No se necesita ser pitonisa para adivinar lo que está sucediendo. A mayor horario de venta de alcohol (a petición de los dueños de vinaterías, bares y expendios) mayor consumo del mismo y mayor incidencia de accidentes automovilísticos por alcoholismo de sus choferes. No digo, se los dije, porque no soy sabia, sólo tengo sentido común y sé que no soy la única que ha tenido esta manera de pensar. Sólo las autoridades municipales no lo hicieron, no sabemos si por negligencia o por corrupción.
Por lo pronto, me escribe una esposa desesperada: “todas mis esperanzas en la llegada del aguinaldo, que estaba destinado a pagar adeudos de refrigerador o estufa, ropa de los hijos, sobre todo zapatos, ayuda para los familiares, la cena de Navidad y Año Nuevo, etc., se fue, (no “por la borda” como se dice), por los antros y las cantinas, en ocasiones con damiselas incluidas, además de la ausencia del padre de familia que se desaparece por días”. También sería interesante preguntar en los centros de trabajo si algunos empleados van a laborar después de recibir el susodicho aguinaldo, o el ausentismo se agudiza.
Me escribe una madre de familia angustiada: “por que mi hija adolescente regresa de los antros alcoholizada después de las tres de la mañana” alegando que “ya no sabe qué hacer con el problema”. Ya le contesté que vaya con las autoridades correspondientes a exponer su dolor, para ver si ellos son capaces de hacer algo al respecto.
Yo sé que las autoridades de nuestra ciudad alegan que en Gómez Palacio no existen restricciones y que eso generaba que los consumidores sólo cruzaran la línea divisoria de los estados (perdiendo el municipio los consabidos impuestos), pero la solución debió ser que en Gómez Palacio se restringiera la venta como en Torreón disminuyendo, no aumentando, el alcoholismo, que es un pulpo difícil de controlar por ser una fuerte y progresiva adicción.
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