Dicen, y parece ser verdad, que nadie aprende en cabeza ajena, de manera que mientras un problema no es experimentado en carne propia, aunque se reconozca como triste realidad, no se aquilata en su justa dimensión.
Llorar por la desgracia ajena no implica solidaridad social, ésta necesita de trabajos colectivos para paliarla o para conseguir que ella no ocurra.
Pensar que el infortunio ajeno jamás llegará hasta nosotros en la conclusión lógica de cerebros troquelados por un aislamiento excluyente de la realidad. ¿De dónde, si no, sale tal deducción, si nadie está exento de padecer todo lo concerniente no sólo al hombre, sino a la Naturaleza, empezando por nuestro entorno?
Hoy, según los más recientes datos de la Organización de las Naciones Unidas, de los seis mil millones de personas que pueblan el mundo, mil millones no tienen agua y para el año 2025 dos de cada tres personas no la tendrán.
El problema mundial de escasez de agua potable no acaba de tocar fondo en la conciencia de grandes mayorías de población; tampoco en la de los laguneros, hecho por demás asombroso considerando que habitamos zonas áridas, con un pésimo manejo del agua y un desgaste en los acuíferos, sobre todo del principal, que hace cada vez más imposible su reposición, aunado a una acelerada pérdida de calidad de sus aguas.
Hemos llegado a tal decadencia cívica, ética, patriótica, que todo nos vale… señorean robos, secuestros, despojos, violencia, vicios que en general nos degradan, lastiman y anulan. Ante todo ello, pasma el conformismo cívico. ¡No pasa nada!, ¡En México no pasa nada!, decimos y reímos de nuestra pobreza y estupefacta conformidad.
Esta adecuación al no ser, nos ha llevado a la esperanza milagrera “de que los superiores nos salvarán, sean civiles o déicos. ¿Cómo se piensa en merecer cualquier salvación, de quien venga, si al parecer ni siquiera nos mueve conseguirla?
Tan desconsoladora situación en algo se modera por lo siguiente: existen en La Laguna, varias Organizaciones No Gubernamentales preocupadas por la sustentabilidad de nuestra región, que han tomado cartas en los problemas del agua. Enorme satisfacción nos causa que una de ellas, el “Consejo Ciudadano por el Agua de la Comarca Lagunera, A.C.”, haya hecho suya la propuesta de Biodesert, A.C. de que al más breve plazo posible se hagan estudios completos de ambas cuencas: la del Nazas y la del Aguanaval.
La importancia de estos estudios es: el conocimiento de las mismas para el mejor manejo de agua: nacional, ético y productivo y su sustentabilidad.
El sistema centralizado operante hasta hoy, ha cometido serios errores, emanados muchas veces de criterios políticos de dejaron a un lado el bienestar humano, la concordancia entre tipos de suelos, sus posibilidades productivas, las cualidades necesarias para la producción, el cuidado de cauces, la tala inmoderada de los bosques de sierras altas, etcétera.
Tales estudios de cuencas enteras, debieron ser preocupación prioritaria de la Administración pública desde hace mucho tiempo. Pero si no se hicieron y hoy urgen tanto, no queda más que poyar con todos los medios a nuestro alcance, la lucha que ya están librando los asociados del “Consejo Ciudadano por el Agua de la Comarca Lagunera, A.C.”. Sobre los avances y tropiezos de esta lucha, seguirá informando. Pero recuerde: todo lo que los laguneros unidos y presentes hagamos por la sustentabilidad de nuestra región nos hará proporcionalmente merecedores de lograr nuestras metas.
Ría, llore o rece todo lo que le satisfaga, pero luche, sobre todo luche por su bienestar y el bienestar común. ¿Se quieren cambios para mejorar? Empiece usted por hacer valer su presencia cívica. Súmese a la lucha por la supervivencia regional.
Su participación civil y sobre todo humana hará posible el cambio tan ansiado. Todos tenemos algo valioso que aportar. Si lo valioso no se aporta al bienestar común no significa absolutamente nada.
Sin los estudios integrales de cuencas es imposible elaborar un acertado plan de manejo de ellas. La Administración pública seguirá cometiendo errores y por supuesto nosotros los seguiremos consintiendo. En tal caso, lo único que se me ocurre aconsejarle es que disfrute y celebre usted hasta saciarse el Centenario de Torreón, porque sin un excelente manejo del agua, es imposible que celebremos otro.