Arturo Ripstein aún no define cuál será su próximo proyecto cinematográfico. (Fotografía de Sergio Reyes)
Arturo Ripstein ‘echa un vistazo’ por el actual cine mexicano y de paso habla de sus colegas
TORREÓN, COAH.- Puede ser amado u odiado, pero jamás ignorado como se refieren a él sus críticos y comentaristas.
Ripstein sin duda alguna es un director polémico con una trayectoria que a lo largo de 42 años, lo han convertido en un referente obligado del cine contemporáneo con clásicos como Profundo Carmesí, El Castillo de la Pureza y La Seducción; además de ser hijo de un productor de cine y alumno del genio aragonés, Luis Buñuel.
El maestro Arturo Ripstein debutó desde muy temprana edad, 21 años, en la escena cinematográfica de México con Tiempo de Morir, la película con la que se lanzó como director de cine y en donde trabajó de la mano con personajes de la talla de Carlos Fuentes, Alex Phillips y el mismo García Márquez y que ya es considerada como uno de los clásicos del cine contemporáneo.
El viernes y sábado estuvo en la ciudad compartiendo anécdotas con los laguneros pero también se dio tiempo de charlar para los lectores de El Siglo de Torreón para quienes habló de todo un poco, desde sus sus percepciones sobre la actualidad del cine mexicano, sus 42 años de trabajo y hasta de Diego Luna y Gael García.
Algo que caracteriza su cine, ese calificativo que algunos llaman sombrío y depresivo utilizado a través del plano secuencial, dio pie para lo que alguna vez usted llamo “el lado oscuro del hombre”, ¿a qué se refería con el término?
-Todo el mundo tiene un lado oculto y secreto, el lado oscuro no necesariamente tiene que ver con algo macabro o tenebroso, que por asimilaridad de vocablo podría parecer... uno vive con una verdad, una mentira y unos secretos, todas estas cosas y la dualidad es la opción de ser el lado oscuro y entonces es el que a mí me gusta. El que es más frágil, el que es más vulnerable es mucho más interesante, me gustan los personajes con facetas, me interesan más.
Luis Buñuel, el genio aragonés, fue su maestro. ¿Qué recuerda de él, qué conserva de Buñuel al momento de filmar, al momento de trabajar?
-Conservo su mirada de cercanía con el trabajo, cómo debe establecerse la relación entre la película y su realización, no técnicamente sino éticamente; las enseñanzas de Buñuel eran fundamentalmente morales, no técnicas... esas las aprendí con otros directores. A pesar de que Buñuel decía que no interesaba ese aspecto, era falso, era enormemente cuidadoso con la técnica... con Buñuel aprendí la relación ética con el trabajo, la cercanía con el trabajo pretendería una opción de no traicionarse demasiado, no es muy posible, pero por lo menos la tiene uno en la cabeza.
Los críticos hablan de su irreverencia y dicen que usted ha hecho un cine sin pensar en la mercadotecnia, ¿qué hay de cierto en esa apreciación?
-No pensar en la mercadotecnia es falso, siempre he pretendido que mis películas las vea el público, siempre he pretendido hacer películas con una cierta coherencia que sean comprensibles y que se les entienda; que no haya habido una respuesta pues ya sale de mis opciones, que el interés y los gustos del público anden por otros lados es muy posible.
Lo que no he hecho nunca es darles lo que quieren, primero que nada porque no saben lo que quieren y yo tampoco, entonces lo que hago es lo que a mí me gusta, lo que me importa y por eso siempre he creído - en vano- que si a mí me gusta a todo el mundo le va a gustar, pero no necesariamente es así, nunca me he humillado ante el público diciendo “es lo que le va a gustar y es lo que voy hacer”, más bien he intentado no hacer cine para el publico, sino público para el cine.
¿Y cuál ha sido esa película que más ha disfrutado filmar?
-Bueno, pues se disfrutan filmar realmente todas, del montonal de cosas que he hecho verdaderamente muy pocas son las que no he disfrutado filmar; todas las he intentado hacer como si fueran no solamente la última sino la mejor. Nunca he hecho una película donde escamotee en mi trabajo, siempre en la mejores y las peores, en la mejores instancias y en las peores circunstancias y en las más adversas, he intentado hacer la mejor película posible, salen alguna y otras no pero siempre lo intenté.
¿Qué obra literaria le gustaría llevar al cine a Arturo Ripstein?
-Muchas, me gustaría filmar algún cuento de Rulfo, no la novela; me gustaría llevar al cine alguna novelita de Faulkner, “Absalom, Absalom”. Me hubiera gustado mucho en algún momento filmar algo de Onetti, “El Astillero” probablemente. A mí la literatura siempre me ha gustado mucho y siempre me ha inspirado enormemente.
¿Literatura y cine caminan de la mano para usted?
-Ocasionalmente sí, vaya, uno coge una novela y la primera obligación es pues traicionar al autor por que uno se apropia de la novela y se hace cuando se puede; inspira muchas cosas. La literatura de mediados del siglo XX para acá está muy influenciada por el cine.
Si no hubiera cine no hubiese habido Vargas Llosa por ejemplo que es muy cinematográfico en su literatura, la manera en que monta y huye de las cosas , entonces van de la mano de cierta manera. Uno coge una novela porque te inspira y otro coge una nota periodística, la haces tuya y la traduces al cine, además no la agredes demasiado por que la novela sigue existiendo, no cuando la hagas película va a desaparecer, siempre está la opción de que el espectador diga cuál le gustó más.
