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Religión y Globalización, temas de Savater

El filósofo Fernando Savater habló de los temas que toca en su libro más reciente.

El filósofo Fernando Savater habló de los temas que toca en su libro más reciente.

El filósofo español habla sobre los tópicos contenidos en su libro más reciente La Vida Eterna

EL UNIVERSAL

MÉXICO, DF.- Durante su más reciente vista a México, el intelectual español Fernando Savater habló sobre una de las inquietudes que lo han acompañado toda la vida, el problema de Dios, la cual ha puesto por escrito en su libro más reciente, La Vida Eterna , donde analiza el concepto de divinidad, su asimilación en la vida cotidiana y cómo se ha filtrado hacia la esfera de la política, generando disputas y diferencias.

Dice el filósofo que “Hay personas que gracias a la fe religiosa hacen sacrificios, cuidan a sus leprosos, son solidarios, se arriesgan en la protección de los demás. En cambio, hay otras personas que utilizan la fe como una excusa para perseguir, prohibir, incluso para desencadenar guerras o actos terroristas. La fe es un poco como el alcohol, hay gente a la que le sientan bien dos copas: se ponen muy simpáticos, campechanos y alegres; hay otros, en cambio, que se vuelven brutales y feroces. Yo creo que cada uno debería saber cómo le sienta la religión antes de entregarse a una”.

El presente, dice Savater, “es el lugar donde ocurren los problemas, tanto el pasado como el futuro son momentos para la emoción, el arrepentimiento o la nostalgia.

“Yo creo que el problema no es tanto la fe como la credulidad. Es probable que todos los seres humanos demos una cierta proporción de fe para poder actuar, puesto que nunca sabemos lo suficiente... sabemos, pero no lo bastante, necesitamos actuar siempre más allá de lo que conocemos, y eso es un suplemento de fe que hay en nuestra vida”.

Explica que “no necesita ser fe religiosa, simplemente una fe en nosotros mismos o en la probabilidad de que ocurran determinados acontecimientos. Lo malo, yo creo, es la credulidad. Es decir, las personas que transforman esa fe en una especie de dogma absoluto, en una disposición a ejercer inquisitorialmente el control sobre los demás o un motivo para el enfrentamiento, la guerra o la violencia. Esa credulidad hace tragarse las más absurdas doctrinas y teorías. Creer que los dioses quieren que nos ataquemos, nos matemos o nos persigamos unos a otros es una credulidad peligrosa y, desgraciadamente, hoy hay mucha credulidad en el mundo”.

Nosotros, añade Savater, “para casi todas las cosas de la vida, nos movemos de acuerdo con parámetros científicos, racionales. No creemos en las cosa que no podemos probar ni verificar, solamente en algunos campos podemos aplicar esa creencia en cosas improbables, en el sentido más liberal del término; es decir, es poco factible que estas cosas improbables sean verdad y no hay manera de probarlas, en el caso de que lo sean. Marx hizo célebre la frase que luego se ha repetido hasta el hartazgo: ‘La religión es el opio de los pueblos’. En este momento, ¿la religión está haciendo más bien al mundo que mal o más mal que bien?”.

“Nadie me ha logrado explicar qué es la divinidad”, expresa Savater “cuando he hablado con gente que se dice creyente y le hago dos o tres preguntas sobre Dios, no parece que sepan muy bien definir aquello en lo que creen. Me gustaría, primero, tener definido aquello en lo que tengo que creer, y por qué razones debo creer en ello, antes de creer. No estoy hecho para creer sin razones”.

Sin respuestas

Savater dice que esa anterior pregunta, cuando se la hicieron a Bertrand Rusell, él respondió: “Señor, no nos diste suficientes pruebas”. Por lo tanto, explica el filósofo, “tampoco hay una obligación de creer en algo sin pruebas”.

Para el filósofo el concepto de realidad es muy amplio y lo divide en el que “manejan los físicos, los científicos, que es una realidad, no una gran palabra. Existe la realidad en el campo de la información, de la comunicación, que es muchas veces una realidad virtual. Existen también esas otras realidades, de las cuales muchas veces apartamos la mirada para soslayar que en nuestras sociedades. La realidad es un diamante con muchas facetas y cada uno ve por un lado distinto.

“No, sería malo que en el siglo XXI no pudiera uno decir cosas que los seres humanos han estado diciendo desde el comienzo de la modernidad. Hay gente de alguna manera es inquisidora, siempre ha habido inquisidores. Yo creo que tenemos que vivir en sociedades democráticas, en sociedades abiertas; por lo tanto, lo lógico es que en estas sociedades ya se puedan plantear estos temas de manera abierta, sobre todo cuando la mayoría de las personas, lo diga o no lo haga, tiene muchas dudas respecto de los grandes dogmas establecidos y cuando hay pocas personas que los crean sin ningún tipo de fin, que piensen que esto no es tan seguro como parece”.

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