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Requiescatin pace

Gilberto Serna

Es este un tema que debió agotarse en la anterior colaboración si no fuera por que sus primeras declaraciones dan la impresión de que pretenden involucrar al presidente de la República al que parece reprocharle que no intervenga ahora, por debajo de manga, en su favor. La sospechosa actuación del IFE en las pasadas elecciones, da pie para que se piense que ahora se trata de intimidar al mismísimo Felipe Calderón que compitió con los colores del Partido Acción Nacional. Es evidente que sabe mucho de cómo fue el tejemaneje por figurar al frente del organismo electoral cuando se hizo el conteo de votos. Amenaza veladamente con sacar la basura, regándola en la calle, si lo reemplazan. De otra manera no se explica su renuencia a abandonar el puesto. Da la impresión de una señorita que trabaja en un prostíbulo, que monta en santa cólera cuando es amenazada con correrla diciendo que de ahí no sale porque conoce todos los trapicheos de sus clientes y advierte solapadamente que o se queda o se queda, esgrimiendo, entre líneas, que si la sacan del lupanar se sabrá la verdad. Creo sinceramente que nadie ha podido poner una pica en Flandes que agregara un signo de interrogación en el resultado de la elección presidencial, como ahora lo hace el infante Luis Carlos.

Se dice que ha puesto en una encrucijada a este Gobierno pues si se continúa adelante llevándolo a la guillotina para cortarle la cabeza, es aceptar que hubo fraude electoral, en tanto que permitirle que permanezca en su puesto, sin tocarle un solo pelo, es reconocer que se le sostiene en premio a su silencio que indica que tuvo mucho que ver con el fraude; en ambos casos se reconoce que lo hubo. Total es la actitud de Luis Carlos Ugalde la que pone en entredicho la legalidad de la elección con sus arrebatos nada serios. Apenas la semana anterior dijo que, quienes abogan por su salida, se van a llevar entre las patas la independencia y la dignidad del IFE. A menos que se trate de un uso metafórico eso de las patas, de otra manera tendría un significado nada edificante para los partidos políticos, el Congreso y el propio presidente, si atendemos a que las bestias son las que tienen patas. Lo que he oído en tertulias familiares es que sí hubo patas, utilizando el término como sinónimo de equivocarse, que se llevaron al borde del precipicio a ese organismo fueron las del mismo consejero presidente, quien no tuvo empacho en asumir funciones que no le correspondían al anunciar oficialmente que Felipe Calderón había triunfado. Después, negando haber actuado con parcialidad, recibió la embestida del entonces presidente Vicente Fox quien de manera abrupta tácitamente lo desmintió al declarar con gran cinismo que se había desquitado de Andrés Manuel.

Se aduce que se trata de un revanchismo político en el que asoman los ojos oblicuos y turnios de una poderosa líder a quien Ugalde debe su nominación cuando esta decía militar en el PRI, siendo la razón de que ahora se hayan enderezado las baterías en contra de este último. De ser cierto lo anterior no se ha escrito la última pagina de este sainete pues nadie ignora la fuerza y el temple de la profesora. Lo que indicaría que Luis Carlos no está solo, ni será fácil tumbarlo, a menos que se considere que ya hizo su cometido y se le dé un cargo de consolación en alguna dependencia federal. Lo que nadie le niega es que tiene las manos de seda para usar el dos de bastos, pues Andrés Manuel no para en gritar que le robaron la elección, sin embargo no ha podido demostrar que el IFE le hubiera escamoteado el triunfo con buenas o malas artes. Todos especulan que algo sucedió. Hay en el ambiente olores mefíticos que no dejan duda sobre que hay algo descompuesto en la cocina donde se guisaron las elecciones, pero nadie ha podido saber qué es. La parálisis que aqueja a la clase gobernante es una debilidad muscular parecida a la miastenia, en que no puede decirse que todo está bien. Hay focos rojos que el equipo de Calderón no ha podido apagar dentro de su mismo partido.

Lo que se sabe es que el Comité Ejecutivo del Partido de Acción Nacional envió invitaciones para asistir a escuchar el mensaje del presidente fijando como sede de ese evento un lugar que fue apresuradamente despreciado. El equipo de Calderón convocó a que los invitados estuvieran en Palacio Nacional frente al Zócalo de la Ciudad de México, ahí se descargó el mensaje del presidente. Hubo ausencias políticas significativas que le quitaron lucimiento al espectáculo. La radio y la televisión se encargaron de llevar imagen y sonido a los hogares mexicanos cuyos residentes prefirieron, en abultada mayoría, disfrutar el día de asueto en otros divertidos menesteres. El presidente Felipe Calderón rumbo al podium saludó a Luis Carlos Ugalde con un desangelado apretón de manos, en tanto que abrazó calurosamente a los que estaban a sus costados. No podía ser de otra manera. La política de altura se hace a base de gestos. ¿Podríamos dar por bueno el requiescat in pace que los partidos le están epilogando a la figura de quien no rindió buenas cuentas de su encargo?

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