PATERNIDAD
La reproducción sexual es el motor de la evolución, los hijos tienen genes diferentes a los de ambos padres produciendo características que pueden ser mejores para lograr más exitosa adaptación, estas características estarán en las nuevas generaciones mejorando las posibilidades de la especie frente al ambiente.
De acuerdo con la cantidad de hijos puede ser el cuidado que se tenga de ellos, sin ser una regla universal a mayor número menor cuidado con los hijos, los animales sociales (gregarios) en general tienen el instinto paternal y maternal más acentuado, cuando los hijos tardan más en alcanzar la madurez el cuidado es más prolongado e intenso.
En nuestra especie se reúnen varias de las características que nos llevan a ser instintivamente protectores con los hijos, somos los que más tardamos en madurar, nuestra resistencia y fortaleza física son relativamente pobres pero el factor más importante que nos lleva a necesitar el amor, cuidado y educación es nuestro cerebro, al nacer contamos con una programación genética que se cristalizará en el tiempo siempre y cuando exista la estimulación adecuada en el momento correcto, el contacto con la madre al inicio y después con el padre serán los estímulos indispensables para lograr el funcionamiento cerebral, la mente de esta forma comienza a estructurase, los adultos en general y los maestros en particular contribuyen a este proceso que nunca termina pero que es más intenso hasta antes de los 21 años.
El deseo y placer sexual son los estímulos de la procreación, los hijos son la culminación, biológicamente aparece al amor hacia ellos como producto de nuestros instintos, un animal sano y satisfecho lo disfruta, cuando están psicológicamente enfermos o viven ansiosos, deprimidos e insatisfechos el instinto paternal se distorsiona.
El hombre sano desea hijos y tiene el intenso impulso de protegerlos, el amor hacia ellos generalmente no termina hasta que la mente degenera o la vida termina, en algunas culturas se fomenta despego emocional cuando los hijos alcanzan los 18 ó 21 años de edad, no existen evidencias biológicas que nos hagan pensar que esto está programado, más bien se trata de tradiciones o fuerzas sociales que tienen que ver con el sistema de producción.
El hombre de las sociedades “civilizadas” está en general expuesto a enormes presiones desde la infancia, la personalidad tiene riesgos de que no se desarrolle sanamente, el miedo, ansiedad, incertidumbre, frustración, sensación de fracaso y depresión llega a producir trastorno de la personalidad (antes neurosis) que lo limita y distorsiona en sus más sanos instintos, como cualquier animal crónicamente acorralado y agredido reacciona con egoísmo exagerado y con tendencia a ser agresivamente destructivo, los hombres en estas circunstancias no pueden ser buenos padres, el resultado es que muchos niños son maltratados, nacen fuera del matrimonio o son abortados, las conductas paternales distorsionadas son múltiples y van del desinterés al odio, algunos hombres con rasgos fuertemente infantiles llegan a tener celos de los hijos, cuando la esposa es neurótica y trata mal a los hijos algunos por miedo los abandonan a su suerte, dichos padres son inseguros, deprimidos e infantilmente dependientes de su esposa, un hombre sano no permitirá que sus hijos sean agredidos ni por su esposa, los rasgos obsesivos y paranoides son obstáculos para que puedan funcionar como padres, la intensidad emocional los hace impulsivos y agresivos, son dominantes, rígidamente reglamentario y exigentes, lo que provoca miedo e inseguridad en los hijos, algunos llegan a odiar a su padre más que temerle.
Por fortuna existen muchos padres que aman intensamente a sus hijos, los entienden y ayudan permanentemente, a pesar de las presiones de la vida no llegan a quebrantarse y mantienen estabilidad y seguridad en su familia, ellos dan una imagen de racionalidad, fuerza y virilidad que permite a los hijos crecer con orgullo, dignidad y seguridad, las hijas se sienten protegidas por ellos permitiendo que después puedan intimar fácilmente con el esposo, los niños proyectan su virilidad en desarrollo con la masculinidad del padre lo que los hace orgullosos, seguros, amorosos y protectores.
En especial para los hijos varones la figura paterna es de vital importancia, el amor materno es necesario pero las diferencias de género los llevan a conflictos frecuentes, la información, inteligencia y salud emocional de las madres pueden minimizar este efecto.
Existen mitos respecto al amor del padre y la madre o del apego que los hijos puedan tener por él o ella, las leyes dan en forma prejuiciosa preferencia a las madres, muchos padres viven gran dolor cuando los hijos quedan con la madre después del divorcio, los hijos también sufren cuando se quedan con la persona equivocada, un perfil psicológico confiable de todos y los apegos entre ellos debieran ser determinantes para tomar decisiones y no la discriminación sexual que se da en estos casos.
El instinto paternal en nuestra especie es sumamente intenso, una sociedad y familia acordes con el programa genético del cerebro masculino aunado a un ambiente racional (verdadera civilización) permite que el instinto se active favoreciendo la felicidad y el desarrollo de los hijos.
Es hermoso recordar con orgullo y placer al padre, que nuestros hijos lo hagan es el mayor logro que un hombre puede llegar a tener.