Estudios hechos con ratas y macacos muestran que es posible corregir algunos daños de la malformación congénita.
Mielomeningocele (MMC) es el nombre de la malformación congénita más común del sistema nervioso central que afecta a los niños, cuyos índice de incidencia, según la Secretaría de Salud, en México es de uno de cada mil nacimientos.
Un equipo interinstitucional -conformado por Alfonso Galván Montaño, Eduardo Cárdenas Lailson, Braulio Hernández-Godínez, Alejandra Ibáñez Contreras, Jaqueline Aragón-Inclán, Andrea Martínez del Olmo y Gerardo Perdigón Castañeda- realizó intervenciones quirúrgicas intrauterinas en macacos para corregir la malformación, con miras a aplicar esta técnica en humanos.
Aunque el MMC no es considerado una lesión letal, entre sus efectos se cuentan una disminución de la sensibilidad, disfunción de los esfínteres (incontinencia), paraplejia, deformidades del esqueleto, disfunción sexual, hidrocefalia y retraso mental.
Los especialistas señalan que a la fecha se desconoce el origen del mal, aunque estudios realizados al respecto señalan que probablemente se debe a los cambios bioquímicos que experimenta el líquido amniótico, en el cual se encuentra el feto, en que progresivamente se daña el tejido nervioso de la médula espinal expuesta.
Otro mecanismo de lesión puede ser el trauma directo sobre el tejido expuesto de la médula espinal contra la pared uterina por el movimiento del feto durante el tiempo de gestación. Asimismo, se cree que la deficiencia de ácido fólico juega un papel importante en el desarrollo del MMC.
Los especialistas intervinieron a nueve macacos, a los cuales se les practicó una operación para sacar una pequeña porción de hueso de la columna vertebral, con exposición de la médula espinal, conocida como laminectomía, entre la decimosegunda y decimocuarta semanas de gestación.
Posteriormente cerraron el defecto en seis de ellos: tres con malla de silicona impermeable y tres con piel, en tanto que el resto de los animales permaneció con el defecto.
Según informes del grupo, de los nueve fetos sólo vivieron cuatro: dos de ellos nacieron por cesárea practicada a las 23 semanas de gestación y el otro por parto vaginal a las 22 semanas. De los cinco decesos tres ocurrieron por parto prematuro al final del periodo de gestación y dos dentro del útero materno.
En relación con los animales que sobrevivieron, el equipo de investigadores reportó que aquellos cuya herida fue cerrada con piel nacieron completamente cicatrizados, en tanto que aquellos en los que se empleó la malla de silicona impermeable sólo se consiguió una cicatrización parcial.
Previo a este trabajo, Dan Heffez, del Instituto Neurológico de Milwaukee, realizó laminectomía en fetos de 14 ratas, nueve de las cuales fueron operadas dentro del útero. El informe señala que "aquellas que quedaron expuestas al líquido amniótico nacieron con deformidades y debilidades en las patas traseras y la cola. Las ratas que fueron operadas nacieron normales". El estudio de los tejidos dañados de los roedores no intervenidos fue similar al hallado en niños con MMC.