Ahora que ya se dieron los nombres de las siete maravillas de la historia contemporánea, aunque han recibido críticas los organizadores (por motivos que ni al caso vienen), desde mi muy humilde opinión creo que fueron muy acertadas. En lo personal, salvo el templo de Petra, las seis restantes he tenido la oportunidad de visitarlas y todas son espectaculares, no sólo por su vista, sino por el esfuerzo y la creatividad que implicaron para el ser humano en su oportunidad, así como por las motivaciones que dieron origen a estas construcciones espectaculares.
El Taj Mahal. Es un complejo arquitectónico, junto con las mezquitas y los jardines que le circundan, de una belleza impresionante; además va acompañado de una sublime historia de amor que dio origen al mausoleo, el cual estaba revestido de piedras preciosas.
El Templo de Petra, una construcción labrada en la misma roca del valle en donde está situada, siendo muy hermosos los edificios denominados de la Tesorería y el Templo de los leones alados. Como comentaba, esta maravilla no la conozco, pero visité en los 90s las islas Ajanta y Elefanta en la India, frente a Bombay (llamada desde 1995 Mumbai, en dialecto maratí, en honor a la diosa local Mumbai Deví), islas que tienen templos construidos dentro de las montañas por los monjes en honor a Buda, y es algo pocas veces visto.
El Coliseo Romano. Cuando uno lo visita se impacta por sus características, su tamaño y su historia; además, si contemplamos la idea de que estaba todo revestido de mármol, seguramente que ha de haber sido bellísimo.
La Pirámide de Kukulkán, de siete niveles, construida en el S. XIII por los antiguos mayas en la ciudad de Chichén Itzá en Yucatán, México. Este edificio servía tanto para rendir culto a Kukulkán (serpiente emplumada) como de calendario agrícola para señalar la llegada del equinoccio de primavera. El templo en sí es hermoso, además de que todo lo que lo rodea: la torre del adivino, el juego de pelota, el chac-mol, etc., le agregan belleza y misterio al complejo.
La Muralla China. Es una construcción que serpentea por el territorio chino a la distancia, sin tener fin aparente. Fue construida para proteger el Imperio Chino de los ataques de los nómadas de Mongolia y Manchuria desde el S. III d.C. Está formada por una serie de murallas construidas por diferentes dinastías durante más de mil años, y es la última construcción hecha por el hombre que los astronautas pueden ver al alejarse al espacio exterior.
Machu Pichu. Significa “cima vieja”, y es el nombre contemporáneo del poblado inca construido a mediados del S. XV en el promontorio rocoso que une las montañas Machu Pichu y Huayna Pichu en la vertiente oriental de Los Andes centrales al sur del Perú. Se supone que era una de las residencias de Yupanqui, primer emperador inca; sin embargo, por sus características se cree que fue un santuario religioso. Es una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería.
El Cristo Redentor. Fue realizado para conmemorar el centenario de la Independencia de Brasil, esculpido por el francés Paul Landowski y enviada a Río de Janeiro en 50 fragmentos, para ser colocado en el cerro del Corcovado. Las obras de su terminación duraron cinco años. La estatua mide 30 metros de alto y se encuentra sobre un pedestal de seis metros, pesa alrededor de 700 toneladas y está construida en granito. Se ve imponente dominando la ciudad, con sus brazos abiertos, como abarcando a todos sus habitantes. La altura total, desde lo bajo del cerro hasta la cabeza del Cristo, es de 700 mts.
Por todo lo anterior, desde mi humilde punto de vista, todas estas construcciones son dignas de llamarse “maravillas del mundo”.