Con toda la polémica generada en torno a la Ley de Radio y Televisión, indudablemente me vino a la cabeza esta última. En las últimas semanas, este columnista ha sido invitado, a varias ruedas o “press junkets”, mediante las cuales Grupo Televisa busca dar a conocer a amigos, anunciantes, prensa de espectáculos y algún otro curioso una nueva forma de hacer televisión. Estamos hablando, lector querido, de las series que hace dos semanas lanzó el consorcio con el objeto de acaparar nichos de mercado que se encontraban olvidados.
Pero recordemos al “Tigre” Azcárraga, el responsable de hacer programas para una clase muy jo... que de ahí no va a salir. Otros los tiempos. Si bien las dos televisoras continúan la producción de historias rosas donde indudablemente hay un final feliz -lo cual, está probado, confiere al pueblo entretenimiento y deseos de aspiración en grado superlativo y al mismo tiempo le atempera los ánimos- Televisa no ha sido ajena a la forma en que Estados Unidos crea, de forma exitosa, series semanales que en varios casos siguen atrayendo a una audiencia cautiva desde hace ya varias décadas.
No somos voceros de Televisa, ni se trata de aplaudir algo que debe mostrar su efectividad en primera instancia; sencillamente me congratulo de cualquier intento serio de los medios de comunicación por renovarse y ofrecer opciones frente a otros modelos. Las telenovelas, por ejemplo han sido ampliamente criticadas y puestas bajo el escrutinio de especialistas dada su tendencia a la repetición, lo inverosímil y a crear falsos liderazgos. Esperemos que el lógico paso del tiempo traiga como consecuencia un espacio donde impere la calidad, la creatividad y las propuestas.
Sería saludable si nos pudiéramos despojar de esa eterna tirria, aquella añeja desconfianza hacia los medios electrónicos. Atrás deben quedar ideas preconcebidas de que la tele por esencia idiotiza y carcome todo lo bueno que hay en México. La “Suave Patria” de López Velarde no la vamos a encontrar en los canales del espectro, tampoco al demonio en frecuencia análoga; seamos lo suficientemente prácticos para entender que son otros los espacios ideales para diferentes tipos de cultura. La televisión es antes que nada un negocio cuyo fin es el entretenimiento en primera instancia y en segunda, informar y generar opinión pública. Punto y aparte, fuera los romanticismos de Violeta Trigo.
Seguramente ya te diste una vuelta por el canal y habrás notado cambios importantes. Para empezar, algunas de las nuevas series están filmadas, ya sea en alta definición o en formato cinematográfico. La iluminación no es la misma que se utiliza en una telenovela, tampoco el manejo de cámaras ni los ritmos y tiempos del guión. Televisa está echando mano de una lista de profesionales de dentro y fuera de casa. ¿El fin?: rating y más rating. Es una apuesta muy sencilla.
Ya he oído por ahí que cierta serie mantiene semejanzas con su supuesta contraparte estadounidense. Podría ser y no por eso debe descartarse como propuesta: los guiones por lo general guardan paralelismos con otros textos, a veces una gran idea parte de otra. El meollo del asunto, lo complicado está en ofrecer algo que se adapte a nuestra idiosincrasia y forma de concebir la vida, que sea creíble y al mismo tiempo entretenga. En eso andan los “televisos”...
Sería importante destacar que también se ha retomado la figura del héroe urbano. Los comics mexicanos, aquellos que tuvieron su apogeo en la década de los cincuenta, al parecer están de regreso. Una de las series -sale los lunes- retoma al personaje que lucha contra la desigualdad y limpia las calles de la Ciudad de México del hampa y toda la podredumbre a la que por desgracia estamos acostumbrados. Salvados algunos errores de tiempo y continuidad muy entendibles, en un programa de recién estreno, dicha serie contiene fortalezas indudables que la harán un producto atractivo para el consumidor.
Como televidentes tenemos que poner de nuestra parte. Quizá nos saquen de onda los nuevos formatos y la falta de costumbre y la renuencia al cambio, probablemente nublen nuestro juicio, por lo que de ahí la importancia de estar abiertos a la renovación. Digo esto para que ojalá ello se traduzca a todas las instancias de nuestra vida diaria. En fin, ya era hora de un respiro: es responsabilidad toral de cualquier medio de comunicación estar bien atentos a las demandas colectivas y parecía como si a Televisa se le hubiese olvidado lo anterior.