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REFLEXIONES DEL ATARDECER

MANUEL MUÑOZ OLIVARES

ALGO DE.... EL DESPERTAR A LA VIDA

Suceden en nuestro México, casos tan simples que sin embargo, por la falta de nuestra comprensión los convertimos en verdaderas tragedias. Muchos de estos problemas, son el producto de nuestro “machismo”, fenómeno tan arraigado a nuestro pueblo y que nos han inculcado nuestros mayores, que por su poca cultura y por hallarse encerrados en un pequeño círculo pueblerino, semejante a los caracoles, y que no tienen más libertad que la que les puede proporcionar su carapacho, es en realidad, éste todo su mundo de acción.

Por ahí, en uno de los muchos pequeños conglomerados que tiene México, escuché hace tiempo esta historia, que en realidad es un caso baladí y de poca trascendencia y casi pasaría desapercibido en otras latitudes o en otros países pero sin embargo, en esa pequeña comunidad, fue como una maldición o como el mayor pecado del cielo, que acabó con la felicidad de una familia y con el aprecio y el respeto que el pueblito les debía y por ese pecado (?) Se vieron precisados abandonar su tierra, cuna de sus mayores y que los vio nacer.

Eulogio, viejo pueblerino, nombre aplicado a la memoria de revolucionario sureño, y creo que,... Pero es mejor que les cuente y... La cosa sucedió más o menos así:

Las lágrimas que corren por mi cara y su calor que me quema, me han vuelto a la vida, a la realidad… ¿Estoy dormido? A ciencia cierta no lo sé. Un sudor pegajoso y frío invade mi cuerpo. Aún tiemblo es el producto de la terrible pesadilla que acabo de experimentar, la que me ha abierto los ojos a la realidad y en esta noche he vivido en pocas horas, siglos de existencia. Y si para muchos las primeras luces del nuevo día, traen alegría y deseos vehementes de vivir, para mí, que hoy he sabido la realidad quien soy, me han traído el... Más amargo, despertar a la vida.

¿Cómo ha podido suceder esto? ¡Dios mío! ¿Pero... por qué yo? He pensado en la muerte, pero... ¿Valdrá la pena darles a mis padres, ese dolor? ¿Y si vivo, no será más terrible la pena que les daré?

Dicen que cuando la muerte se aproxima, vemos ante nosotros como una película, los acontecimientos vividos en los años de nuestra existencia y ahora...

Mis recuerdos se remontan hasta los primeros cinco años de mi vida. Quizás sea un poco después, pero en realidad eso no importa. Hasta donde recuerdo, me veo jugando con mi carrito que mi tío Francisco, me hizo con carrizos y una lata de sardinas, a cada momento suspendo mis juegos y con la parte baja de mi camisa, limpio mis huaraches nuevos que el domingo en el mercado de la ciudad, me compró mi mami. Sé que ella se enojaría si los ve sucios.

Estoy solo. Rosalía mi vecinita, es mi única amiga y es dos años menor que yo. En mi rancho, hay pocos niños de nuestra edad y aquí en esta parte nosotros somos los únicos, por eso, nuestros juegos son en veces como mis juguetes y en otras, con los de ella.

Ahora recuerdo y me hace gracia, las lágrimas que no pude contener y el llanto que me ahogaba el primer día que me tuve que separar de mamá, para asistir a la escuela. La maestra trataba de consolarme diciéndome que íbamos a jugar a ser mayores y a escribir cartitas. En momentos me conformaba y miraba a muchos niños que luego serían mis amigos y también veía a Rosalía que se la llevaban casi a rastras y llorando también se quería quedar en la escuela, pero decían que todavía no tenía la edad.

Yo nací para el campo. Me gusta trabajar la tierra y acariciar las plantas que nos dan la cosecha para vivir. A nadie se lo dije, pero sentí una inmensa alegría cuando crucé por el último salón de clases. Mi escuela tiene solo cuatro aulas. Sabía que en adelante podría ir con mi papá y mis otros tres hermanos a trabajar en las labores del campo.

Mi rancho es muy chico y todos los vecinos convivimos como una gran familia. Creo que no llegamos a 100, y esto contando hasta los recién nacidos, y todos los que habitamos las 26 viviendas de la comunidad, entre casitas y jacales.

Antes, cuando el rancho era de los patrones, hace muchos años, había la casa grande y una enorme bodega, que los de mi rancho han convertido en capilla. Tiene cuatro ventanas grandes y le agregaron una pequeña torre, donde tenemos una campana. Desde la gran puerta de entrada, se ve al fondo el altar y flotando, sostenido por fuertes alambres, está el cristo en su cruz. Es el patrón de todos. Mi mamá, fue una de las primeras que bautizaron ahí, después que se estableció el ejido, que entonces era muy grande y lo formaban otros tres ranchos vecinos al mío. Ahora nosotros formamos un solo sector de este ejido, que está dividido en cuatro.

Cerca de nuestra casa, pasa la acequia que riega la hortaliza del rancho y casi siempre lleva agua. Portada la orilla del canal hay enormes álamos y eucaliptos, donde jugamos y hacemos columpios. En tiempo que hace mucho calor, el agua es muy fresca y agradable cuando nos bañamos.

