Diego Luna, Diana Bracho y José María Yazpik son parte del banquete actoral que ofrecieron anoche a los laguneros.
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Intensa. Cruda. Real. Nadie se movía de sus lugares, la historia había pasado de la comicidad al drama...
Con Festen (La Celebración) regresó el buen teatro a la región; se trata de una obra plagada de excelentes actores, una historia llena de matices y una producción donde la luz, el sonido y la escenografía fueron el cómplice que logró que los laguneros que anoche acudieron al Teatro Nazas, salieran conmovidos.
Y es que la ?fiesta? de la familia Helsen terminó cuando Christian (Diego Luna) reveló la dolorosa verdad a mitad de la celebración de cumpleaños de su padre: él, el respetado y acaudalado patricarca Helge Hansen (Luis Rábago), abusó de él y de su hermana gemela cuando eran niños.
En el marco de esta confesión, los personajes pasan de la vergüenza a la irreverencia, del insulto ante el descaro y un silencio ante verdades innegables. Es en ese transcurrir en el que Michael (Yazpik) insulta infinitamente a su esposa, patea a Christian, brinda con sus tíos y realiza chistes racistas en contra del novio de su hermana.
Durante dos horas el público disfrutó del montaje y de sus elementos. La economía escenográfica fue uno de los atractivos principales, ya que con sólo tres enorme paredes rojas, once sillas, una larga mesa y una cama, el peso y la atención giró entorno al trabajo actoral, el cual subió de calidad conforme avanzaba la obra.
Luna y Yazpik fueron los primeros en aparecer. La atención estaba en ellos, pero en cuestión de minutos los asistentes se olvidaron de su fama y logros para dejarse envolver por sus personajes los hermanos Christian y Michael. La gente estaba totalmente inmersa en el drama de la familia Helsen y fue testigo de la transición de estados de ánimo excelentemente logrados por ambos, especialmente por Diego Luna quien pasó del nerviosismo y el miedo a las mujeres hacia el estado de alarma, denuncia y adrenalina que prevalece luego de la temible confesión.
Excluyendo la mera secuencia de hechos, para el público resultó atractivo el empalme de escenas suscitado minutos antes de arribar al comedor, cuando en un mismo espacio geográfico, la sirvienta, Pía (Sophie Alexander) intenta seducir infructuosamente a Christian quitándose el sosten, Helene (Mónica Dionne) busca el espíritu de su fallecida hermana Linda -la gemela- en el encendido de luces y Michael (Yazpik) y su esposa Mitte (Karina Gidi) pelean por unos calcetines y hacen el amor vestidos.
Anoche, todo fue real, o por lo menos así lo hicieron parecer los actores: los golpes, los insultos, los escupitajos, el dolor que cada personaje sentía. Diego, enfundado en el traje de Christian, lloró y se rió al descubrirse abusado sexualmente por su papá; Diana Bracho, en los zapatos de la abnegada Helse se sintió avergonzada por haber callado toda la vida lo que su marido le había hecho a sus hijos; José María Yazpik ?como Michael- dejó salir toda la furia, la comicidad y la pasión... y así, uno a uno de los del elenco.
Silencios lo suficientemente extensos para capturar la respiración e intervenciones oportunas de los personajes hicieron que al término los asistentes aclamaran ese sentir cómico-trágico de una obra escrita en Copenhague hace casi diez años, con una problemática tan cruda como real en el México de hoy.
Lamentablemente ni la presencia de Diego Luna, Diana Bracho, José María Yazpik, Mónica Dionne y Luis Rábago fueron suficientes para abarrotar ninguna de las dos funciones ofrecidas a las 19:00 y 21:30 horas, tal como ha sucedido en otras ciudades.
Aunque el lagunero Mauricio Pastrana no tuvo gran participación, sí estuvo a la altura de sus compañeros durante todas sus intervenciones como el chef Kim, redondeando lo que fue una gran ?fiesta? de talento.
Se ponen estrictos
Los actores y gente de producción de la puesta Festen resultaron ser unos ?invitados muy especiales?, pues se pusieron muy estrictos tanto con la prensa como con el público.
-No dieron entrevistas antes ni después de las dos funciones que ofrecieron; Natalia, la encargada de prensa, argumentó que los actores terminan agotados tras cada presentación.
-Impidieron la entrada tanto a camarógrafos como a fotógrafos, y los diferentes medios de comunicación tuvieron que ilustrar su material con fotografías de archivo.
-Exigieron que las puertas del teatro fueran cerradas en punto de las 7:00 y 9:30 de la noche (hora en que iniciaron las dos funciones); aunque posteriormente se le permitió la entrada a la gente que se quedó afuera.