Parece que Tláloc ha empezado a voltear a ver a la Comarca y afortunadamente se han presentado ya algunas lluvias que ahuyentaron las temperaturas extremas que semanas atrás se dejaron sentir en la región. Arriba de los cuarenta grados llegó a marcar el termómetro por varios días, que hacía factible que se rompiera el récord del registro histórico de 1982.
Sin embargo, lo plano del terreno en general en el área conurbana y la ausencia de drenaje pluvial oportuno –el que se construyó sobre el bulevar Revolución es una vacilada, por no decir porquería- provocan que cada vez que aparece un chubasco de regular intensidad, la ciudad se vuelve un caos vial por los encharcamientos que aparecen donde siempre: el bulevar Independencia hacia el oriente, el Constitución, el Centro de la ciudad y lo más grave: las colonias del sur de la ciudad, que además de las propias corrientes de agua que se generan por naturaleza, reciben descargas de los arroyuelos de la sierra de las Noas. El problema en esa zona de la ciudad es de mucha mayor gravedad, porque el agua se cuela adentro de los hogares, dañando las pertenencias de las familias habitantes de ese sector popular.
Esta historia se presenta todos los años, es típica de la Comarca, no queda otra que por lo menos acostumbrarse. Huelga decir que en términos prácticos, se pierde el tiempo en soñar que las actuales autoridades pudieran hacer algo para rehabilitar el sistema de drenaje pluvial o realizar alguna obra que coadyuve a que las inundaciones no sean tan severas, pero en repetidas ocasiones se nos ha demostrado a los ciudadanos que la realización de obras públicas con eficiencia no es precisamente el fuerte de la presente Administración local.
Desafortunadamente, a las acostumbradas condiciones de caos que se presentan, ha surgido un nuevo elemento que agrava sensiblemente la situación cuando se presenta la lluvia: la Comisión Federal de Electricidad.
En los últimos años, apenas comienza a caer un poco de agua y los apagones comienzan a surgir con una velocidad nunca antes vista. Es evidente que gradualmente el servicio de la paraestatal está cayendo pronunciadamente y lo peor es -por lo que han demostrado- que la cosa seguirá peor.
Las fallas constantes del suministro de fluido eléctrico tienen ya tiempo, las variaciones de voltaje se presentan un día sí y otro también, por lo menos en el caso del Centro de la ciudad. Cuando alguien acude a buscar una explicación al respecto, los funcionarios aducen que las redes del Centro Histórico son las de mayor antigüedad y por lo tanto, proclives a sufrir fallas en condiciones extraordinarias como es el caso de las lluvias.
El asunto, sin embargo, es que ese pretexto ya está rebasado. Apenas el pasado domingo comenzó el aguacero y media ciudad estaba en penumbras. Los lunares de oscuridad pasaron a ser valles y los semáforos eran excepción cuando aparecían encendidos. Cruceros muy transitados quedaron fuera de operación consistentemente, como el caso de los cruceros de Independencia y calzada Colón, Independencia y Ávila Camacho, Diagonal Reforma y avenida Juárez, la propia Colón tenía apagados sus semáforos de la Bravo hasta la Matamoros. Todo por una interrupción de energía eléctrica.
El problema está creciendo, antes los cortes eran por espacio de dos o tres horas, ahora ya se están extendiendo hasta por diez horas o más, lo que resulta que la gente tenga pérdidas económicas por la descomposición de alimentos que requieren refrigeración, dañando particularmente –como siempre- al sector de la población más necesitado. Se le puede añadir a los daños que causa la Comisión por su pésimo servicio, el menoscabo que sufren los negocios de servicios, lo que agranda el malestar en otro sector de la población.
Es cierto que la Comisión Federal es una empresa paraestatal descentralizada, que reporta cifras globales de eficiencia, pero también, hay que recordarles a sus funcionarios que el servicio de energía eléctrica es un monopolio gubernamental, por lo que no pueden sustraerse de la obligación de su función social y de Estado.
Es urgente que los funcionarios de la compañía eléctrica tomen medidas para disminuir el errático servicio que están proporcionando y para el cual se les paga, amén de que la inconformidad generalizada continúe creciendo y se tengan que adoptar medidas más severas. Los ciudadanos no nos merecemos esto.
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