En la foto, un grupo de bomberos trasladan los restos de una de las víctimas del accidente aéreo. (EFE)
Los equipos de rescate seguían trabajando hoy en el escenario del peor accidente de la historia de la aviación brasileña, en el que se teme que hayan muerto casi 200 personas, la gran mayoría carbonizadas.
Por ahora, las autoridades han confirmado el ingreso de 83 cadáveres en el Instituto Médico Legal de Sao Paulo, pero se da casi por seguro que han fallecido los 186 ocupantes del avión, así como un número indeterminado de personas que se encontraban en tierra.
La compañía TAM ha informado de que seis de sus empleados en tierra han sido dados por desaparecidos.
Tres de los fallecidos ya han sido identificados, entre ellos uno de los pasajeros que pudo ser reconocido por familiares, y dos que estaban en tierra, informaron fuentes oficiales.
La labor de identificación de los cuerpos será ardua y penosa, a juzgar por el estado de los cuerpos, y necesitará de exámenes forenses que se apoyen, entre otros, en historiales médicos de las víctimas.
En el lugar del accidente todavía se percibía hoy el humo y un olor penetrante, principalmente a plástico quemado. Los grupos de rescate trabajaban en medio de escombros, hierros retorcidos y calcinados.
La empresa TAM ha divulgado una lista completa de los ocupantes el avión, sobre la que hubo bastante confusión porque inicialmente informó de que había 176 personas, pero después revisó la cifra a 180 y finalmente reconoció que eran 186.
Entre los fallecidos ya confirmados está el diputado Julio Redecker, miembro del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y líder de la minoría opositora en la cámara baja, quien viajó desde Porto Alegre a Sao Paulo para tomar otro vuelo con destino a Estados Unidos.
El embajador de Argentina en Brasilia, Juan Pablo Lohlé, confirmó, por su parte, que otro de los fallecidos es un argentino radicado en Porto Alegre, al que identificó como Alejandro Camozzi.
El accidente ocurrió en el aterrizaje de un Airbus A320 de TAM procedente de Porto Alegre (estado de Rio Grande do Sul), en el aeropuerto de Congohnas, situado en pleno corazón de Sao Paulo.
El aparato tocó la pista de aterrizaje, pero, según testimonios de autoridades y testigos, pasó rasante por la pista más allá del límite, atravesó la barrera de seguridad, sin llegar a tocarla, y se estrelló contra una edificación de TAM Express, filial para transporte de carga de TAM.
Según fuentes oficiales, el avión iba a una velocidad excesiva cuando tocó la pista y pudo haber intentado remontar el vuelo, pero esta circunstancia aún no está confirmada.
La colisión provocó un incendio de grandes proporciones, que no llegó a alcanzar los depósitos de una estación de gasolina adyacente, algo que habría causado un desastre mucho mayor.
La noticia del accidente hizo que familiares de pasajeros se apresuraran a exigir informaciones a TAM, tanto en Porto Alegre como en Sao Paulo, y que se vivieran escenas de dolor, crisis de nervios e impotencia en ambas ciudades.
La compañía puso unidades de atención y ayuda a disposición de los parientes, algunos de los cuales hoy se disponían a tomar un avión para dirigirse a Sao Paulo a reconocer y recuperar los restos de sus seres queridos, mientras otros se congregaban ya en un centro próximo al Instituto Médico Legal, habilitado para recibirles.
Las autoridades han abierto una investigación sobre las causas del accidente y otra para dilucidar si la pista, que fue cerrada por orden de un juez por su inseguridad en días de lluvia y fue sometida a una reforma en el último año, se ajustaba a las normas técnicas y legales de seguridad cuando fue entregada.
La víspera del accidente, otro avión de la compañía Pantanal había derrapado, aunque sin sufrir daños, en la misma pista, que tenía pendiente de finalización unas ranuras que facilitan el drenaje de agua.
El sector de la aviación civil en Brasil vive un crisis que se vio agravada en septiembre pasado a causa de un accidente en el que murieron 154 personas que viajaban en un avión de Gol, que cayó en una zona remota de la Amazonía tras rozar a un aparato ejecutivo.
El accidente motivó la creación de una comisión investigadora parlamentaria con el fin de determinar sus causas y depurar responsabilidades sobre el caos aéreo.
