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Reforma Fiscal| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Evitar el pago de impuestos es la única ocupación intelectual que todavía conlleva alguna recompensa”.

John Maynard Keynes

¿Para qué queremos una reforma fiscal? Es muy importante que no perdamos de vista esta pregunta en un momento en que la Secretaría de Hacienda está a punto de presentar al Congreso su propuesta, con lo cual comenzaría la discusión formal sobre el tema.

Muchos políticos piensan que el propósito de la reforma debe ser simplemente aumentar la recaudación del Gobierno. Pero esto es falso. ¿De qué nos sirve que el Gobierno tenga más dinero si hasta ahora no ha demostrado saberlo gastar? Los mexicanos tenemos buenas razones para dudar de la probidad de nuestros funcionarios y de la eficiencia de nuestros gobiernos, por lo que una reforma simplemente recaudatoria es lo más lejano que podemos tener en mente.

Otros políticos piensan que el objetivo de la reforma debe ser pegarles a los ricos. Sueñan con esquemas confiscatorios que conviertan al Estado en una especie de Robin Hood contemporáneo, que les quite dinero a los ricos para repartirlo entre los pobres. Pero si bien un sistema fiscal que golpee a los ricos puede satisfacer temporalmente a quienes quieren dar rienda suelta a la envidia, los esquemas confiscatorios han demostrado a lo largo de la historia ser contraproducentes porque inhiben la inversión, promueven las fugas de capitales y generan mayor pobreza. Y a nadie le conviene aumentar la pobreza en nuestro país.

La verdad es que la única razón por la que los mexicanos pudiéramos querer una reforma fiscal es para construir un país más próspero y más justo. Hoy tenemos un sistema impositivo ineficiente, en parte porque recauda muy poco, pero también porque inhibe la inversión y la actividad económica. Pero es también injusto, porque permite que mucha gente que gana mucho pague menos que quienes ganan mucho menos y además le carga la mano a unos cuantos grupos de la sociedad, especialmente a los contribuyentes cautivos.

Hasta el momento de escribir este artículo no se tiene información oficial sobre la iniciativa que debe presentar la Secretaría de Hacienda a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Se ha publicado abundante información en los medios informativos, pero mucha es contradictoria, por lo que es difícil saber cuál representa realmente lo que será la iniciativa del Gobierno. Cualquier propuesta que se presente, sin embargo, debe ser juzgada en términos no del dinero que pueda recaudar o de qué tanto le pegue a los ricos sino de qué posibilidades tiene de impulsar el crecimiento económico y la equidad fiscal en el país.

Todo parece indicar, sin embargo, que la reforma empezará con el pie izquierdo. Por razones políticas el Gobierno del presidente Felipe Calderón parece haber tomado la decisión de no proponer la ampliación de la aplicación del IVA a alimentos y medicinas. La razón es que los políticos piensan que ésta es una medida que tendría un costo electoral demasiado elevado. Pero es muy lamentable esta decisión. La aplicación generalizada de un IVA razonable a todos los productos y en todo el país sería la mejor manera de simplificar el sistema fiscal mexicano. Pero además sería más justo, porque al gravar más a quienes más consumen el IVA es fundamentalmente progresivo.

El presidente Felipe Calderón prometió como candidato establecer un sistema de tasa única para el Impuesto Sobre la Renta. El problema, sin embargo, está en los detalles. El impuesto de tasa única ha funcionado muy bien en países como Irlanda y Rusia, pero es importante definir bien qué deducciones se mantendrían. Las tasas de 15 y 16 por ciento que han manejado algunos medios de comunicación son demasiado altas si se eliminan virtualmente todas las deducciones: Irlanda tiene una tasa de 12.5 y Rusia una de 13 por ciento. La idea que se ha sugerido en algunos medios de que podrán deducirse los insumos, pero no las nóminas o los honorarios, favorecería injustamente a las empresas manufactureras, pero castigaría a las de servicios. El resultado, de hecho, sería una pérdida enorme de empleos, que el país no podría soportar y que llevaría a una indeseada disminución en la recaudación.

He leído y escuchado muchos comentarios sobre la reforma fiscal que se avecina. Pero hasta ahora todo se construye sobre la base de especulaciones. Quizá la única certeza hasta este momento es que Hacienda no propondrá la homologación del IVA, y nadie en el Congreso tendrá el valor de enfrentar los costos políticos de impulsar esta medida que, a mi juicio, sería positiva para el país.

La tasa única en el ISR y la eliminación de tratos especiales y exenciones parecen inevitables. Pero cuidado: un sistema de tasa única pero alta, que elimine la deducción de nóminas y honorarios, sería desastroso para la economía nacional.

COMISIÓN INVESTIGADORA

La Suprema Corte de Justicia ha determinado constituir una comisión investigadora en el caso del conflicto de Oaxaca. Entiendo los argumentos de quienes consideran que el máximo Tribunal de la nación no debe convertirse en un simple ministerio público. Pero es importante que los ministros ayuden a definir reglas en nuestro país para el uso de la fuerza pública en casos de plantones y bloqueos de vías de comunicación, como lo señaló el ministro presidente Guillermo Ortiz Mayagoitia el lunes 18 de junio. Sin duda hay un punto medio entre la represión brutal de un Gustavo Díaz Ordaz y la dañina inacción de la que hoy hacen gala nuestros gobernantes.

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