La pintura fue creada en el epiclásico, entre los años 600 a 900 d.C.
Para brindarle mayor visibilidad, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) retiraron del mural prehispánico La Batalla en Cacaxtla, Tlaxcala, la techedumbre metálica que cubría la obra de 22 metros de longitud.
Los expertos señalaron que la estructura propiciaba la acumulación de tierra a consecuencia del viento, lo que impedía una visión plena de la pintura creada en el epiclásico, entre los años 600 a 900 después de Cristo.
"Las partículas entraban por un extremo, pero ya no salían del otro, quedando depositadas en los cristales y la pintura, por ello se veía un tanto opaca", señaló la restauradora del INAH, Diana Molatore Salviejo.
No obstante indicó que el mural guarda un buen estado de conservación, fundamentalmente de su parte cromática.
La Batalla fue descubierta de manera fortuita a finales de los años 70 y es atribuido a la cultura olmeca-xicalanca. Tiene 22 metros de longitud y muestra la representación de dos grupos de guerreros de las órdenes ave y jaguar.
Sin embargo, Molatore Salviejo aclaró, con base en recientes estudios, que no se trata de una batalla, sino de una ceremonia en la que se han identificado 48 personas, animales y glifos.
"Últimamente el consenso de los investigadores se inclina en que se trata de un acto ritual de sacrificio, que se dio después de terminado el conflicto bélico", explicó.
La arqueóloga precisó que el rito se trataba de una costumbre de origen maya extendida como una "moda" durante la época, la cual consistía en "recuperar la sangre" derramada, "desangrando a su vez a los prisioneros para ofrendársela a los dioses".
El hecho de que La Batalla presente influencias mayas no significa, apuntó, que Cacaxtla haya sido poblada por esta cultura o que hayan venido a pintar el mural, sino que se trató de una moda.
Desde su descubrimiento, la obra fue protegida con un techo metálico. Posteriormente fue reforzada con cristales en ambos costados que con el paso del tiempo propiciaron la acumulación de tierra arrastrada por los fuertes vientos que imperan en la región.
Este martes, después de 30 años, lo expertos del INAH pretenden devolverle su esplendor.