De acuerdo con el Fondo Multilateral de Inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo (FOMIN) el año pasado el envió de dinero alcanzó los 25 mil millones de dólares. Las remesas que envían los paisanos de Estados Unidos a México llegaron a un nivel histórico. De hecho de todo el dinero que ingresa al país vía remesas; el 97 por ciento del mismo proviene de Estados Unidos; dos por cient de Europa y uno por ciento de América Latina.
Según el organismo; la distribución del ingreso mensual y el nivel de instrucción de los receptores de remesas son virtualmente los mismos entre los receptores de remesas que en la población en general y el nivel de ingresos de las familias receptoras es que 1 de cada 3 familias está abajo de la línea de pobreza (salarios entre $1,500 y $3,000 por mes), por lo que recibir las remesas incrementó la calidad de vida.
Por otra parte, el 53 por ciento de los mexicanos que emigraron a otro país lo hicieron porque estaban desempleados, y el resto porque su sueldo era muy bajo. En promedio, los migrantes que se fueron ganaban 150 dólares al mes en México, y ahora reciben 900 dólares en Estados Unidos. El estudio señala que los migrantes tardan hasta un año en realizar su primer envío de dinero a sus familias, pero una vez instalados realizan en promedio diez envíos al año. También FOMIN indica que quienes reciben los recursos, los utilizan principalmente en gastos de primera necesidad, aunque conforme pasan los años también los ahorran o los invierten en educación o negocios.
Durante varias décadas, cinco estados del altiplano central mexicano ?Guanajuato, Jalisco, Michoacán, San Luis Potosí y Zacatecas?han constituido la principal fuente de emigrantes a los Estados Unidos y los principales receptores de remesas del país. Dichas zonas aún reciben una proporción desproporcionada de remesas: el 44 por ciento de los receptores vive en esos cinco estados, en comparación con sólo el 32 por ciento de la población en general. Inversamente, sin embargo, el 56 por ciento de los receptores de remesas vive en el resto del país.
En resumen y para vergüenza nuestra; México fue el principal país del orbe receptor de remesas en 2006, con más de US$25,000 millones, seguido por Brasil y luego Colombia. Pero se ha observado un difundido crecimiento de las remesas en toda la región: Centroamérica y la República Dominicana combinadas, alcanzan a más de US$10,000 millones; los países andinos un total de más de US$7,000 millones; y por primera vez las remesas a Haití alcanzaron los US$1,000 millones. Ciertas regiones como Centroamérica, el Caribe y los países andinos declaran constantes aumentos en las remesas, lo que refleja la creciente integración de los mercados laborales entre América Latina y el Caribe y el resto del mundo. Estos montos reflejan un volumen sustancialmente mayor de remesas y la existencia mecanismos mucho más adecuados para informar en forma exacta sobre la plena dimensión de estos flujos.
Se estima que en la actualidad existen 25 millones de adultos nacidos en América Latina y el Caribe que viven fuera de sus países de origen. Alrededor del 65 por ciento de ellos envían dinero a sus países en forma regular, típicamente en montos de US$100/US$200/US$300 mensuales, lo que se traduce en aproximadamente 175 millones de transacciones financieras por año. El costo de transacción del envío de estas remesas se ha reducido a la mitad durante los últimos cinco años, aunque al siete por ciento, continúa siendo demasiado elevado.
Casi el 75 por ciento de las remesas a América Latina y el Caribe se envía desde los Estados Unidos (US$34.000 millones), aunque en los últimos años, Europa Occidental se ha convertido en el destino de más rápido crecimiento para los emigrantes latinoamericanos, representando el 12 por ciento del mercado. Otros flujos voluminosos provienen de Japón a Brasil y Perú, y de Canadá a Jamaica y Haití. Los flujos intrarregionales representan la mayor parte del resto.
A las tasas corrientes de crecimiento, se proyecta que en la década comprendida entre 2001 y 2010 las remesas acumuladas de América Latina y el Caribe se acercarán a los US$500.000 millones.
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