El Tribunal Supremo decidió ayer que se tiene que repetir el proceso que negó poder suprimir la alimentación asistida que mantiene con vida a Eluana Englaro, de 33 años y en coma irreversible desde hace 15, tal y como pide su padre.
Este Tribunal aceptó el recurso del Beppino Englaro, que hace más de diez años que comenzó una batalla legal en la que pide que se deje morir su hija, ante lo que considera un ensañamiento terapéutico.
De esta manera, el Tribunal de Apelación de Milán, aunque una diferente sección a la que ya negó esta posibilidad, volverá a estudiar la petición del padre de Eluana.
En la sentencia, el Supremo ha establecido que la interrupción de la alimentación se puede autorizar sólo en presencia de dos circunstancias: “que se pruebe que se trata de un estado vegetativo irreversible y que se compruebe que Eluana, en el caso de poder elegir, habría preferido no continuar el tratamiento”.
El Supremo reitera que si una de las dos circunstancias no subsiste, “el juez tendrá que negar la autorización ya que prevalecerá el derecho a la vida, independientemente del grado de salud, de autonomía y de capacidad de decisión”.
La sentencia reabre así el caso de Eluana e introduce novedades jurídicas sobre la posibilidad de concesión de la eutanasia en el país, pues hace dos años, el Supremo había negado el recurso de la familia Englaro.
El caso de Eluana Englaro, de 35 años y en estado neurovegetativo irreversible desde que tuvo un accidente de tráfico en 1992, se compara en Italia al de la joven estadounidense Terry Schiavo, que falleció después de que un Tribunal decidiese que fuese desconectada la sonda alimenticia como pedía su marido.
“Desconectad las máquinas, dejad morir a mi hija, tened un poco de dignidad”, ha repetido en estos años Beppino Englaro, que ha escrito a todas las autoridades italianas pidiendo que “cese la agonía” tanto para Eluana como para el resto de las personas que se encuentran en esta situación.
Hace algunos meses, en Italia se vivió el caso de Piergiorgio Welby, de 60 años, enfermo de distrofia muscular, que había también pedido a los tribunales que se le desconectara el respirador.
Tras la negativa de la justicia, Welby falleció cuando el médico anestesista Mario Riccio, accedió a interrumpir la respiración artificial.