Este poderoso conductor de electricidad es que tiene facultades para aliviar ciertos padecimientos e incluso restañar las huellas del paso del tiempo. (Archivo)
El cobre es un metal sorprendente. Se usa en numerosas industrias, puede decirse que se mete hasta la cocina y no hay casa a la que no entre. Pero lo deslumbrante de este poderoso conductor de electricidad es que tiene facultades para aliviar ciertos padecimientos e incluso restañar las huellas del paso del tiempo.
La historia no es de ciencia-ficción. El bioquímico israelí Gadi Borklow desarrolló una tela con hilos de cobre que mejora la calidad de la piel y disminuye las arrugas. La tecnología la enriqueció en la empresa estadounidense Cupron, con lo cual ha sido posible emplear el cobre mediante nuevas formas.
La tecnología se basa en el desarrollo de métodos para vincular un componente del óxido de cobre con otros compuestos metálicos sobre una amplia gama de fibras como textiles, telas no tejidas, papel, látex y otros polímeros.
Esto, dice Borklow, "no implica métodos complicados o arriesgados desde la fabricación, y lo mejor de todo es la durabilidad de los productos, que resisten hasta los más agresivos procesos de lavado".
El cobre detiene la oxidación, defiende al cuerpo contra los radicales libres impidiendo la destrucción celular. Al ser parte de la fabricación del tejido conectivo, es fundamental en la formación del colágeno y por ende de huesos fuertes y pieles saludables.
Borklow asegura que muchas marcas de productos cosméticos han reconocido las bondades del cobre y han decidido incorporarlas en sus tratamientos de belleza, aunque los investigadores advierten que sólo el consumo de alimentos ricos en cobre genera óptimos resultados.
