La depresión emocional es uno de los sufrimientos humanos que pueden llegar a ser un tormento que limita y distorsiona la vida de las personas, la intensidad y duración de la emoción no se puede explicar por situaciones externas.
Entenderla no había sido posible antes del desarrollo de las neurociencias, se confundía con la tristeza o se daban explicaciones complicadas y fantasiosas.
La depresión ahora se conoce mejor debido al conocimiento adquirido en la bioquímica cerebral y genética, aún se desconoce mucho al respecto pero con lo que sabemos se puede ayudar con mayor eficacia a la mayoría de las personas que la padecen, se ha encontrado que su frecuencia es más en unas familias que en otras, también conocemos que la herencia no es la única explicación, cuando los niños crecen en ambientes llenos de agresividad destructiva, ansiedad, depresión, ira, irracionalidad, sin amor y en un ambiente torpe e impredecible se producen en el cerebro conexiones y un tipo de bioquímica que favorecen la tendencia al miedo, inseguridad y depresión.
Los tipos de depresión y sus causas son variados, existen la producida por trastorno de personalidad (neurosis), la que proviene del polo depresivo de la enfermedad bipolar, la distimia (depresión crónica pero moderada), depresión mayor (por trastornos bioquímicas) y la denominada “depresión invernal severa”.
La depresión invernal se presenta principalmente en los lugares alejados del ecuador y cerca de los polos, sin embargo se observa en todo el mundo, la frecuencia es alta pues el 20 por ciento de la población la padece aunque en forma generalmente leve, esta depresión se cataloga como trastorno afectivo estacional T.A.E., las manifestaciones comienzan al inicio de octubre y generalmente les dura hasta inicios de marzo, se caracteriza por enorme apatía (flojera) somnolencia exagerada, tendencia a comer más de lo normal, pesimismo, tristeza, poca capacidad de disfrutar la vida e ideas suicidas, la periodicidad y coincidencia con la estación del año llevó a pensar en la “melatonina” como posible causa, esta sustancia es un neurotransmisor relacionado con el ciclo sueño-vigilia, favorece el sueño y se produce en la oscuridad, por este motivo en general sentimos más sueño y flojera en los meses invernales donde, la misma sustancia produce en algunos animales sueño prologado que los lleva a dormir durante meses (el oso es el ejemplo clásico), en algunas personas actúa en forma anormal provocándoles una depresión profunda y duradera, estos pacientes pueden tener mejoría con los antidepresivos debido a que la oscuridad también baja la serotonina que tiene relación con la sensación de energía y deseo de actividad, estos enfermos pueden tener mejoría cambiando de residencia hacia el ecuador lo que confirma que la oscuridad en ellos es un factor que les provoca la alteración emocional, una opción es exponer al paciente a la luz de lámparas que tengan un aspecto semejante a la solar, la exposición a este tipo de luz y el uso de antidepresivos logran que la mayoría salga de la depresión, la melatonina se ha usado para controlar el insomnio pero cuando no se tiene el diagnóstico correcto se puede exacerbar una depresión aumentando el riesgo de suicidio.
Las personas con tendencia a deprimirse sufren más en los meses de noviembre a febrero, la Navidad más que disfrutarse provoca melancolía que intentan explicar como producto de recuerdos de seres queridos que ya murieron o que no pueden ver en ese día, a problemas económicos, conflictos familiares etc. que aunque son motivo ahora sabemos que no siempre explica todo, la intensidad de la emoción llega a ser tan grande que constituye un peligro por la posibilidad de suicidio, el diagnóstico correcto, los cuidados y el tratamiento puede bajar el sufrimiento y el riesgo de suicidio.
La depresión invernal severa es un ejemplo de cómo una manifestación emocional que en el pasado tenía explicaciones complicadas e irreales como los llamados “traumas” infantiles, problemas “inconscientes”, mecanismos “de defensa” u otras causas enigmáticas que sólo podían ser conocidas por psicoanálisis, se manejó en forma inadecuada al desconocer la fisiología cerebral y sus efectos sobre las emociones.
Es interesante y lógico cómo la naturaleza prepara a los seres vivos para adaptarse a las épocas de abundancia de la primavera con una sensación de energía, actividad aumentada, impulso para reproducirse y defender su territorio, alternada con otra época de relativa pasividad, somnolencia o sueño profundo observado en algunas especies debido a las carencias provocadas por el clima invernal, los humanos también somos influidos por la naturaleza física y sus variaciones diurnas y estacionales, algunos en forma patológica como los que sufren este trastorno emotivo estacional.
El cristal con el que se mira la realidad depende no sólo de la transparencia que puede tener la persona culta e inteligente, depende también del color que las emociones llegan a poner en el cristal, la felicidad, tranquilidad y seguridad permiten ver claramente y reaccionar con mayor eficiencia, los colores grises antes no tenían una explicación adecuada, ahora se puede hacer más que antes para corregir la depresión en el mayor número de casos, los medicamentos la correcta psicoterapia y alcanzar en lo posible un ambiente sano son los caminos para acercarnos al ideal de las emociones humanas.
Parece de magia que una lámpara pueda quitar la melancolía invernal, pero este tipo de magia es posible cuando la ciencia descubre la naturaleza de la vida y el hombre usa esos conocimientos para su bienestar, también nos alerta de la magia y creencias que sólo tienen como base la fantasía, ignorancia y sugestión que no sólo no ayudan sino que son limitantes y un peligro potencial.