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Redes sociales del siglo XXI| Diálogo

Yamil Darwich

Con el avance del nuevo siglo, la teoría económica del neoliberalismo va cayendo en el desprestigio por su ineficiencia en la distribución de la riqueza y por ser factor de desavenencia. Las protestas por el encarecimiento de la canasta básica son la muestra.

Los procesos de globalización de los desiguales como iguales; el empobrecimiento y baja en satisfactores de vida de los países pobres, contra el enriquecimiento de los ricos, dieron lugar al fortalecimiento del mundo de las negaciones y la lucha, particularmente de los llamados grupos minoritarios, que ven en la protesta y el desorden la oportunidad para hacerse escuchar.

Así, la presencia de estas organizaciones, como el caso de Greenpeace, que llegó a manifestarse airadamente en distintas Reuniones Cumbre y que ocasionara problemas sociales y de imagen a muchos países huéspedes, fue inspiración para otros más radicalizados, que se lanzaron –con planificación inteligente– a buscar y ganar espacios de expresión.

Ahora, completamente organizados y con redes internacionales –con permanente contacto– influyen en las políticas sociales y económicas, enfrentándose en discusión y hasta en lucha violenta con las instituciones que antaño contaban con el tradicional respaldo del mundo.

El ejemplo está en algunos grupos radicales seudofeministas, que aplican estrategias de debilitamiento contra quienes impiden su libre desarrollo, con la insistente petición de ser atendidos por la ONU y que el Vaticano deje de ser un Estado miembro, por considerar que no posee todas las particularidades requeridas para serlo.

Los ambientalistas también hacen lo propio, denunciando y exigiendo previsiones para detener el deterioro ecológico ocasionado por países petroleros en los litorales del mundo o informando del daño atmosférico y del espacio exterior originado por los estados ricos, que contaminan sin ocuparse de prever el daño global y se niegan a firmar el tratado de Kyoto.

Igual sucede con quienes defienden la identidad de género, diferente a la tradicional; de la simple denuncia de vejaciones y maltrato, ahora proponen y logran cambios en leyes y se les acepte con su calidad de “diferentes”. El caso: los grupos de homosexuales y lesbianas que ganaron en Coahuila su “Ley de Convivencia”; en México, partidos políticos de Oposición, contabilizando votos, confirmando que las minorías se transforman en mayorías que suman a favor. Recuerde a Patricia Mercado.

Algunas organizaciones han establecido vínculos, más o menos formales, con similares de otras partes del mundo y a través de ellas han empezado a virar sus posturas en relación a la vida local; en consecuencia, actúan buscando el cambio en usos y costumbres que no son propias de la cultura. Algunos pensadores del tema dicen “están transformando los fundamentos de la familia, las relaciones de género, el amor, la sexualidad, la intimidad, entre otros”.

Esto en sí no es necesariamente malo, sin embargo incluyen amenazas que tienen que ver con la pérdida de las tradiciones locales y/o la jerarquización de valores, alterándolos, negándolos o cambiándolos por otros masivos y que sí pueden ser negativos.

También debemos anotar que existen influencias positivas con esos cambios; entre ellas, el despertar de conciencias ante la responsabilidad de participar en la defensa de los derechos humanos y obligaciones ciudadanas. Con el proselitismo de los grupos viene aparejada la información –distorsionada o no– y la invitación a participar en la vida política; el impulso para avanzar en la madurez democrática, particularmente en algunas regiones de latinoamericana; en otros casos, favorecer el combate contra las dictaduras. El ejemplo: “las protestas de las cacerolas” organizada contra Pinochet, sentando un precedente y despertando conciencias, que posteriormente llevó a los chilenos a lograr el enjuiciamiento político del tirano. Igual ha sucedido en México con Luis Echeverría Álvarez.

Otra ventaja del fenómeno social es el compromiso arrancado a los gobernantes para buscar formas de atención efectiva a las necesidades ciudadanas.

La citada globalización económica ha desarrollado el concepto de “Sociedad en Red”, que promueve el mejor entendimiento de las formas de organización social, modificado el concepto de espacio y lugar, mostrando al mundo eventos locales, alterando los tiempos tradicionales, cambiándolos por lo instantáneo y generando nuevas alternativas en la defensa de los derechos individuales.

En los setenta y ochenta del siglo anterior, la defensa de los intereses de las minorías se llevó a la discusión abierta en los medios de comunicación; en los noventa del año dos mil, estas organizaciones se manifestaron y hasta alteraron el orden público, buscando atención; la primera década del siglo veintiuno es de lucha por la legislación.

Deberemos atender a esos grupos y sus peticiones, sin ofender a las mayorías, un reto difícil al que se agrega el hecho de estar interconectados en esa “Red Social del Siglo XXI”. Esta realidad es un dato más de la modernidad en que estamos profundizando, que ya nos ha envuelto y reclama nuestra atención. ¿Está dispuesto?

ydarwich@ual.mx

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