La Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum, emprenderá este domingo el reto de participar en unas elecciones de las que quisiera trascender a la historia de Guatemala como la primera mujer e indígena en ejercer Presidencia.
Pese a las nulas posibilidades que le conceden las encuestas, la galardonada se empeña en alcanzar el triunfo electoral y reivindicar su condición histórica de primera mujer indígena en presidir Guatemala y encabezar un gobierno "por las causas sociales".
La defensora de los derechos humanos es candidata presidencial de Encuentro por Guatemala (EG-centroizquierda), un partido formado este año con apoyo de organizaciones indígenas seguidoras de Menchú Tum, quien incursiona por primera vez en la política local.
De acuerdo con observadores, la relevancia internacional ganada por Menchú Tum, de 48 años de edad, ha sido insuficiente para calar en la política doméstica y al parecer fallará en su primer intento por alcanzar la presidencia de la República.
El reto de llegar al poder por medio del voto no parece insalvable para una mujer que sufrió persecución, atentados, amenazas y exilio durante la pasada guerra interna que de 1960 a 1996 causó 200 mil muertos y desaparecidos, según informes oficiales internacionales.
La ahora candidata presidencial es una maya indígena que pertenece a la etnia Kiché, una de las 23 que habitan en Guatemala y que padecen los mismos problemas de pobreza y exclusión social, política y económica.
Nació el 9 de enero de 1959 en la aldea Laj Chimel, municipio de San Miguel Uspantán, occidental departamento de Quiché, cuya población indígena además de sufrir la ancestral miseria y abandono, estuvo sometida por décadas a la violencia del conflicto armado.
La zona, al igual que el resto de regiones del país de mayoría indígena, fue blanco de los ataques del ejército que acusaba a las comunidades de colaborar con la guerrilla y que con frecuencia consumó matanzas de vecinos.
La Comisión para el Esclarecimiento Histórico, una entidad de Naciones Unidas que investigó las atrocidades del pasado conflicto, responsabilizó al ejército de 626 matanzas contra comunidades indígenas, instrumentadas como parte de la lucha contrainsurgente.
El padre, la madre y dos hermanos de Menchú Tum murieron a manos de soldados o agentes de seguridad del Estado en una de las épocas más duras de la guerra interna entre 1978 y 1983.
En enero de 1980, un grupo de campesinos de Quiché, encabezados por Vicente Menchú, padre de Rigoberta, ingresó a la Embajada de España e intentó una toma pacífica para denunciar ante el mundo la represión de que era víctima la población a manos del ejército.
Las fuerzas de seguridad asaltaron la sede diplomática para desalojar a los campesinos, pero se desató un incendio en el que murieron 36 personas, incluidos diplomáticos españoles y Vicente Menchú.
Guatemala y España rompieron relaciones por este caso.
La dirigente se refugió en México en 1981 y desde el extranjero continuó sus denuncias del genocidio en Guatemala cometido por los militares y encabezó campañas en defensa de los derechos de los pueblos indígenas.
Menchú Tum, de parte de los rebeldes, impulsó las negociaciones para finalizar el conflicto armado interno, lo cual se oficializó el 29 de diciembre de 1999 con la firma de un acuerdo de paz "firme y duradera" entre el gobierno y la guerrilla de Guatemala, avalado por las Naciones Unidas.
De carácter firme, asegura no temerle a nada, y sus compañeros de lucha por la defensa de los derechos humanos consideraron temeraria su decisión de demandar ante la justicia española al general retirado Efraín Ríos Montt, ex gobernante de facto (1982-1983).
La dirigente demandó ante la Audiencia Nacional de España por genocidio y terrorismo de Estado al ex dictador Ríos Montt, hombre fuerte en el gobierno del presidente Alfonso Portillo (2000-2004)- y a otros siete ex mandatarios, ex militares y ex funcionarios.
La activista indígena y la guatemalteca más reconocida en el extranjero en la actualidad, cuenta con 22 doctorados honoris causa concedidos en Guatemala y en el extranjero. Está casada con Angel Canil, con quien tiene un hijo de 12 años.
Asegura que no posee grandes bienes y que su mayor tesoro lo constituye el Premio Nobel, representado por una medalla y un pergamino que guarda desde que los recibió, en las ruinas del Templo Mayor, centro de la ciudad de México.
Por la pobreza que la acompañó hasta la edad adulta, misma suerte que sufren la mayoría de los indígenas guatemaltecos, en especial las mujeres, Menchú Tum fue analfabeta y aprendió a leer y escribir al amparo de una entidad religiosa católica.
No ha perdido la sencillez, según allegados, aunque ahora goza del reconocimiento y cuenta entre sus amigos a líderes mundiales de la política, el arte, la cultura, el espectáculo, como el Dalai Lama, el ex presidente francés Jacques Chirac y el tenor Luciano Pavarotti, recién fallecido.
Confiesa que, como una mujer cumplida con sus metas y compromisos, dejó el cigarrillo luego de fumar por más de una década en su juventud y el "traguito", el cual "saboreaba" hasta hace dos años.
Admite que es una "aficionada" en política, pero argumenta ante sus detractores ladinos -no indígenas-, quienes le reclaman su falta de experiencia para gobernar, que ellos han ejercido el poder por 200 años y si lo hubieran hecho bien "yo sobraría aquí" (en la lucha electoral por la Presidencia).
Como "nueva" en la política local y por su condición de mujer e indígena en un país considerado por muchos como machista, Menchú Tum reconoce las dificultades de su candidatura, pero reitera su determinación por encabezar un gobierno que procure el bienestar de los guatemaltecos.
El presidente Oscar Berger, cuyo mandato finalizará el próximo 14 de enero, nombró a la Premio Nobel como Embajadora de Buena Voluntad para los Acuerdos de Paz de Guatemala.
La colaboración de Menchú Tum con el actual gobierno la obligó a someterse al desgaste de una administración que no ha cumplido las expectativas de la población, lo cual le restó apoyo de los indígenas y de otros sectores de la sociedad, opinan analistas.