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Relatos de andar y ver| Nuevo urbanismo

Ernesto Ramos Cobo

El arquitecto británico Richard Rogers ganó recientemente el premio Pritzker, algo así como el Nobel para los arquitectos. “Las ciudades están de enhorabuena”, era lo que sobre el tema decía el diario El País español, resaltando al galardón de Rogers como un reconocimiento de los nuevos modelos urbanísticos, la premiación a la búsqueda de un espíritu urbano colectivo.

Aprovechamos la importancia del premio para explorar nuestro sentir sobre la búsqueda de entornos urbanos que dignifiquen a la persona; alabar los esfuerzos para la conversión de nuestras urbes en ciudades más sociales, de todos, abiertas a los sueños de la gente, donde los espacios sean vivos y sustentables y la calle y los parques se vivan con libertad y sin miedos.

Richard Rogers es justamente uno de los líderes de la corriente de pensamiento urbano que ha logrado revitalizar y regenerar diversas ciudades del mundo. Su proyecto parisino del Centro Pompidu, a pesar de tener ya 40 años de creado, es paradigma de la influencia que la arquitectura puede representar en la revitalización urbana; igualmente, sus trabajos en Barcelona y en la Londres preolímpica son modelos a seguir a nivel mundial. Su colega Jaime Lerner, el arquitecto brasileño que logró colocar a Curitiba en la vanguardia urbanística, habla del concepto de acupuntura urbana: intervenciones selectas, justo como las pequeñas agujas del acupunturista, que imprimiendo energía generan un efecto de movimiento en cadena: los ciudadanos se comienzan a mover alrededor del espacio específico intervenido.

En la acupuntura urbana las políticas públicas seleccionan e impulsan el sitio de la aguja y el dinamismo colectivo hace el resto. Ejemplos interesantes de lo anterior son la zona bonaerense de Puerto Madero, con un puente de Calatrava como símbolo del nuevo espíritu de la zona, el Museo Guggenheim y los proyectos arquitectónicos en la Ría de Bilbao, el corredor en la vía del tren elevado del Meet Packing District neoyorquino. Esperamos que nuestra imponente biblioteca Vasconselos, conjuntamente con el proyecto de la Estación Buenavista, logre cumplir el mismo propósito, detonando de una vez por todas esa zona de nuestra Ciudad de México tan hermosa y entrañable.

A mi parecer las caminatas citadinas son más reconfortantes cuando hay un sentimiento de pertenecer a todo ese gran organismo vivo que son las ciudades, cuando nuestros solitarios pasos son acompañados por un armónico sentimiento de serenidad. Solamente la arquitectura la que puede brindarnos esa magia por las calles.

En Guadalajara –por ejemplo— es posible perdernos quietamente por horas, entre los largos paseos peatonales, camino a la gran explanada que conduce al Hospicio Cabañas y en silencio disfrutar esa urbe de nuestro país que ha crecido inmaculada a pesar de todo.

Luis Barragán, en su discurso de aceptación del Pritzker en 1980, al hablar de los conceptos fundamentales de su arquitectura, menciona lo siguiente: “al arquitecto le toca anunciar en su obra el evangelio de la serenidad. Sólo en íntima comunión con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo”. Reconocer a Rogers es reconocer los esfuerzos por la dignificación de las ciudades, la creación de espacios donde los sueños colectivos puedan cumplirse y el ser humano logre enaltecerse. Todos estamos en enhorabuena, al igual que nuestras ciudades.

ramoscobo@hotmail.com

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