Combinando distintas disciplinas terapéuticas, un programa de televisión ofrece tratamiento para una enfermedad que afecta a un gran porcentaje del país.
A nadie le gusta tener unos kilos de más, pero cuando el sobrepeso se transforma en obesidad se pone en juego mucho más que la estética.
Combinando distintas disciplinas terapéuticas, un programa de televisión argentino ofrece tratamiento para una enfermedad que afecta a un gran porcentaje del país y cuyas secuelas constituyen una de las principales causas de muerte.
“Cuestión de peso” es una mezcla de concurso y televisión realidad cuyos aspirantes reciben como premio no sólo un exhaustivo tratamiento para adelgazar, sino la posibilidad de cambiar su vida.
El objetivo es que cada semana los participantes pierdan un 1% de su peso corporal total. Quienes no hayan cumplido la meta son eliminados. Este sistema es, junto a la paulatina recuperación del buen estado físico, un incentivo para que los concursantes sigan religiosamente su dieta.
“Antes me bañaba mi mamá. Ahora puedo bañarme solo, atarme las zapatillas”, recordó Maximiliano Oliva, de 20 años. En 2006, cuando ingresó al programa a los 19 años, Oliva pesaba 200 kilos y casi no podía valerse por sí mismo. Tras meses de esfuerzo hoy luce contento sus 128 kilos y continúa el tratamiento para llegar a su peso ideal y ser finalmente dado de alta.
Desde 1979, la Organización Mundial de la Salud define obesidad como una enfermedad crónica. En algunos países las afecciones que ésta ocasiona son la segunda causa de muerte evitable, después de las enfermedades ocasionadas por el consumo de cigarrillo.
En 2006, la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud encargada por el Ministerio de Salud argentino reveló que un 50% de los 36 millones de habitantes sufre de sobrepeso y sus consecuentes trastornos físicos, síquicos y de relación social. De ese 50%, 12% padece obesidad.
Sin embargo, la obesidad no es considerada una enfermedad como tal por la legislación argentina, por lo que su tratamiento no figura en la cobertura de los seguros de salud.
Esto afecta a miles de personas que no pueden costear un tratamiento privado y aumenta indirectamente los costos del sistema sanitario: el paciente desatendido en su problema inicial suele desarrollar otras patologías como diabetes, enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares, cuyo tratamiento es mucho más oneroso.
Los participantes de “Cuestión de peso”, divididos en secciones según su grado de obesidad y fase de tratamiento, son sometidos a dietas, controles médicos, actividad física y asistencia sicológica, todo bajo la supervisión del doctor Alberto Cormillot, un médico argentino dedicado desde hace décadas a la lucha contra la obesidad.
Lunes, miércoles y jueves: ejercicio (caminatas, cinta mecánica, bicicleta fija, natación). Martes y viernes: revisión médica (diabetólogos, endocrinólogos, cardiólogos, traumatólogos).
Y en medio de esa rutina una dieta de menos de mil calorías al día y un programa en vivo de Canal 13 que, con 10.9 puntos de ráting (más de 1’085,250 televidentes), es el más visto de la tarde.
“Pese a que la obesidad es un problema genético, la gente con exceso de peso puede recuperarse, pero no sólo debe hacer dieta, también debe modificar su conducta alimenticia”, explicó la licenciada en nutrición Cecilia Garau, una de las especialistas del programa.
Canal 13 de Chile también emite su versión de “Cuestión de peso”. Con el mismo título del ciclo argentino, ambos son producidos por Endemol y están inspirados en programas similares de People & Arts, Discovery Home & Health y el más conocido, “The Biggest Loser” de la cadena NBC de Estados Unidos.
Para Marcela Pecollo, una mujer de 39 años que participa del programa argentino junto a su hermana Analía, el éxito de “Cuestión de peso” no reside únicamente en la posibilidad de perder varios kilos.
“Lo importante del tratamiento no es sólo bajar de peso. Acá se aprende a comer despacio, disfrutando del sabor, a no andar picoteando comida todo el día, a bajar el consumo de sales y de hidratos de carbono. Se trata de adquirir hábitos saludables, porque cuando el programa y el tratamiento terminen, tenemos que seguir haciendo las cosas bien”, dijo Pecollo, quien bajó alrededor de 40 kilos en casi cuatro meses.
La otra pieza fundamental del tratamiento es la incorporación de hábitos físicos como el deporte, imprescindible para quemar calorías y mejorar el estado general de la salud. Pero el sobrepeso suele ser un obstáculo difícil de sortear.
“Los obesos padecen algunas discapacidades motrices producto del sobrepeso: rodillas rotas, artritis, problemas articulares, de caderas, de columna. De modo que las actividades físicas deben adaptarse a sus capacidades o en este caso, a sus incapacidades”, contó Sergio Verón, el kinesiólogo y fisioterapeuta del programa.
“Algunos, por ejemplo, no pueden hacer ejercicio sobre colchonetas porque no pueden levantarse del piso y en el gimnasio algunos aparatos no soportan su peso, como las bicicletas fijas y las cintas mecánicas... La gimnasia acuática tampoco es una alternativa porque muchas veces no pueden entrar a la pileta (piscina) porque en los pliegues de la piel han desarrollado hongos y hasta ulceraciones”, añadió.
En noviembre de 2006, convocadas por “Cuestión de peso”, más de cinco mil personas se unieron en un abrazo al Congreso Nacional en reclamo de la sanción de una Ley de prevención y tratamiento de la obesidad.
Pero hasta ahora sólo dos provincias, Catamarca y Tucumán, han sancionado normas que consideran la obesidad como una enfermedad que debe ser cubierta por el sistema público de salud. En tanto, en la ciudad de Buenos Aires, la Ley de prevención de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes aprobada en 2005 establece que los bares y restaurantes deben ofrecer menús de bajo contenido graso y sin azúcar.