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Ripken Jr. y Gwynn ya son inmortales

Cal Ripken Jr. y Tony Gwynn muestran sus placas como nuevos miembros del Salón de la Fama de Cooperstown. (Fotografía de AP)

Cal Ripken Jr. y Tony Gwynn muestran sus placas como nuevos miembros del Salón de la Fama de Cooperstown. (Fotografía de AP)

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COOPERSTOWN, NY.- Cal Ripken Jr. y Tony Gwynn ocuparon sus lugares en el santuario del beisbol, felicitados tanto por sus carreras dignas del Salón de la Fama como por su conducta fuera del campo. El comisionado Bud Selig y una multitud enorme vino a aplaudir a los homenajeados y a lo mejor de este deporte.

A un continente de distancia se desarrolló una escena distinta. Barry Bonds no pudo empatar el récord de cuadrangulares, un esfuerzo contaminado por su carácter brusco y una investigación por consumo de esteroides. Ripken y Gwynn intuyeron ese contrapunto conmovedor el día de su ingreso. “Este día no deberíamos hablar solamente sobre nosotros”, dijo Ripken. “Deberíamos festejar todo lo mejor que ha sido el beisbol y todo lo mejor que puede ser. Es un símbolo vivo, popular. Les guste o no, como jugadores de las grandes ligas, somos modelos”, dijo. “Se trata de saber si será positivo o negativo”.

Gwynn expresó un sentimiento parecido. “Creo que los aficionados se sentían cómodos con nosotros, podían confiar en nosotros y cómo jugábamos, sobre todo en esta era de negativismo”, dijo. “Creo que eso está más allá de toda duda. Cuando firmas tu nombre en la línea punteada, eso es algo más que jugar al beisbol”, añadió. “Tienes que ser responsable y tomar decisiones y mostrar a la gente cómo se deben hacer las cosas”.

Unos 75 mil aficionados, muchos de los cuales llegaron en autobuses desde Maryland, atestaron el enorme campo frente al podio, transformándolo en un mar de negro, naranja y café. Ripken pasó toda su carrera en Baltimore, donde jugó 2,632 partidos consecutivos, superando el récord de Lou Gehrig de 2,130. Entre los 53 miembros del Salón de la Fama en el estrado detrás de Ripken estaban los ex Orioles Brooks Robinson, Frank Robinson, Earl Weaver, Eddie Murray y Jim Palmer.

Ello solamente hizo que Ripken, cuyo padre entrenó a los Orioles, luchara con la emoción durante la mayor parte del discurso. “Por encima de todo, doy gracias por mi familia. Imaginen que tanta suerte tengo por haberme podido dirigir al hombre cuya memoria venero hasta la actualidad de tantas formas, maestro, entrenador, manager y, especialmente, papá. Él fue para mí, y para muchos otros, un ejemplo sobre cómo jugar y participarse para el juego de la forma correcta: la de Cal padre.

“Y junto a él siempre estuvo mi madre, quien hasta ahora sirve como un ejemplo de devoción para la familia y la comunidad, así como de humildad, integridad y amor. Mamá, es difícil encontrar las palabras para expresar cuánto te amo también yo”.

Ripken entonces empezó a llorar, haciendo una pausa al empezar a darle las gracias a su esposa Kelly. “Ella no sabía nada de beisbol o acerca de mí cuando nos conocimos”, dijo Ripken. Al hablar, sacó una rosa blanca de su saco, al igual que su hijo Ryan, y se la entregaron a su madre. La familia de Gwynn también fue importante para él. Su hija, Anisha, cantó los himnos nacionales de Canadá y Estados Unidos al inicio del evento.

Aunque siempre ha mantenido el control en el terreno de juego, Gwynn estaba muy nervioso durante su discurso. Sin embargo, no le tomó mucho tiempo concentrarse en el momento en que cambió su vida: el seis de julio de 1981, cuando conoció a su esposa, Alicia. “Desde entonces, mi vida mejoró. Ella me dejó jugar beisbol y se dedicó a los niños. Mi esposa me permitió buscar mis sueños”, dijo Gwynn.

Ella también fue un factor determinante en su éxito deportivo. “En junio de 1983, me lastimé la muñeca y le telefonee a mi esposa para pedirle que apretara el botón de grabar (en su videocasetera)”, dijo. “Afortunadamente para mi, mi esposa aceptó. Desde que regresé de ese viaje, hasta cuando me retiré, he creído fervorosamente en el vídeo. Yo no estaría aquí sin el video. De pronto, se me abrió una nueva perspectiva porque aprendí que en este nivel es necesario saber lo que haces cuando te encuentras en la caja de bateo”, dijo. Gwynn terminó con 3,141 hits y ganó ocho campeonatos de bateo de la Liga Nacional en una carrera de 20 años con los Padres de San Diego. Aunque conectó 3,184 hits, incluyendo 431 jonrones, y fue un dos veces jugados más valioso de la Liga Americana, y 19 veces estelar, Ripken siempre será conocido por su constancia.

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