Entre contradicciones sobre las causas de la muerte, autoridades reconocen fallas de vigilancia.
"Si no hubiera llegado la policía, hubiera intentado matarme. Estaba perdido, me había aventado una sobredosis, varias veces me paré en el balcón y ahí se acababa la historia. Había cometido un error pero no sabía cómo ponerle fin a ese infierno que yo mismo construí”.
Este es el relato que hizo el presunto caníbal José Luis Calva Zepeda ante los especialistas de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), en el que ventilaba sus tendencias suicidas.
En su declaración ministerial, el escritor de novelas de terror describió los lapsos de profunda depresión que lo orillaban una y otra vez a pensar en su muerte.
A pesar de que los peritos de la PGJDF advirtieron que tenía fuertes tendencias suicidas y no era apto para los “sistemas convencionales de reclusión”, las autoridades penitenciarias no tomaron las precauciones para resguardar la integridad del homicida de Alejandra Galeana Garabito.
“Se detecta en José Luis Calva fuertes sentimientos de soledad y de frustración llegando a presentar estados depresivos, sobre todo cuando se encuentra presionado o ha sufrido una pérdida, lo que le ha llevado a presentar ideas suicidas, incluso en sus obras aborda constantemente el tema de la muerte”, refiere el dictamen de los sicólogos.
“Sus estados depresivos se ven agudizados... es una persona que le cuesta trabajo enfrentar sus problemas llegando incluso a presentar ideas suicidas como una forma de escapar a su realidad”.
Pese a todas estas advertencias, las autoridades del Reclusorio Oriente no lo aislaron del resto de los presos y no tomaron las precauciones para evitar que atentara contra su vida.
“Criminológicamente José Luis Calva Zepeda no es un buen candidato para las formas tradicionales de tratamientos en prisión”, resaltó la perito Patricia Payán Vidaña.
La madrugada del martes, los custodios lo encontraron muerto en su celda. Según primeros informes de la PGJDF se ahorcó con un cinturón.
Su relato
“Un minuto me desgració la vida. Algún día los libros de José Zepeda se van a vender como pan caliente. Ya tengo los títulos !Tras las rejas! y ¡Justicia o Inocencia!”.
Así pensaba el presunto caníbal que alcanzaría la fama como escritor, aún en prisión”.
Este es un fragmento de la declaración de Calva Zepeda ante el Ministerio Público de lo que pasó el viernes 5 de octubre, cuando mató a Alejandra Galeana Garabito, de los días en que la ocultó en su departamento en la calle Mosqueta, colonia Guerrero, y cómo lo atrapó la policía:
“El viernes tocó a la puerta. Le abro. ‘¿Estás tomando, por qué? Dijiste que le ibas a echar ganas’. Me tomé dos frascos de clonazepam con alcohol del 96. Se alteró y empezó a manotear. La empecé a apretar así. Se desguanza, sucedió lo que jamás quise que sucediera. Estaba muerta".
“Me dio miedo, la dejé en la cama y me fui a la sala, seguí tomando más alcohol hasta embrutecerme.
“Al día siguiente sigo embrutecido. Ya no entraba al cuarto. El cuerpo ya se había inflado, estaba amoratado, pensé en cómo sacarla, bajarla no, en la basura, y dije ‘voy a sacarla en partes’, literalmente la corté.
“Dije ‘qué poca madre, ¿qué estás haciendo? La pierna la metí al refrigerador para que no apestara.
“Me senté en el pasillo, con un cúter me intenté suicidar (muestra la cicatriz a nivel de la muñeca de la mano derecha). Vi que empezó a chorrear la sangre, estaba sentado sangrando, hice una carta donde le pedía perdón a mi familia, me senté y ahí me quedé.
“Se hizo costra y fui por un mezcal, cuando fue la mamá de Alejandra. Le hablé a la señora de los dulces y le pregunté cuántas veces había venido a buscarme y me dijo que ella había regresado con una patrulla. Bajé a la vinatería, compré droga".
“Pasó una patrulla de judiciales, me ven de cerca, me preguntan por Alejandra, me dieron un aventón y yo dije ‘con esto termina mi trauma, mi infierno’. Pasamos al departamento, la peste se sentía.
“Veo la ventana, pego un brinco, voy por la orilla de la ventana, me aventé de frente hacia la banqueta, me levanté y me aventó un carro”.
Hasta aquí parte de su relato. La madrugada del 8 de octubre Calva Zepeda fue detenido e ingresado con una lesión craneoencefálica al Hospital de la Cruz Roja.
El relato, lo efectuó días más tarde en la cama 342 del Hospital Xoco.