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Reflexiones del Atardecer / ALGO DE? LOS MILAGROS DE LA PUBLICIDAD

Manuel Muñoz Olivares

Acabo de leer en uno de los diarios capitalinos, una crónica en que se pondera hasta alturas insospechadas, el arte de un seudo pintor, conocido en los ?medios intelectuales? según la nota. Cierra la noticia, dando a conocer que pronto marchará a Roma, invitado por el Departamento de Cultura Italiano a exponer su ?obra?, en una galería de la Vía Appia. Para los que conocen Roma de inmediato se darán cuenta que en la Vía Appia, no existen galerías y por lo tanto la noticia, tanto el que la proporcionó como el que la escribió, a leguas se ve que no saben ni dónde está Roma. Y desde luego, ésta es una de las muchas ?vaciladas? que se le ocurren a este ?artista? un ejemplo del insano producto de la publicidad.

En la capital de México, existen más de 100 galerías cuyo fin es comerciar con las ?obras? que producen esta clase de tipos y que sólo sirven para estafar a ?neófitos? o a nuevos ricos. Un recuerdo lejano, Hace ya más de 40 años, que residimos en Ciudad Juárez, Chihuahua, trabajaba en esa época en un periódico local que formaba parte de una poderosa cadena.

Cierto día, llegó a la redacción un individuo que dijo ser el representante de un famosísimo violonchelista. Se hacía acompañar de varios miembros de un club local y del jefe de relaciones públicas de una compañía cervecera. Decía que estaban organizando un gran concierto monstruo con el gran artista y a beneficio de la niñez desvalida de Juárez.

Concedido el respaldo de los matutinos por diez días consecutivos aparecieron en todos los diarios locales, fotos del concertista, cuyo nombre he olvidado y sólo recuerdo que se apellidaba; Duarte Armendáriz.

En las notas y gacetillas, nos dieron a conocer que el violonchelista, hasta había efectuado conciertos en las principales salas del mundo. Incluían su fotografía y sus datos biográficos en que lo daban a conocer como un niño prodigio y después como un joven que había paseado su arte por toda la América, para ya después en su madurez, nos lo presentaban como un concertista triunfador en el mundo entero y ahora que regresaba a la patria, cargado de honores y muchas satisfacciones.

En otra nota subsiguiente, daban a conocer que varias salas y grupos amantes del arte y asociaciones se disputaban la primacía para lograr que un artista de la talla de Duarte Armendáriz, les concediera el privilegio de presentarlo en su patria México.

En otra nota, decían que después de una lucha encarnizada y sin cuartel, que sostuvieron todos sus adversarios, el club ?X?, de la ciudad fronteriza había obtenido la aceptación del gran genio, para efectuar su primer concierto, después de varios años de ausencia por el viejo mundo y cabía el honor de que Ciudad Juárez, fuera la elegida. Decían además que en un gesto espontáneo, el concertista al saber que el producto de su concierto, iría a traer un poco de felicidad y bienestar a los menesterosos, que sólo por eso, sacrificaba toda mejor ganancia económica que le ofrecían casi en todo México, y se dignaba hacer su presentación, en Juárez.

Después de una semana de constante bombardeo publicitario, las gacetillas se habían filtrado en la curiosidad pueblerina y se esperaba la del siguiente día, como hoy se espera con ansia, el capítulo de alguna telenovela.

Dos días antes de la fecha fijada para el dichoso concierto, nos daban a conocer que Duarte Armendáriz, había recibido homenajes y reconocimientos de presidentes y reyes, en sus conciertos tanto en Europa, América Oriente, África, etc., etc., etc.

Cuando llego al fin la fecha esperada, ya el violonchelista había recibido el triunfo de tener a toda la ciudad expectante en la figura de su enorme y muy ponderado arte.

Se esperaba que el pueblo acudiera a tropel y que abarrotara no sólo el local en donde se efectuaría la velada artística, sino que en las calles adyacentes serían insuficientes para contener tal aglomeración que esperaban.

Quiero aclararles, que no pude asistir ni ser testigo del dichoso concierto. Los organizadores, todo el tiempo se les fue en ponderar las genialidades del concertista y sólo al final anunciaban que quienes desearan asistir al magno programa, tenían que comunicarse con el club organizador, a fin de que se les reservara su admisión y esto si es que se comunicaba en el tiempo clave, a fin de lograr esta oportunidad y conseguir su butaca pues según se decía que era tan enorme la demanda, que les era imposible atender a todos los interesados.

Al día siguiente y los subsecuentes, busqué ávido de noticias el resultado del dichoso concierto en los periódicos, pero extrañamente, ni una sola línea nos enteraba al respecto.

En la redacción, me enteré que el reportero había ido a cubrir el evento, había platicado que habían asistido unas 30 personas con boleto pagado y ya se han de imaginar?

Alos pocos días, en los avisos de ocasión y escondida la nota en unas cuantas líneas, venía un muy escueto anuncio que nos daba a conocer el final a que se había reducido aquella explosión publicitaria que en unos cuantos días, logró llamar la atención del pueblo fronterizo, pero que éste sin embargo permaneció mudo y sordo y no respondió con su presencia a lo que pudo ser la consagración de un producto de la publicidad.

Aquel anuncio decía: ?Vendo violonchelo. Verlo en hotel? PREGUNTAR POR DUARTE ARMENDÁRIZ?.

TLALPAN, D.F. 2006.

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