Con motivo del próximo diez de mayo, que se festeja el “Día de la Madre”, me permito transcribir mi colaboración en esta columna hace 15 años, porque creo que no ha perdido vigencia:
“La mujer lleva inherente a su naturaleza el instinto materno. Éste es imprescindible porque sin él se acabaría la raza humana. Es un instinto de supervivencia que permite desear, amar y proteger al hijo para que éste crezca y se desarrolle. Ahora bien, no todas las mujeres tienen la oportunidad de ser madres, por eso aquéllas que no tienen hijos propios y sí una gran capacidad de amar vuelcan su ternura y atenciones en los ajenos, principalmente en los sobrinos, sobre todo en nuestra cultura mexicana, y todavía más en la provincia donde los parientes conviven en forma constante.
La madre, por ser quien da la vida, tiene la recompensa de ser retribuida en su amor, no así la tía, la cual cuando los sobrinos crecen y se valen por sí mismos ya no es visitada con la frecuencia que se merece. Por eso, es importante que se le pudiera corresponder la participación en el cuidado y protección de los sobrinos, estableciendo un día especial: el “Día de la Tía”.
Festejemos a la Tía… se lo merece.
Agradezco sus comentarios:
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