Después de la infumable campaña tenida por los Pumas de la Universidad en el Torneo Clausura 2007 me he puesto a pensar qué sentirán algunos de los involucrados con el equipo y me permito comentarlo con usted, amable lector.
¿Qué sentirá la noble afición universitaria que desde hace algunas temporadas realiza las mejores entradas al inmueble de Ciudad Universitaria y tiene que salir del estadio rumiando el dolor de la derrota o la mediocre frustración del empate regalado en los últimos minutos por conformismo, desatención o falta de concentración?
¿Qué sentirá el presidente del patronato, Víctor Mahbub, de tener en sus filas a verdaderos cartuchos quemados que vinieron con la etiqueta de refuerzos y lo único que han aportado es medianía y falta absoluta de compromiso con unos colores que deberían ser sagrados?
¿Qué sentirá en el palco el señor rector Juan Ramón de la Fuente cuando partido tras partido el equipo equivoca la estrategia pareciendo que cada jugador tiene su propio libreto y no concuerda con el del entrenador? ¿Extrañará a Hugo y los días de gloria cuando todo eran risas en las butacas preferentes ocupadas por él y sus invitados?
¿Qué sentirá Ricardo Ferreti? ¿Se asumirá responsable de la situación o simplemente pensará que son cosas del futbol o dirá, como algunos de sus colegas, “a divertirse al circo”?
¿Qué sentirán Darío Verón y Leandro Augusto, verdaderos ejemplos de profesionalismo, al ver la mandanga y desgano de extranjeros perniciosos como Ignacio Scocco, Ariel González o el “Chupa” López?
¿Qué sentirán los históricos del club como Sergio Bernal y el capitán Toño Sancho al ver que el esfuerzo no es parejo y el sentimiento Puma no se comparte como una religión?
¿Qué sentirán las decenas de ex jugadores universitarios, activos o en retiro que contribuyeron a crear esta vasta leyenda enfundada en los colores azul y oro obteniendo títulos o por lo menos dejando todo en la cancha?
¿Qué sentirán ante la inminente eliminación del equipo aficionados ilustres como el “Teacher” López Dóriga y Germán Dehesa?
¿Qué sentirán los patrocinadores?
¿Qué sentirán los catedráticos e investigadores de nuestra máxima casa de estudios, quienes han contribuido a que el prestigio de la UNAM sea mundial ante el desastre que el equipo es en el terreno de juego?
¿Qué sentirán los integrantes de las diversas porras y barras, grupos de animación pues, que viven toda la semana con la ilusión de asistir al estadio y ver ganar a los Pumas?
Probablemente jamás encuentre las respuestas, pero como aficionado al futbol me parece que una liguilla sin los Pumas de la Universidad es como una ensalada sin aderezo, y aunque las bondades del sistema de competencia le permiten a un cuadro que sólo ha cosechado 19 puntos de 48 posibles y ha empatado diez veces acceder a la fiesta grande, pienso que sería un grave error soslayar la pésima campaña y el deterioro institucional del equipo.
La liguilla revive muertos, y ante Tigres los universitarios tienen la última llamada.