El Ejecutivo envió el viernes 30 de marzo al Congreso de la Unión sus lineamientos económicos para 2008 en cumplimiento de lo que establece la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria aprobada en marzo de 2006. El documento presenta las perspectivas oficiales para este y el próximo año, por lo que conviene hacer algunos comentarios al respecto.
La visión de las autoridades es, en términos generales, realista, ya que reconoce que el entorno internacional será favorable durante 2007 y 2008, pero menos que en los dos años anteriores. Además, están conscientes de los riesgos que pueden presentarse en el exterior y que afectarían el desempeño de nuestra economía. En particular señalan la posibilidad de un menor dinamismo en la economía de Estados Unidos, ya sea por una crisis en su mercado de bienes raíces o “por un ajuste abrupto en las condiciones financieras asociado al elevado déficit de cuenta corriente en Estados Unidos”. También reconocen la posibilidad de caídas importantes en nuestros ingresos petroleros.
Los supuestos centrales son, sin embargo, que la economía de Estados Unidos crezca a tasas anuales de 2.5 por ciento en 2007 y 3 por ciento en 2008, así como que “los precios internacionales de los energéticos mantengan niveles elevados durante este año y el próximo, aunque menores a los máximos observados durante 2006”.
Las previsiones para el 2007 no difieren de manera significativa de las enviadas a fines del año pasado y de lo que esperan la mayoría de los analistas, salvo quizá en la estimación de la inflación. Por un lado, se prevé un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 3.6 por ciento, lo que refleja el menor dinamismo de la economía estadounidense que sin duda afectará a nuestro sector exportador. Este ritmo de expansión no sólo es de los más bajos entre los países emergentes, sino que además resulta a todas luces insuficiente para abatir a la velocidad deseada los rezagos económicos y sociales de nuestro país.
En relación con la inflación, los números oficiales la colocan en tres por ciento para el cierre de este año, si bien en el texto señalan que “estará dentro del intervalo de variabilidad establecido alrededor del objetivo determinado por el Banco de México”. Este es un reconocimiento implícito de que nuevamente se ubicará por encima de la meta, como también lo aceptaron desde hace meses nuestras autoridades monetarias, al advertir que el crecimiento de los precios estaría entre 3.5 y cuatro por ciento al final del 2007.
Las autoridades prevén un mayor déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos este año en relación con 2006, ya que esperan sea cercano a 11 mil millones de dólares, equivalente a 1.2 puntos porcentuales del PIB, frente al 0.2 por ciento del año pasado. Estos números, es importante tener presente, se deben esencialmente a la fortaleza de los ingresos petroleros, ya que en ausencia de ellos registraríamos un déficit externo mucho mayor.
Por otra parte, las previsiones para 2008 son algo más optimistas, ya que parten de la expectativa generalizada de un repunte de la economía estadounidense a raíz de la aceleración de su ritmo de crecimiento, que se estima inicie en la segunda mitad de este año. Por su parte, los lineamientos consideran que “los componentes de la demanda interna continúen creciendo a ritmos elevados, ligeramente mayores a los anticipados para 2007”.
En ese contexto, nuestras autoridades esperan que la economía mexicana “crecerá a una tasa anual de 3.9 por ciento durante 2008”, de nuevo una previsión similar si bien algo superior a la de la mayoría de los analistas (3.8 por ciento) pero, en cualquier caso, insuficiente para mejorar, de veras, la situación económica de la población más necesitada.
Las autoridades están conscientes de esto, e insisten que sólo se podrán lograr mayores tasas de crecimiento en función “de los avances que puedan presentarse en materia de reformas estructurales”. Aquí, sin embargo, debemos ser realistas. Es verdad que se aprobó la ley de pensiones de los empleados públicos, y que es posible que tengamos una reforma tributaria mejor que la de otros años, pero estas no son suficientes para modificar el panorama de corto plazo. De hecho, aún cuando se aprobasen otras reformas de igual o mayor alcance que las anteriores, los beneficios de las mismas no serían notorios sino hasta después de varios años, por lo que se antoja difícil que modifiquen sensiblemente la perspectiva del año próximo.
Considero que las autoridades siguen siendo optimistas en cuanto a las perspectivas de la inflación para 2008, ya que también esperan que sea de 3.0 por ciento. En esto es donde mayor diferencia existe con las estimaciones del sector privado, que se ubican entre 3.5 y cuatro por ciento. No obstante, las autoridades y muchos analistas comparten la idea de que en 2008 será posible disminuir las tasas de interés, pasando del 7 al 6.5 por ciento. En varias ocasiones he señalado que es demasiado prematuro reducir las tasas antes de consolidar la permanencia de la inflación en 3 por ciento, y me parece que Banco de México cometería un error si relajase la política monetaria antes de tiempo.
Finalmente, las autoridades prevén un alza adicional del déficit de la cuenta corriente, que pasaría del 1.2 al 1.8 por ciento del PIB. Ellas consideran que este nivel es moderado y “será financiado en su totalidad por los recursos en forma de inversión extranjera directa que se espera ingresen al país”. Lo que no se menciona, sin embargo, es que nuestras cuentas externas siguen dependiendo desproporcionadamente de los ingresos petroleros, por lo que los supuestos de precio y más importante aún, de producción interna ante el declive de Cantarell, serán determinantes para la balanza de pagos del año próximo.