Nuestra Belleza México 2006, Rosa María Ojeda contó con el apoyo del público
El Universal
MÉXICO, DF.- El escenario del Paseo de la Reforma no sirvió ayer sólo para enmarcar el desfile de traje regional de las aspirantes a Miss Universo. También fue utilizado para la denuncia social por un grupo de estudiantes de la Facultad de Economía de la UNAM, quienes protagonizaron su propio desfile: señorita Ciudad Juárez, señorita Zongolica, señorita Oaxaca y señorita Michoacán.
Con altavoces y carteles en los que se reclamaba la falta de actuación de las autoridades en las violaciones y asesinatos de mujeres mexicanas a manos del Ejército y las fuerzas armadas del país, la treintena de estudiantes se apostó a un costado del escenario principal.
“En México no estamos para este tipo de festejos. Estamos viviendo la militarización de pueblos en donde se viola y mata a las mujeres y los asesinatos de Ciudad Juárez siguen impunes. ¿Cómo se pretende celebrar la belleza de unas cuando se está matando la de otras? “, gritaba un joven al tiempo que señalaba a sus compañeras ataviadas con harapos y bañadas en tinta roja y morada para simular la sangre manada por heridas y golpes.
Como respuesta, la indiferencia del público. “Váyanse al zócalo a ver si allá les hacen caso y dejen ver”, gritó una voz femenina, molesta porque las cartulinas le impedían contemplar a las misses.
La concurrencia casi en su mayoría -12 mil asistentes estimó la titular de Turismo, Alejandra Barrales- estaba eufórica y a la espera de ver desfilar a la representante mexicana.
El grupo de estudiantes no tuvo otra opción más que replegarse a una de las bancas de piedra que adornan el Paseo de la Reforma y esperar a que terminara el evento para volver a gritar por el altavoz sus consignas.
Mientras eso sucedía, el escenario principal veía desfilar a cada una de las participantes en el certamen mundial. Entre las más ovacionadas se encontraron las representantes del continente: Belice, Colombia, Guatemala, Jamaica, Venezuela y, por supuesto, México.
Entre aplausos y gritos, Rosa María Ojeda caminó con cadencia y elegancia los cerca de 50 metros de longitud que tuvo la pasarela. El polémico vestido regional con imágenes de la Cristiada que utilizaría originalmente dio lugar a un diseño muy similar, pero en el que las estampas hacían una remembranza al campo mexicano con magueyes y orfebrería de barro.
¡México! ¡México!, gritaban las mujeres, sobre todo de edad avanzada, quienes con admiración la observaron pasar. A un costado, los estudiantes de la UNAM miraban con impotencia y callados la euforia de la multitud.