Unos 20 mil habitantes de la ciudad argentina de Gualeguaychú protestaron ayer por tierra y agua contra la puesta en marcha de una planta de celulosa ubicada en la frontera uruguaya, sobre el margen de un río compartido, que temen podría causar daños ambientales.
Vistiendo camisetas con la leyenda “He dicho no a las papeleras” familias enteras marcharon por el extenso puente internacional que une Gualeguaychú -unos 300 kilómetros al noreste de Buenos Aires- con la ciudad uruguaya de Fray Bentos, donde funciona la fábrica.
La planta de celulosa fue construida por la compañía finlandesa Botnia y ha llevado a Argentina y Uruguay a enfrentarse en la Corte Internacional de La Haya.
“Vengo por mi hijo, para que viva en un lugar limpio. Estoy totalmente en contra de Botnia”, dijo Javier Castel mientras abrazaba a su hijo Eliseo, de dos años, que miraba con curiosidad a los manifestantes que marchaban cantando “cada vez somos más”.
En tanto, unas 30 pequeñas embarcaciones portando banderas y carteles con consignas contrarias a Botnia se aproximaron a la orilla uruguaya del río y expresaron su repudio con bengalas, bocinas y altavoces ante la mirada atenta de los oficiales de la Prefectura uruguaya (guardia costera) que custodiaban la planta.
“Este es un río poco profundo”, dijo el médico Eduardo Alonso mientras hundía un remo en mitad del lecho del río Uruguay para probar su afirmación. “Imagínese lo que una planta gigante como ésta, que va arrojar sus desechos al agua, le va a hacer”, se lamentó a bordo de un bote de motor.
La protesta se desarrolló pacíficamente pese a la tensión y sorpresa que generó la autorización del presidente uruguayo Tabaré Vázquez de activar la planta en medio de las negociaciones con Argentina.
“Perdimos una batalla, pero no la guerra. Botnia ya está funcionando, pero en un año, cuando La Haya se expida, va a estar más que probada la contaminación y se va a tener que ir”, sostuvo Castel.
Miles de automóviles ocuparon la carretera desde varios kilómetros antes del inicio del puente internacional. En el lugar se instalaron los más ancianos, los niños pequeños y quienes por alguna dificultad no podían recorrer los tres kilómetros hasta la valla instalada el viernes por la Prefectura uruguaya sobre el puente, justo en el límite entre ambos países, para evitar el paso de los manifestantes hacia Uruguay.
El Gobierno argentino sostiene que la planta podría provocar daños ambientales, poniendo en riesgo el atractivo turístico de local y su vasta producción rural. Pero Botnia y el Gobierno uruguayo aseguran que la moderna tecnología que emplea la planta cuida del ambiente.