El fenómeno del “chavismo” en Venezuela es característico de los pueblos del tercer mundo, porque tiene un fondo psicológico clarísimo: la necesidad del “paternalismo”, que constituye un problema de personalidad que los dictadores saben aprovechar en su propio beneficio. Por eso, no es de extrañar que sus seguidores lo califiquen de “un padre”, “un amigo”, “un camarada”, “el salvador de la patria” y lo comparen con Simón Bolívar para reafirmar sus juicios equivocados, porque en el fondo no se lo creen, pero no tienen de otra para no sentirse desamparados.
Hugo Chávez es un fiel emulador de Fidel Castro, Stalin, Adolfo Hitler, etc., y tiene muy calculados sus discursos y arengas totalitarias, dando la impresión de “salvador y benefactor”. Por eso, en una de sus presentaciones, al mismo tiempo que da su discurso, aparece abrazando a una niña en actitud paternalista, no sé si era su hija o alguien del pueblo, pero eso impacta a la gente ignorante. Recuerdo una película buenísima que les recomiendo: “El Círculo Rojo”, con el actor que hizo el papel de Mozart en “Amadeus” acerca de la dictadura de Stalin y cómo lo adoraban los rusos y cuando él murió, hubo suicidios colectivos porque la gente se sintió desahijada, desamparada a grado extremo. Cuando Hitler se suicidó –como cobarde que era- muchos oficiales cercanos a él, incluyendo su propia familia, hicieron lo mismo aduciendo que: “Alemania sin Hitler no valía la pena vivirla” (vean la película La Caída, también muy recomendable). Los cubanos, por su parte, volvieron a dar a Fidel un cargo público para que se pueda reelegir como Presidente porque, a estas alturas de la vida cubana, ya están plenamente idiotizados, (perdón, quise decir adoctrinados).
Por lo pronto, los venezolanos se han salvado de un mal gobierno hasta el año 2050 -para usar el mismo vocabulario que Chávez utiliza-.