El día que Rosalía cumplió diez años, sus familiares hicieron una comida para festejarla, pues ese mismo día hizo su Primera Comunión. Rosalía se veía como una novia o como una virgencita, toda vestida de blanco y adornada la cabeza con una corona y un velo. Ese día no pude regalarle nada y sólo le llevé un ramito de flores silvestres que corté en el campo de regreso a casa. Ella me agradeció el presente con un fuerte abrazo, cuando la felicité y este detalle me dio mucha vergüenza, delante de todos.

Cuando nos despedimos de la familia de Rosalía, ya era de noche y poco antes, cuando admiraba el vestido de la festejada, muy quedo me dijo al oído, que desde ese día, iba a ser mi novia, que yo le gustaba mucho. A Rosalía la quiero como a una hermana menor y la estimo desde que éramos niños, pero como novia no siento quererla y no comprendo por qué será esto.

Pocos mese antes de cumplir mis 15 años, llegó una familia al rancho y el hijo mayor de tres hermanos, se llamaba Martín y era dos años mayor que yo y cuatro que Rosalía.

Desde el primer momento que conocí a Martín congeniamos y nos hicimos muy buenos amigos. Siempre íbamos juntos al trabajo y él me enseñó a fumar y a jugar billar, en la única mesa que hay en el rancho.

El papá y la mamá de Rosalía, ya saben que es mi novia y en la cena que nos hizo mamá cuando cumplí los 15 años, Rosalía me dijo que sus papás le habían dicho que hasta que ella cumpliera los 15, entonces se podía casar conmigo.

Pocos días después de mi cumpleaños, una tarde en que mi hermano mayor, Martín y yo, regresábamos del trabajo, empecé a sentir que todo me daba vueltas, hasta me caí del burro. Después supe que mi hermano se fue aprisa al rancho para avisarle a mi mamá lo que me pasaba. Martín se quedó cuidándome, y antes de que mi mamá y mi hermano llegaran, ya me sentía bien y me dijeron que me había dado un mareo y a lo mejor era por el sol, que quemaba mucho. Desde ese día, esos ataques se repetían hasta dos veces por mes, a pesar de los remedios que me daban.

Rosalía a pesar de mi enfermedad, no dejaba de decirme que ya pronto nos casaríamos y que entonces ella me cuidaría.

Cierta noche que fui a la acequia a bañarme y cuando ya regresaba a casa, oí voces que casi eran murmullos y me extrañó ya casi era media noche y casi nadie está despierto a esa hora. Me quedé en silencio y acostado a la orilla del canal y debajo de un álamo, cerca de la vereda que entra al rancho. No tardaron mucho en aparecer los que hablaban y eran martín y Rebeca que abrazados pasaban junto a mí. Ella es la esposa de Pedro, el que andaba de bracero.

Nunca le he comentado a Martín lo que descubrí y un día solamente le pregunté que por qué no tenía novia y me contestó que para qué, si habiendo tanta gallina suelta, no se iba a conformar con las pollitas. Entonces no le entendí lo que me quiso decir con descarada sorna, soltó una carcajada. Me quedé viéndolo interrogante y por primera vez, vi algo diferente en sus ojos negros y me fijé también que ya se le veía el bigote que hacía que entre sus gruesos labios resaltaran más sus blanquísimos dientes.

Desde que empecé a padecer de los ataques, se me hizo costumbre cargar en la bolsa trasera del pantalón, una botellita de alcohol, para que me froten y pronto me pase el mal. Rosalía en varias ocasiones le ha tocado estar conmigo y ya aprendió a auxiliarme.

Una noche que fuimos al rancho vecino a una fiesta, nos tocó regresar a ella y a mí solos a nuestras casas. En el camino, en varias ocasiones Rosalía me detenía, se abrazaba a mí y me besaba, entonces no comprendía por qué esas muestras de cariño, no me gustaban y hasta puedo afirmar que me producían un horror inexplicable.

Poco antes de llegar al rancho, Rosalía me abrazó desesperadamente y de una forma desenfrenada me invitaba al amor. Yo me oponía y pretextaba que no podíamos hacer eso por respeto a nuestros padres, ella me replicaba mi pacífica actitud y me decía que no importaba lo que dijeran todos que al fin pronto dentro de unos meses, cumpliría los 15 años y entonces podríamos casarnos y mientras tanto... hubo un momento en que casi con fiereza, mi novia se prendía desesperadamente a mi cuerpo, hasta que rodamos por el suelo y entonces... Empecé a sentir que todo giraba en mi alrededor y al no poder coordinar mis facultades, me sobrevino el desmayo.

Tiempo después me enteré que cuando Rosalía buscaba en mis bolsillos la botella de alcohol, llegó Martín a auxiliarla y... Cuando recobré el conocimiento, estábamos los dos solos como al principio y mi novia me decía que desde ahora estábamos comprometidos de por vida y tendríamos que casarnos y me insistía que aunque yo no recordaba nada, antes de perder el conocimiento la había ultrajado, pero que no me preocupara, que al fin nadie se enteraría de esto y juró guardarme el secreto. Y en verdad, por más que me esforzaba, nada podía recordar de lo pasado, ni me enteré sino hasta mucho tiempo después, que Martín había estado allí.

