaliforniana y después recibió encomiendas delicadas de la dirigente magisterial. En 1994 formó y dirigió la Organización Nacional de Observadores Electorales del Magisterio, creada con fondos del SNTE para montarse en la tendencia a reforzar la observación electoral por parte de organizaciones de la sociedad civil como Alianza Cívica.
Después, cuando los tiempos cambiaron, el PRI perdió la Presidencia de la República y la profesora aspiraba a encabezar ese partido, confió a Rivera la creación de una agrupación política nacional, la Asociación Ciudadana del Magisterio (ACM). El propósito original era fortalecer la posición de Gordillo en el PRI de que fue secretaria general a partir de febrero de 2002 y en consonancia con los que hacían otros líderes priistas, como Mariano Palacios Alcocer y Humberto Lugo Gil, que fundaron la agrupación Participa. Pero la estrategia elbista cambió cuando mudó su posición partidaria: echada de la conducción priista en San Lázaro y enfrentada sin ambages con su antiguo socio Roberto Madrazo, determinó que la Asociación Ciudadana del Magisterio optara por convertirse en partido político. El SNTE sufragó los costos de la afiliación y organización correspondientes, se formuló la respectiva solicitud y cuando estuvo a punto, la ACM fue sustituida en su papel de promotora de lo que sería Nueva Alianza por otra agrupación, Conciencia política, en que tenía presencia determinante Fernando González, yerno de la profesora y hoy subsecretario de Educación Básica de la SEP.
Rivera rompió entonces con Gordillo. Poseedor de información puntual sobre los trasiegos financieros del sindicato y su lideresa y sobre sus avatares electorales, ha producido denuncias y organizado acción concreta destinada a abatir el poder de su antigua jefa. A ese propósito obedece el que, con éxito, haya convocado en Tijuana a los otros polos disidentes. No avanzaron en la unidad orgánica y tampoco en la solución del dilema fundamental: intentar un nuevo sindicato nacional o deponer al grupo gordillista en el SNTE. Pero al reunirse dieron cuenta de una potencialidad que la dirigente no puede ignorar.
Por eso determinó dar a la disidencia respuesta pronta y sobre el terreno. Convocó en la propía Tijuana al consejo nacional, cuyos integrantes llegaron a la ciudad fronteriza a partir del jueves. Sesionaron al día siguiente y el sábado pudieron recibir a su dirigente con el acuerdo unánime de prorrogar su mandato, a fin de que no concluya en marzo próximo sino cuando a ella misma y a la organización convenga. Fue variable el grado de entusiasmo con que los consejeros adoptaron ese acuerdo –pues los miembros de Nuevo sindicalismo, que es la versión magisterial de la perredista Nueva izquierda repararon en la exacerbación del ánimo altielbista que puede suscitar su eternización en el mando— pero no hubo fisuras, sino completa unanimidad (dicho así, pleonásticamente). Puesto que la reunión fue secreta o discreta al menos y sólo se conocen los pormenores por dichos de algunos participantes, no quedó claro si se le extendió un voto de confianza para que ella misma sustituyera los mandos seccionales a los que toca mudanza sin tener que convocar a elecciones. Si en efecto se adoptó ese acuerdo, Gordillo será estrictamente una dictadora.