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Proliferan las ministras de Defensa en Sudamérica

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BUENOS AIRES, argentina.- Los gobernantes sudamericanos están designando cada vez más mujeres al frente de los ministerios de la Defensa, dándoles la responsabilidad de mantener la paz en naciones que todavía lidian con el legado de dictaduras militares.

Y por otra parte la región está presenciando un aumento en los casos judiciales sobre derechos humanos a medida que los gobiernos civiles procesan a los acusados de abusos y torturas de las pasadas dictaduras. Las mujeres están desempeñando papeles firmes y sentando precedente para generaciones futuras.

En Argentina, treinta años después que generales golpistas contribuyeron a instalar una dictadura, la izquierdista Nilda Garré se consagró como la primera ministra de Defensa.

El viernes, anunció que los ex jefes militares no podían apelar más a las leyes de secreto de Estado como pretexto para no atestiguar sobre secuestros ilegales, tortura y desapariciones durante el régimen de la junta.

?Las reglas sobre secreto no pueden transformarse en un obstáculo a la verdad y la justicia?, declaró al anunciar un decreto presidencial que obligará a más oficiales a atestiguar.

Cientos de casos de violaciones a los derechos humanos durante la ?Guerra Sucia? son investigados desde que se anularon las leyes de amnistía en 2005.

Garré también atacó a los ex oficiales que todavía apoyan a la junta pasada y reprendió recientemente a uno de ellos.

Del otro lado de los Andes, la ministra de defensa chilena Vivianne Blanlot fue abucheada ruidosamente cuando participó como enviada del Gobierno en el funeral militar del ex dictador Augusto Pinochet, que murió en diciembre a los 91 años.

?¡Afuera! ¡Afuera!?, le gritaron cientos de simpatizantes de Pinochet. Blanlot permaneció inmutable.

?Yo no era quien tenía que irse, sino ellos?, declaró la ministra. ?Soy quien está a cargo?.

Al día siguiente despojó al nieto de Pinochet de su rango de capitán del Ejército por defender el régimen de Pinochet en el panegírico fúnebre.

Su antecesora Michele Bachelet, socialista y ex víctima de torturas, enfrentó desafíos similares como ministra de Defensa y se ganó tal respeto público que fue elegida como primera presidenta de Chile.

En Uruguay, la ministra de defensa Azucena Berruti, socialista y abogada que defendió a prisioneros políticos durante la dictadura militar de 1973-85, no vaciló en despedir al jefe del Ejército el año pasado por participar en reuniones no autorizadas con adversarios políticos del presidente.

La ola de ministras de Defensa es sorprendente en un continente conocido por su machismo. Pero la región está cambiando rápidamente. En muchos países los nuevos gobernantes izquierdistas están designando mujeres en puestos de Gabinete. Algunos observadores dicen que es un indicio de madurez en democracias otrora tambaleantes.

Después de superar la barrera, están abriendo camino para otras mujeres. Este año la academia naval chilena incorpora a sus primeras cadetes mujeres, lo que hará necesario reacondicionar el buque de instrucción Esmeralda para marineras. El Ejército ya tiene oficiales mujeres, y la Fuerza Aérea cuenta con algunas pilotos.

Pero no todas las ministras de Defensa han tenido éxito.

En Ecuador, la primera ministra de Defensa, Guadalupe Larriva, murió en un accidente de helicóptero un mes después de su nombramiento en diciembre. Larriva, de 50 años, era una de siete mujeres en un Gabinete de 17 funcionarios y al parecer contaba con el apoyo total de los militares en la nación andina.

En Colombia, donde una insurgencia izquierdista de cuatro décadas es la más prolongada de Latinoamérica, la ministra de defensa Martha Lucía Ramírez renunció súbitamente en noviembre de 2003. Algunos conjeturaron que disputas con los generales hicieron su tarea imposible.

Un analista político argentino, Rosendo Fraga, dijo que ninguna de las ministras de Defensa ha enfrentado pruebas decisivas.

Dijo que es distinto operar durante los conflictos que lidiar con los flagelos del pasado.

Pero con o sin crisis, los latinoamericanos dispuestos a superar las décadas de dictaduras pueden estar seguros de que cada vez habrá más mujeres en posiciones de responsabilidad.

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