El mes pasado falleció el Presidente de Turkmenistán de un paro cardíaco, a la edad de 66 años, en su capital Asgabat.
Turkmenistán, con más de cinco millones de habitantes de idioma turcomano y religión musulmana en un 89 por ciento, ubicada en Asia Central, fue hasta 1991 una República Soviética. En octubre de ese año se independizó y Saparmurat Niyazov pasó a ser su Presidente Vitalicio los turcomanos debían llamarlo ?padre? (?turkmenbashi?, padre de todos los turcomanos) y los niños debían jurar su lealtad todos los días al Presidente en el colegio y estaban obligados a leer el ?Libro del Alma?, donde daba a conocer su filosofía de vida. Su régimen aplastó todo tipo de oposición, teniendo total control sobre los medios de comunicación.
A partir de su ascenso el mandatario hizo una serie de obras para hacer resaltar su figura entre los habitantes del país, rebautizó todos los meses del año por el suyo y el de sus familiares y mandó construir estatuas con su efigie, entre ellas una de oro que rota con la luz del sol para que éste le dé siempre de frente y así ninguna sombra cae sobre su cara. Además, hizo nombrar aeropuertos, ciudades y un aerolito con su nombre, y prohibió lo que no le gustaba, como el ballet, los dientes de oro en las personas y la música grabada, y durante su mandato no se permitió escuchar la radio del auto ni que los jóvenes usaran barba.
Persiguió a muchos médicos obligándolos a dedicarse a la agricultura, por lo que el sistema de salud de ese país se encuentra en crisis y ha aumentado la tasa de mortalidad infantil. Decretó la existencia de un nuevo ciclo vital, en el que la infancia termina a los 13 años y la adolescencia a los 25, y después de la edad adulta hay una fase ?profética? (entre los 49 y los 61) y una fase ?inspiradora? (entre los 61 y 73), mientras que la vejez no empieza hasta los 85 años.
Me pregunto? ¿Pasará lo mismo con Venezuela?... Daremos tiempo al tiempo; pero, ojalá y eso no suceda.