La depresión se define como una enfermedad emocional consistente en una tristeza más profunda y duradera de lo normal ya que aparece sin causa aparente o el motivo no justifica la magnitud de la alteración, como cualquier experiencia humana al no existe una explicación en base a la realidad se acude a teorías que mucho tienen de fantasía hasta que el conocimiento quita terreno a la imaginación.
Ese estado mórbido emocional donde el desgano, falta de energía, pesimismo, sensación de minusvalía, sentimiento de culpa, falta de disfrute por la vida, desesperanza y en ocasiones ideas de suicidio ha hecho sufrir a innumerables personas seguramente desde el inicio de nuestra especie, las explicaciones fueron inmediatas como la presencia de “malos espíritus”, resultado de brujería, producto de los “pecados”, capricho personal o falta de voluntad para estar bien, una de las últimas ideas pero con raíces en las anteriores fue la explicación “psicoanalítica” ideada por Sigmund Freud donde “el pecado” producto de nuestros más primitivos e inmorales emociones e ideas provenientes del “id” (parte primitiva y antigua) estimulaba un sentimiento de culpa tan intenso que como mecanismo de defensa se escondía de la conciencia, este sentimiento de culpa se producía en el “superego” parte de la mente que juzgaba nuestras emociones y pensamientos, por último el “ego” que representaba la parte inteligente que puede ver la realidad y nos permite estar conscientes de nosotros mismos podía intentar reconciliar a Dios (superego) y al Diablo (Id), de esto surgía la posibilidad de que los conflictos se solucionaran al lograr que fueran manejados por el ego (conciencia), estas tres partes de la mente mantenían una guerra interna feroz de donde surgía desde la depresión, ansiedad, fobias y hasta la locura.
Por fortuna la realidad es más simple y manejable, la simpleza sólo se pudo ver cuando el conocimiento de las neurociencias descubrió algunos de los mecanismos emocionales y de pensamiento encontrando de esta forma explicaciones más realistas no sólo a la depresión sino de muchas de las demás alteraciones psicológicas y mentales.
Sabemos que después del parto el 50 por ciento de las mujeres sufren agotamiento y algunas emociones como hipersensibilidad, ansiedad y tristeza, pueden sentir miedos e inseguridades respecto a su capacidad para cuidar al hijo, lo anterior generalmente desparece después de tres a cinco días.
La depresión post-parto se presenta en el diez por ciento de las mujeres y las explicaciones en el pasado llegaron a ser múltiples, desde el rechazo a la maternidad por traumas infantiles o bien rechazo a la feminidad, el sexo y el sentimiento de culpa que en ocasiones produce también intentaron explicarlo, existen otras y variadas explicaciones también sin fundamente científico, lo que ahora sabemos al respecto es que al momento del parto con la salida de la placenta se quita en forma brusca la hormona gonadotropina que es la que evita que el útero se contraiga, también bloquea la producción hormonal de la hipófisis por medio de su acción en el hipotálamo, al salir la placenta se reactiva el eje hipotálamo hipófisis además de cambios en neurotransmisores cerebrales lo que se convierte en una disminución de serotonina lo que en algunas mujeres se convierte en la depresión post-parto, las manifestaciones son: sensación de minusvalía, sentimiento de culpa, inseguridad, ansiedad, insomnio o hipersomnia (dormir demasiado), ideas obsesivas angustiantes, fobias e ideas parásitas (pensamientos absurdos frecuentemente agresivos que son difíciles de retirar), en ocasiones rechazo al recién nacido, las manifestaciones llegan a ser tan intensas que el riesgo de suicidio es de considerarse.
La depresión post-parto se presenta con una frecuencia del 10 por ciento de las parturientas, las manifestaciones inician entre los tres primeros días hasta los seis meses posterior al parto, al tener el diagnóstico es importante la atención médica y apoyo psicológico en especial de la familia que debe tener la información del padecimiento y sus causas ya que lo dramático del cuadro puede despertar emociones inadecuadas de rechazo hacia la paciente, es importante la ayuda del pediatra para evitar que el recién nacido se alimente al pecho ya que la medicación que se le dará a la madre llega al niño con la leche, el cuidado y tolerancia por parte de la familia es un factor importante para la buena evolución, los medicamentos incluyen antidepresivos y ansiolíticos a dosis adecuadas, la evolución con tratamiento es generalmente bueno.
La depresión en general y la post-parto en particular produce un sufrimiento tan intenso que para los demás es difícil de entender y por lo tanto la actitud para con estos pacientes no es la adecuada, la palmadita en el hombro, los consejos bien intencionados pero inútiles e incluso dañinos son comunes, el tener el conocimiento de que la depresión es una enfermedad de las emociones además de que puede ser tratada médicamente llega a ser la diferencia entre el sufrimiento y riesgo o la relativa tranquilidad que produce el saber el origen del problema y el bienestar que generalmente se logra con el tratamiento adecuado.
La maternidad es motivo natural de alegría, el agotamiento inicial del gran esfuerzo del parto deja su lugar a la esperanza y amor que el recién nacido estimula, sólo la enfermedad física como en la depresión post-parto que provoca cambios de neurotransmisores o la enfermedad social como la pobreza, la ignorancia y la angustia que el sistema social y económico produce en las grandes masas hace del parto y nacimiento un acontecimiento angustiante, provocador de tristeza e ira.