Para entender la crisis hipotecaria americana
Estaba en la creencia de que el tema de la crisis hipotecaria americana era algo muy sabido y comprendido por la mayoría de nosotros en México. Pero ante varios cuestionamientos que he recibido sobre el porqué tanta alharaca mediática sobre el tema, he pensado en comentar el tema.
¿Sabía usted que el próximo año los Estados Unidos podrían entrar en un severa recesión?, lo anterior se debe a su tan publicitada crisis hipotecaria; que más allá del fenómeno mediático que representa, se trata de algo muy serio.
Y es que la razón de lo anterior es que los bancos de Estados Unidos bursatilizaron la cartera hipotecaria, es decir que primero prestaron el dinero al público en general para que adquiriera una casa, después; los pagarés derivados de esos créditos – y las obligaciones que conllevan los mismos como pago de capital más intereses- fueron agrupados para emitir bonos en los mercados de valores americanos, en los cuales cualquier inversionista institucional (gobiernos de países, bancos, fondos de inversión y casas de bolsa de cualquier parte del mundo) podían adquirirlos con la promesa de que estarían recibiendo una atractiva tasa de interés, y al mismo tiempo el banco emisor del bono garantizaba al mismo con la cartera hipotecaria y pagaría los intereses al tenedor del bono con el dinero que los deudores hipotecarios pagarían por su casa a la vez que al colocar el bono, el banco emisor volvía a capitalizarse para seguir prestando.
Fue tan socorrido éste mecanismo en los últimos quince años en Estados Unidos que al haber tanto dinero para prestar por parte de los bancos, el mercado hipotecario en EEUU floreció y reactivo a la economía de aquel país de tal manera que comprar casa era de los más fácil del mundo. Al mismo tiempo se promovieron los esquemas de refinanciación de hipotecas, es decir que si un cliente tenía una hipoteca con tasa de interés alta, pagos elevados o plazo de pago corto; siempre habría un segundo banco en empresa financiera hipotecaria que le prestaría a mejores condiciones para que pagara su primera hipoteca y tuviera una segunda a mejores condiciones; lo anterior también motivo a que si un americano tenía una casa –que estaba pagando- y después veía en el mercado de bienes raíces otra mejor –más grande, en mejor barrio o con más comodidades- podía pedir un segundo crédito de un monto mayor que sirviera para pagar la primera hipoteca y hacerse de la nueva casa y de esa manera cambiar de casa a cada rato pero seguir endeudado toda la vida.
Este tipo de esquemas de financiamiento, como lo dije; reactivaron a la industria de la construcción americana y de paso a una buena parte de su economía que de ser industrial paso a ser de servicios, no hay que olvidar que una buena parte de la manufactura americana salió de Estados Unidos para irse a países y regiones “emergentes” como México, Centroamércica, China, Sudáfrica y otros. Por lo que la industria de la construcción vino a ser un paliativo ante esa pérdida de empleos.
Otros factores muy importantes en el “boom” hipotecario americano lo fueron: 1) La forma de construcción. En Estados Unidos las casas no son de ladrillo, block o concreto armado; su estructura es de madera atornillada revestida de tablaroca y encima de la misma -ahí sí- con un revestimiento de fachaleta o mármol. De hecho, si usted, estimado lector; ha pasado algunos días de visita en casa de un familar en EEUU se sentirá que usted está viviendo adentro de una escenografía o set de cine porqué paredes, piso y techo son de cartón, madera, plástico o una combinación de esos materiales. Lo anterior hace que las casas tengan una duración a lo mucho de cinco años y que después de ese período tenga que dárseles un mantenimiento mayor o “ajustada” que significa –de lo más común- cambio de techo y algunas paredes (sobretodo las de los baños) además de apretar los tornillos que sujetan a la estructura de madera. En cambio en México una casa se hace para toda la vida.
2) El estilo itinerante del anglosajón. Se estima que un americano cambia –en promedio- de casa de cuatro a cinco veces dentro de su vida laboral. Lo anterior se debe a lo desarraigado que es el americano de su familia, a que salió de la misma muy joven y en muchos casos terminó sus estudios universitarios en otra ciudad distinta a la que nació y encontró su primer trabajo en una tercera ciudad y con mucha frecuencia en extremos geográficos de aquel país.
En contraste un mexicano promedio sólo vive en dos casa en su vida: primero la casa paterna y después la casa donde tendrá su hogar con esposa(o) e hijos. Y aunque a la familia mexicana le vaya bien, no se cambiará de casa, es más; primero le podrá un segundo piso a la casa (aunque el techo original sea de dos aguas) o se “comerá” el jardín frontal para hacer otro cuarto que pensar en cambiarse de casa.
De tal modo que el “boom” hipotecario americano tiene colocados en el mercado de bonos internacional más de 6.3 millones de millones de dólares (lo reto a que escriba la cantidad correctamente con todos sus ceros) que al no pagarse porque la base de la garantía de los mismos, es decir los deudores comunes y corrientes de una casa no pagan, ocasiona que el mundo entero pueda colapsarse, porqué los bancos emisores de los bonos, al querer refinanciarlos (ante la falta de pago de sus clientes deudores) tienen que ofrecer mejores tasas de interés a los tenedores del bono y al pagar esos intereses se requiere de más efectivo para pagar y eso ocasiona devaluación del dólar y una eventual recesión. Al mismo tiempo la Reserva Federal americana a estado disminuyendo las tasas de interés y prestando dinero a los bancos particulares para que estos a su vez busquen nuevos clientes para prestarles y refinancien las hipotecas morosas y de esa manera permitir que la economía siga caminando. Lo anterior en el corto plazo es bueno, pero en el largo es recesivo hasta que no se encuentren mejores formas de reactivarse con mejores esquemas que atraigan a la inversión en Estados Unidos. A nosotros en México, esta crisis nos pegaría con el eventual regreso de paisanos sin trabajo en la construcción y con el hecho de que el valor del paso depende del dólar y el dólar está devaluándose.
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