La primera dama y presidenta electa de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (der.) conversa con el secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, en Buenos Aires. (AP)
El peronismo argentino ha encontrado una vuelta de tuerca al célebre “algo debe cambiar para que todo siga igual”, expresado por Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El Gatopardo. En otra de las paradojas en la política argentina, la principal característica del nuevo Gobierno que acompañará a Cristina Kirchner a partir del próximo 10 de diciembre cuando jure como presidenta es, precisamente, que no es nuevo.
Es más, los principales ministros de su Gabinete, cuyos nombres se revelaron ayer en Buenos Aires, son exactamente los mismos que llevan cuatro años desempeñando idéntica función con Néstor Kirchner. Cristina Kirchner prometió continuismo y en su primer anuncio ha cumplido la promesa a rajatabla. El cambio será ella misma y el ministro de Economía, uno de los más jóvenes de la historia argentina.
Con sólo 36 años, Martín Lousteau se hará con la cartera económica. Cristina, siguiendo la estrategia marcada por su marido desde que prescindió de Roberto Lavagna en 2005, ha elegido funcionarios de segunda fila que no quiten al presidente el protagonismo en política económica. Lousteau tiene un brillante currículo académico en materia económica, pero sus detractores apuntan a su falta de peso político, a pesar de ser un protegido del todavía gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá. Fue ministro de Producción de la provincia y actualmente presidía el Banco de la Provincia de Buenos Aires, el segundo más importante del país.
Fue Alberto Fernández, jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y uno de sus hombres de máxima confianza, el encargado de leer la lista de los miembros del nuevo Ejecutivo. Un anuncio que los Kirchner han decidido adelantar para acabar con los rumores que podrían derivar en enfrentamientos y roces entre los ministros más cercanos al círculo íntimo presidencial. Fernández continuará en su cargo, al igual que Julio de Vido, ministro de Planificación Federal, por cuyo despacho deben pasar todos los presidentes de las empresas extranjeras con presencia en Argentina. Entre De Vido, natural de Santa Cruz, y Fernández, porteño y portavoz de facto del presidente, existe más que cierta rivalidad, pero ambos han constituido dos pilares fundamentales de la gestión de Kirchner que ahora hereda su mujer. Con su ratificación, De Vido sale victorioso de los escándalos de corrupción que han afectado a algunos de sus subordinados durante la actual legislatura.
También sigue en el Gobierno Alicia Kirchner, hermana del actual presidente y cuñada de la futura presidenta, que continuará en Asuntos Sociales; Carlos Tomada, ministro de Trabajo con una excelente relación con los sindicatos peronistas; Nilda Garré, ministra de Defensa, y Aníbal Fernández, quien pasa al Ministerio de Justicia, pero que se lleva consigo las competencias de las Fuerzas de Seguridad.
Exteriores continuará en manos de Jorge Taiana, un hombre con un perfil más profesional que político.
En Educación, Kirchner se ha decantado por Juan Carlos Tedesco, un académico con reputación mundial en el ámbito educativo.