Recuerdo que desde que sucedió aquel momento con mi novia, no había vuelto a ver a mi amigo y puedo asegurar que rehuía mi compañía trataba de varias maneras de evitar nuestro encuentro.

Tuvo que pasar bastante tiempo para tener la oportunidad de volver a encontrarme con Martín. Un día nos encontramos en el campo y nuestra charla fue casi fría cuando le reproché su actitud y él por toda disculpa me dijo que no es que tratara de romper nuestra amistad, pero que ya sabía que ahora andaba entendiéndose con Josefa, la viuda y que como le daba, ropa, comida y casi todo lo que necesitaba que a lo mejor y hasta se iba a vivir a su casa y que no le importaba que ella fuera más de diez años mayor que él, pues eso le permitía ya ni ir a trabajar. Yo lo miraba fijamente y frente a frente y puedo asegurar que me mentía, porque no podía aguantar mi mirada y desviaba sus ojos a uno y otro lado.

Una noche que regresaba de bañarme en la acequia, como es mi costumbre, me encontré a Rosalía que venía a buscarme. Había ido a mi casa y allí le dijeron donde encontrarme. La noté sumamente nerviosa y angustiada, también noté que había llorado y entonces me dijo que había ido al pueblo con su mamá y que como hacía tiempo que se sentía enferma, la había llevado con un doctor y éste después de examinarla les había dicho que iba a tener un hijo y ahora me pedía que dentro de un mes nos casáramos, porque su mamá la había amenazado con contarle todo a su papá. Mi novia en un mes y días, iba a cumplir 15 años.

Desde el día que me enteré de la mala noticia, me sentí abrumado e inseguro y todo el tiempo me lo pasaba hundido en profundos pensamientos, sin encontrarle solución al asunto.

Una de las muchas noches en que me era imposible reconciliar el sueño y salía a contemplar las estrellas, estaba en plena oscuridad recostado en la alameda y al oír pasos, me extrañó adivinar la figura de mi prometida que se dirigía al lugar en donde yo estaba, sin embargo pasó junto a mí, sin adivinar mi presencia. En silencio y sin hacerme notar la seguí.

Grande fue mi sorpresa, cuando un medio kilómetro más adelante y en lo, más tupido de la arbolada, oí que con alguien hablaba. Siempre en silencio, me acerqué y entonces descubrí que con quien estaba, era Martín.

Esa noche fui testigo del acto sexual que Rosalía sostuvo con Martín, no los pude ver, por lo obscuro pero sí escuché que después mi novia decía:

¡Martín, tú sabes que desde niña, quiero a Emiliano! Pero a ti te entregué mi honra y el hijo que espero es tuyo. Tienes qué casarte conmigo.

Mira Rosalía, eso ya lo sé, pero yo no puedo casarme contigo ahora. Tengo varios compromisos con otras mujeres y tú sabes que ellas me dan dinero. Mientras cásate con Emiliano y si te prometo que nos seguiremos viendo como hasta ahora y sin echarnos problemas.

Cuando escuché todo esto, creí que me iba a dar uno de esos desmayos, pero increíble, no sucedió así. Puedo asegurar que hasta me alegré de descubrir la verdad y sí sentí un poco de coraje, pero no con Rosalía, sino contra Martín, por no contarme la verdad.

Hoy fuimos al pueblo y mi papá y mi mamá, me llevaron con el doctor, para que me recetara alguna medicina para mi enfermedad y después de hacerme un examen y muchas preguntas, sólo me dio a tomar unas pastillas calmantes, me dijo que mi mal, no tiene remedio y sólo le pedí que no les dijera nada a mis papás, que yo estaba resignado con la voluntad de Dios.

Al regreso tanto mi papá como mi mamá me preguntaban que qué me había dicho el doctor, yo sólo les conté que me había dicho que eran las consecuencias del desarrollo, pero que ya me había dado medicina. He pensado que antes de darles pena de saber de mi mal, prefiero irme del rancho y desaparecer y si es posible, de la región.

Me duele dejar mi rancho y abandonar a los míos y este dolor me produce pesadillas como la de ahorita que me ha hecho despertar.

Soñé que jugamos y corríamos por el campo, como antes los dos solos. Sentía una gran emoción cuando me abrazaba y me miraba muy cerca con sus negros y grandes ojos. Veía que me sonreía y al ver sus labios carnosos y sus blancos dientes, sentía ganas inmensas de besarlos. Ahora sé que esto es amor.

Las lágrimas que corren por mi cara y su calor que me quema, me han vuelto a la realidad y he despertado con una inmensa angustia al comprender lo imposible de mi gran amor, todo es inútil y debo de alejarme de todos, antes de que se descubra y sepan que estoy perdidamente... ENAMORADO DE MARTÍN.

TLALPAN, DF. 2007

Condensado del libro: “Sucesos Campiranos”.

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