REINA DE CORAZONES
Se acaban de cumplir diez años de la muerte de Diana Spencer, quien fuera la más famosa Princesa de Gales en la historia de Inglaterra, pero, (siempre hay un pero entre la gente estúpida), quien no fuera valorada así por la persona más cercana a ella, su marido de entonces, el Príncipe de Gales, y por su familia política.
Son respetables los amores “de película”, como los de Carlos y Camila Parker, si él no la hubiera lastimado con su engaño y patético desamor. No tuvo el valor suficiente para enfrentarse a su madre, Isabel II de Inglaterra, y sacrificó (ésa es la palabra correcta) a una jovencita de 17 años, enamorada de su príncipe azul, para tapar su cobardía.
A diez años de su muerte, se le sigue rindiendo pleitesía, como “reina de corazones” y se cree que, de alguna manera, cambió la mentalidad del pueblo inglés, porque afectó a la monarquía y le trajo aires de modernización; ayudó a desechar las ideas prejuiciosas sobre el Sida; habló sin tapujos sobre su bulimia en una época en que eso era tabú y, como lo señala una revista semanal muy importante, se ha convertido en un “incansable y seductor fantasma”, porque después de una década sigue estando vigente y continúa siendo noticia de primera plana para todos los medios de comunicación.
Sin embargo, pienso que lo peor de todo, es que Carlos la haya desechado por algo no tan sólo feo, sino espantoso, sin gracia y enamorada de los animales, o sea, lo más opuesto posible a lo que era Diana: hermosa, graciosa, chic y con un gran amor por la humanidad en general; no sólo a los perros y los caballos.