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¿Qué sigue?/Las laguneras opinan

Rosario Ramos Salas

“Torreón se lo merecía”

Vicente Alfonso, ¡Felicidades!

De pronto amanecimos ciudad centenaria. Ni tan de pronto, hubo de transcurrir cien años. Pero, por fin ya somos centenarios. Qué bien nos sentimos. Tuvimos una semana de festividades, celebramos, brindamos, bebimos, cantamos, sentimos el centenario. Pero, ahora ¿qué sigue?

Y es que en medio de la fiesta, la música, los antojitos, la cohetera y pirotecnia, los desfiles alegóricos, los artistas que a muchos hicieron desfallecer y mientras echábamos la casa por la ventana y disfrutábamos de conciertos para todos los gustos y en distintos rumbos, que si en la Alameda, que si en el Revolución y luego la Unidad Deportiva, por el rumbo de la Rosita. Sí, todo eso estuvo bien, Torreón se lo merecía, el festejo y más. pero, ¿no se nos quedaría algo en el tintero, no olvidamos algo? Haber tomado el centenario de pretexto y habernos sentado a la mesa a poner a trabajar las ideas, el pensamiento, las cabezas. Se nos olvidó escucharnos, dialogarnos, conversarnos, reflexionarnos para repensarnos y decidirnos para dónde queremos agarrar los próximos cien años.

Y sí, recuerdo que hace algunos tres años cuando se inició con la organización del comité, se crearon varias comisiones y una era la de historia, la que iba a investigar y a escribir libros sobre los orígenes de la ciudad, la que iba a echar andar a las universidades para dialogar la historia y ponerla en orden, la que iba a escudriñar de dónde fue que salimos y cómo fue que llegamos hasta aquí. Y dónde quedó la comisión, ¿qué dijeron? ¿Cuántos libros se publicaron?, ¿qué encontraron? Habría que informar, compartir la información, mostrarla en las escuelas, enseñarla a los niños. A propósito circula ya el libro Cuenta coyote, un libro ilustrado para niños y abuelos que les lean a sus nietos y les cuenten cómo fue que Torreón nació y creció. Un excelente trabajo, sin duda.

Volviendo a las comisiones del centenario había otra, la de entablar el diálogo con todos, entre todos, para poner las ideas sobre la mesa y decidir qué queríamos los torreonenses para los segundos cien años. Se suponía que íbamos a exponer nuestras ideas, a debatirlas para buscar nuevas vocaciones, a que queremos dedicarnos, en qué somos buenos y fuertes, dónde contamos con los recursos necesarios para crear empleos. El Sol, uno de ellos, Sol casi todo el año, Sol, más de diez horas diarias y qué hacemos con el Sol. La plata, aquí se refina, desde aquí se manda este metal a todo el mundo. Y sólo eso hacemos con la plata. ¿No se podría pensar en darle algún valor agregado? Escuelas de platería, artesanos trabajando la plata, productos para la medicina.

No sé otros conciudadanos, pero yo me quedé medio perdida. Será que cien años son pocos para una ciudad. Pensar que existen ciudades que acumulan varios cientos. Cuánta experiencia, cuánta madurez, cuánta historia. La nuestra no es tan larga. Las preguntas siguen: no sé si los que habitamos este pedazo de desierto queremos seguir por la misma vía o nos gustaría cambiar de ruta y más bien necesitamos buscar por otro lado.

Puede ser que ya estemos de acuerdo en que somos producto del ferrocarril, de la industria que nació alrededor de las vías, allá por la Alianza, de La Fe, La Constancia de quienes nos precedieron e hicieron de esta tierra una ciudad de progreso. Sabemos que llegaron personas de muchos otros estados, del norte, del sur, de países más allá de las fronteras. Y que sólo traían brazos e ideas para trabajar. Y lo hicieron y hay que reconocérselos siempre y agradecérselos, no olvidarlos, porque como dicen un pueblo que no conoce su historia no tiene futuro.

Sabemos que esos primeros hombres y mujeres fuertes, valientes, emprendedores llegaron y sembraron algodón y crecimos. Luego el cultivo del algodón ya no fue la fuente de trabajo principal; nos industrializamos. Cuando andábamos en los cincuenta se abrieron los primeros centros de estudio superior, las universidades, le siguieron los centros de cultura, teatros, museos. Actualmente tenemos una gran oferta de educación superior, pero, ¿encuentran trabajo los jóvenes egresados? ¿El empleo crece para atender esta demanda?

Creció el comercio y los servicios. Tenemos centros comerciales modernos. Todo eso está bien, pero, ¿será el camino correcto? ¿Por ahí encontraremos la mejoría para todos, el empleo digno que eleve nuestra calidad de vida?

No tengo la respuesta a estas y muchas más preguntas, pero se suponía que también para eso era el centenario, además de festejar y brindar y gritar y cantar. Nos ha faltado la reflexión, el intercambio de ideas, el diálogo, la paciencia para escucharnos y volvernos a escuchar, cuantas veces sea necesario para ponernos de acuerdo.

Todo con el fin de elevar la calidad de vida en nuestra ciudad, las nuevas generaciones así lo exigen. En el centenario se nos olvidaron las escuelas, salimos mal evaluados, hay que mejorar la educación. Se nos olvidaron los servicios públicos. Torreón se merece un transporte digno, eficiente, un Centro Histórico rescatado y hermoseado, unas calles bien iluminadas y limpias. Hay mucho por hacer. No dejemos pasar la oportunidad, la energía que pueda haber dejado la fiesta, las ideas que andan por ahí en la mente de muchos torreonenses, buenas intenciones de las autoridades, unamos todo eso y sigamos trabajando para tener una mejor ciudad.

garzara1@prodigy.net.mx

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