Convocados por Amnistía Internacional (AI), los manifestantes condenaron la dureza empleada por la Junta Militar birmana para disolver las protestas, que hasta ahora se ha saldado con la muerte de más de diez personas. (AP)
Unas 250 personas se manifestaron hoy frente a la embajada de Birmania (Myanmar) en Londres en solidaridad con las protestas pacíficas que exigen el fin del régimen militar y el restablecimiento de la democracia en ese país.
Convocados por Amnistía Internacional (AI), los manifestantes condenaron la dureza empleada por la Junta Militar birmana para disolver las protestas, que hasta ahora se ha saldado con la muerte de más de diez personas, entre ellas monjes budistas, y más de un centenar de heridos entre ayer y hoy.
Con una cinta en la cabeza con la imagen de un dorado pavo real en actitud de ataque, símbolo del levantamiento estudiantil de 1988, centenares de exiliados birmanos y defensores de los derechos humanos ondearon pancartas en las que se podía leer "No más derramamiento de sangre" o "Permitir las protestas pacíficas".
"Es escandaloso lo que está sucediendo en Birmania en este momento. El gobierno se encuentra en un precipicio, desde Amnistía nos sumamos a todos los que exigen el respeto de los derechos humanos para la gente de su país", afirmó la directora de AI en el Reino Unido, Kate Allen.
En unas palabras dirigidas al resto de manifestantes, Allen subrayó la necesidad de que las Naciones Unidas sitúen este asunto en el primer lugar de su lista de preocupaciones.
Ante la embajada birmana de Londres, repleta de gente ondeando imágenes de la líder de la oposición Aung San Suu Kyi, también se encontraba Andrew Mitchell, responsable de Desarrollo Internacional del Partido Conservador británico (primero de la oposición).
Mitchell, que estuvo de visita en Birmania el pasado marzo, despertó aplausos cuando dijo que se debería llamar al "régimen tiránico" para que "rinda cuentas".
El número de personas detenidas supera el millar, incluidos al menos 800 monjes arrestados en redadas esta madrugada y anoche en cuatro monasterios de Rangún, después de que el Gobierno impusiese el toque de queda, prohibiera las reuniones públicas.