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Revelan operaciones encubiertas de FBI y DEA

El Universal

Agentes encubiertos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y de la Agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) se mueven entre el mundo del narcotráfico con permisos de los departamentos de Justicia y en colaboración con las autoridades mexicanas, pero en otros casos, sin reportarles a éstas.

Un oficial de alto nivel de la jefatura de la DEA en Washington, que no puede ser identificado por participar en indagatorias en curso, aseguró que cuando no se informa al Gobierno mexicano sobre este tipo de oficiales es porque éstos tienen que cruzar de manera imprevista hacia este país para involucrarse con la gente de los cárteles a fin de adaptarse a los cambios y evitar ser identificados o morir.

Amado Carrillo “El Señor de los Cielos”, Rafael Caro Quintero, Joaquín “El Chapo” Guzmán, al igual que el resto de los capos del narcotráfico tuvieron o tienen en sus filas a agentes infiltrados, que pasan inadvertidos hasta que algunos de los miembros de los cárteles llegan a ser detenidos y en algunos casos, juzgados en Estados Unidos.

Samuel Martínez fue uno de los oficiales del FBI asignado a la jefatura de la DEA, para investigar sobre narcotráfico que fue enviado a México para investigar, entre otros temas, el asesinato del agente estadounidense de la DEA Enrique Camarena Salazar, del Cártel de Guadalajara, encabezado por el capo Rafael Caro Quintero.

“Lo que hacemos tiene que estar aprobado por el Departamento de Estado, por el Departamento de Justicia y también por las agencias. En la mayoría de los casos, conseguimos permiso de alguien del Gobierno extranjero. Hay muy pocos casos que no les avisamos al Gobierno extranjero, que estamos trabajando encubiertos”, explica en entrevista, el agente Martínez.

Los narcotraficantes con los que compartía su vida diaria le tenían fe, tanta, que confiaban más en él que en el resto de su propia organización y a pesar de todas las pruebas que le pusieron, nunca pudieron comprobar que Samuel Martínez era un agente del Buró Federal de Investigaciones (FBI) infiltrado en las redes de los cárteles de la droga.

Con 26 años de experiencia como agente encubierto, Samuel Martínez afirma que su trabajo implicaba llevar una doble vida y para evitar que lo encontraran mintiendo, siempre decía la verdad: que era casado, con hijos, pero nunca mencionaba detalles.

Infiltrado en el narcotráfico, Martínez lo mismo simuló ser un acaudalado hombre que tenía a su cargo un grupo de narcotraficantes, un chofer de un narcotraficante o mostrarse como un simple comprador de cocaína.

De origen latino, hablando español y con facilidad para adaptarse a cada nuevo caso, tanto Martínez como la DEA sabían que eso representaba una ventaja, porque la droga provenía de Colombia y México, por lo que los narcotraficantes pensaban que Martínez tenía contactos para traficar en el norte.

“Hay narcotraficantes de diferentes caracteres, unos son buenos amigos, otros sospechan de todo, otros mandones, pero la mayoría mujeriegos, por eso uno es cuidadoso y aprende a rechazar amablemente a mujeres que le ofrecen a uno”, explica.

Por su trabajo como agente encubierto, Martínez logró que las agencias estadounidenses detuvieran a miembros de cárteles de Colombia y México y sobre el estrado en Cortes de Estados Unidos, el agente testificó en contra de los narcotraficantes y ahora ellos están en la cárcel.

Por ello, Martínez mantiene confidencialidad en los casos que participó, especialmente por razones de seguridad ahora que él es jubilado.

“Ningún extranjero tiene derechos o poderes en el país donde opera como encubierto, trabaja con carnet diplomático, que no es una licencia para violar las leyes. Un diplomático puede convertirse en una persona non grata”, detalla.

En las investigaciones que realizó sobre el asesinato del agente Camarena, Martínez encontró que en Guadalajara, Jalisco, muchos ciudadanos estadounidenses fueron asesinados por los narcotraficantes porque los confundían con agentes encubiertos.

“Al principio no hubo cooperación, pero ya que estábamos encontrando información y teníamos parte de la evidencia, el Gobierno de México decidió cooperar con nosotros”, recuerda.

Para Martínez, el narcotráfico ha evolucionado, pero también el Gobierno de México y los avances que hay son importantes. Y quedan por delante retos para las autoridades en contra del narcotráfico, opina.

“Bueno, lo más difícil es cómo escucharlos. Ahora hay más técnica que antes, pero a la misma vez, los narcotraficantes son más inteligentes y saben por ejemplo moverse, hablar con varios teléfonos celulares y entonces es muy difícil localizarlos”, señala, por su parte, Paul Magallanes, un agente retirado del FBI, quien también laboró como encubierto en investigaciones sobre narcotráfico.

Magallanes explica en entrevista que es muy difícil espiar a los narcotraficantes ahora, porque conocen de técnicas y para una sola conversación utilizan diferentes teléfonos celulares.

“Cuando hay intervención de un teléfono, hay que obtener una orden de una Corte, pero para un solo número de teléfono, entonces cuando cambian de teléfono se tiene que obtener otra orden de la Corte y entonces es como un juego y los narcotraficantes saben eso. Antes no era tan difícil, porque antes no había celulares sólo había teléfonos fijos”, comenta.

Magallanes trabajó en varios casos, pero uno de los más exitosos se dio cuando haciéndose pasar por un acaudalado hombre de negocios, logró detener a parte de la estructura del Cártel de Medellín, por operaciones de “lavado” de dinero.

Para Paul Magallanes, los narcotraficantes han aprendido de sus errores y ahora el trabajo es más peligroso para un agente encubierto.

“Antes los narcotraficantes eran más brutos, más violentos que ahora. Ahora se trata de Internet, ahora se trata de hablar por celulares, de todo digital. Pero el trabajo de encubierto siempre será necesario, aunque es muy peligroso, por la razón de que todo lo que se dice siempre es mentira. Pero un agente que trabaja bien de encubierto, se puede ganar un Oscar porque es un actor”, apunta.

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