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Reformas polémicas| Actitudes

José Santiago Healy

La aprobación de las reformas fiscal y electoral no dejaron contento a nadie, excepto a los tres partidos principales de México.

Los cambios legales no llenaron las expectativas de la sociedad mexicana, especialmente en el terreno electoral. Algunos analistas van todavía más lejos al cuestionar la nueva ley electoral sin antes haberse aprobado una reforma política.

Queremos los mexicanos entrar de lleno a la democracia y parecernos a España, Francia o Estados Unidos, pero nuestros legisladores se empeñan en tratarnos como retrasados mentales por no decir algo peor.

¿En qué cerebro cabe destituir de un plumazo a las principales cabezas del IFE, el organismo electoral que dio transparencia y funcionalidad al sistema electoral mexicano?

Es evidente que prevaleció el encono y la venganza de los partidos en contra del IFE de Luis Carlos Ugalde y de los medios electrónicos. Las viejas facturas se pagaron sin piedad.

Nada bueno se anticipa para la endeble transición democrática de México cuando los partidos políticos deciden tomar acciones drásticas sin abrir el diálogo y la negociación con los sectores de la sociedad mexicana.

Pero bien dice el dicho que no hay mal que por bien no venga.

En este adverso escenario, existen, en nuestra opinión, dos puntos positivos de las reformas.

El primero: los tres partidos principales –PAN, PRI y PRD—alcanzan al fin un acuerdo de reforma constitucional que con todo y sus deficiencias evidencia que los legisladores pueden ponerse de acuerdo, situación que no ocurría desde hace varios años.

Es de esperar que en el futuro estos acuerdos sean consultados y avalados por los sectores de la sociedad mexicana quien es a fin de cuentas quien elige y mantiene a los legisladores.

El segundo: la no-contratación de medios electrónicos por parte de los partidos durante las campañas políticas a nivel federal generará un cambio espectacular.

A pesar del feroz pataleo de los dueños de las concesiones de radio y televisión y sus voceros, esta medida romperá de golpe el matrimonio interesado y convenido entre algunos medios electrónicos y los partidos políticos.

Las cantidades estratosféricas que facturaba la radio y la televisión en las campañas políticas crearon durante muchos años una feliz convivencia entre los candidatos y sus partidos con la radio y la televisión.

Los medios electrónicos sólo en ocasiones muy especiales realizaban trabajos periodísticos de profundidad para cuestionar a partidos y sus candidatos como fue el caso de Andrés Manuel López Obrador a quien consideraban un serio peligro para el status quo.

Despojados de estos enormes flujos de efectivo, la radio y la televisión se obligarán en las próximas campañas a realizar una cobertura electoral objetiva y crítica porque dependerán de sus ratings para conseguir la publicidad comercial.

Al final del día, los partidos políticos que hoy lanzan un furibundo ataque para controlar a los medios electrónicos, serán objeto durante las campañas de 2009 y 2012 de un exhaustivo análisis y seguimiento por parte de la radio y la televisión como nunca antes había sucedido en este país.

Sin darse cuenta los diputados y senadores contribuirán a incrementar la calidad periodística y profesional en los medios electrónicos, desde luego siempre y cuando no surjan desviaciones o acuerdos bajo la mesa que distorsionen la labor de los medios.

No cabe duda que en este mundo, especialmente en el terreno político, nadie sabe con certeza para quién trabaja.

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josahealy@hotmail.com

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