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¿QUÉ FUERZA TE DOMINA?

Gaby Vargas

Un hombre le pregunta a Buda:

—¿Qué hacen ustedes, los monjes?

–Pues, caminamos, estudiamos, trabajamos, nos alimentamos, como todos —le contestó.

–Pero nosotros también hacemos lo mismo —el hombre insistió.

–Sí, sólo que nosotros cuando caminamos, sabemos que estamos caminando; cuando estudiamos, sabemos que estamos estudiando y cuando trabajamos, sabemos que estamos trabajando. Buscamos vivir en equilibrio.

Escucho a Kiwi contarnos esto a sus alumnas, y pienso en lo poco despiertos, presentes y equilibrados que, por lo general, los seres humanos (o al menos tu servidora), viven.

Bueno pues, dentro de los miles de asuntos que tenemos que equilibrar en la vida, hay uno muy especial, del cual se habla poco y siempre ignoramos. Se trata de una fuerza interna que nos gobierna las veinticuatro horas: el instinto.

Tenemos tres tipos de instinto: el de conservación para sobrevivir, el de adaptación para relacionarme con la gente y el de atracción para relacionarme íntimamente con alguien. Uno de ellos predomina en nosotros, otro no tanto, y un tercero solemos descuidarlo.

El asunto es no dejar que el instinto más fuerte se apodere de mí, porque así como puede ser mi mejor cualidad, también puede convertirse en mi mayor defecto.

¿Cuál es tu instinto más fuerte?

Instinto de conservación.

Mi atención está puesta en cuidarme para sobrevivir, en ser autosuficiente. Darle a mi cuerpo seguridad, comer bien, dormir bien, hacer ejercicio. Busco mi bienestar físico, tener techo, recursos, ropa y protección. Guardo la misma actitud frente al trabajo, el ahorro y el futuro. Tiendo a acumular cosas, tener la despensa llena, porque esto me da seguridad (toallas, coches, jabones, terrenos, lo que sea). No me gusta que se desperdicie nada, y temo que lo que tengo se acabe.

Si me invitan a una fiesta, lo primero en que me fijo es en la casa, en el lugar, en el jardín, en la luz. Pienso qué van a dar de comer, si es abundante o no, quién cocinó; si el lugar para sentarme es cómodo. Si hace frío o calor, o me hará falta un sweater. Me importa cómo me siento en relación con el espacio exterior.

Instinto de adaptación

Mi atención está puesta en pertenecer a un grupo para poder sobrevivir. Me importa mucho sentirme aceptado/a, tener el reconocimiento de la gente, agradar, ser popular. Si estoy solo, me siento vulnerable. Me encanta relacionarme con el ámbito social, aparecer en los eventos. Me interesan las causas que proporcionan ayuda, cooperar, ser servicial. Busco la aprobación de los demás, el éxito, el prestigio.

Si me invitan a una fiesta, disfruto al conocer gente nueva. Voy a fijarme en quién está con quién, qué traen puesto, qué puedan opinar de mí... me preocupo por pertenecer. Estoy pendiente de las reglas y del protocolo.

Instinto de atracción

Mi atención está puesta en tener intimidad con alguien para poder sobrevivir. Tener una pareja o amigo/a íntimo me da seguridad y, de no ser así, me siento incompleto/a. Busco la afinidad, la cercanía, la unión. Mi mayor temor es sentirme abandonado/a, no ser deseable o atractivo/a.

Si me invitan a una fiesta, voy a buscar impresionar al otro ya sea con mi fuerza, mi belleza o mi inteligencia. Soy como un enchufe en busca de corriente. Me atrae platicar de temas profundos con una sola persona. Me apego a ella toda la noche.

Nosotros podemos ser nuestros propios maestros al observar cuáles son nuestras preocupaciones. Y, como los monjes, ser conscientes de lo que hacemos e intentar buscar el equilibrio. ¿No crees?

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