¿Hay una identidad latinoamericana en el cine, sobre el fenómeno social, político, económico o como una identidad cultural del ser latinoamericano?
-¿Usted cree que tengamos una identidad cultural como continente? no hay nada más diverso que un argentino y un colombiano, se parece más el colombiano a un francés. En el cine para nada hay una identidad, tampoco creo que haya una identidad cultural; yo no sé, vaya si Latinoamérica existe, si no es más que una etiqueta para degradarnos, para meternos en un sólo saco... no sé si exista como concepto, tengo muchas dudas al respecto.
¿Qué directores latinoamericanos le gustan o le parece que realicen un buen trabajo?
-Glauber Rocha por una película que se me hace así como muy puntual, muy linda; pero la que me salta para empezar es Dios y el Diablo en la Tierra del Sol. Es de lo más lindo que se ha hecho en América Latina o quizás lo mejor.
¿Se puede hacer un buen cine de arte o cine alternativo por ejemplo, que a la vez sea cine comercial?
-Es muy difícil, cada vez es más difícil hacer cine comercial salvo el cine comercial; hay unas dos vertientes muy claras, por un lado están las películas que pretenden ser comerciales, muchísimas de las cuales se parecen mucho a Hollywood en los patrones o en el antecedente, y por otro lado están las películas con una cierta ambición que se van por otro camino sin duda; son líneas asintóticas prácticamente, no se tocan nunca.
Entonces hay un nicho y un público para estas películas “raras” aunque no lo sean, que no son las que cumplen con las necesidades de un público mayoritario, y las diferencias son abismales.
Y la tecnología sumada a los medios de comunicación masivos, como por ejemplo la Internet, ¿no cree que sean una ventana que salve este cine?
-No sé si lo salven, pero sí es indudable que le darán la oportunidad de que tenga una existencia. Hay que buscarle para sacar las cositas que uno tiene en el corazón y echarlas al mundo. Hay ya medios alternativos, las salas con pantalla ya no serán los lugares predilectos, será la Internet, el youtobe, muchos más medios, porque si hay un público para este cine aun que sea pequeño.
El cine que yo conocía, el que yo hacía, en el que yo me metí ya se murió; cuando dijeron que en el año 2000 Nostradamus pronosticaba el fin del mundo, tenían razón: el mundo al que yo pertenecía se acabó, como decía Eliot no con una explosión sino con un suspiro, “yo ya soy extra-mundo”, antes era un cineasta de periférico, ahora soy un cineasta de la periferia.
Usted filmó La Seducción, en 1980, y más recientemente rodó La Virgen de la Lujuria en 2002. ¿Hay alguna relación secuencial en esos dos filmes que se parecen en la trama?
-Sí claro; la relación es que podrían haber sido mejores ambas, esa es la relación básica, bueno la relación en el sentido del poder frente a los otros por medio únicamente de sus armas íntimas, en lo que de pronto ocurre que hay una obsesión hacia un cuerpo, es la instancia en la que se parecen, nunca lo había pensado ¿he?, nunca las he vuelto ver ninguna de las dos películas por fortuna.
¿Cómo ve el nuevo cine mexicano?
-Interesante, los dos o tres autores que van a llevar el estandarte son Reygadas, Vargas, Ortiz, Sisniega; el cine mexicano como acontecimiento ya no será doble, lo que habrá serán algunas obras de algunos autores que es lo que va a destacar, porque ya no hay un cine mexicano como tal, es cine mexicano porque se hace aquí pero ya como una noción de lo que está ocurriendo no lo hay, y habrá algunas obras de algunos autores y esto es lo que puede rescatarnos de la ignominia total.
¿Cómo ve el trabajo en el exterior de los directores de esta ola que conformaron, Iñárritu, Del Toro y Cuarón?
-Pues como están en el exterior, el que se va para Estados Unidos se lo merece, a mí no me interesa su trabajo particularmente; digo, Cuarón me gustó muchísimo con una que se llama Hijos del Hombre, lo demás no está dentro de mi esfera de gustos. Del Toro tampoco porque a mí nunca me han gustado los comics, no es mi cuerda; ni la pequeña Lulú, ni Supermán, ni los intelectuales franceses o alemanes que son oscuros, siempre me han parecido absolutamente planos.
Iñárritu es el más afortunado de todos, a ver qué sigue con su carrera. Son gente con un talento indiscutible y una gran fortuna y han sabido colocarse muy bien, pero no hacen cine mexicano que es una gran confusión que se ha presentado ahora, hacen cine gringo, pero no mexicano.
¿Y cómo ve el trabajo de dirección cinematográfica de los actores jóvenes, Gael García y Diego Luna?
-Yo no he visto ninguna de las dos películas todavía, entonces no puedo insultarlos todavía, tendría que esperarme a verlas.
Hay quienes creen que el cine debe tener un compromiso social y quienes creen que es meramente entretenimiento, ¿usted qué piensa?
-En el mejor de los casos es arte, que es inútil, no tiene fundamentos sociales ni las pretende ni es mero entretenimiento; es todas esas cosas pero ninguna.
¿Qué veremos próximamente de Arturo Ripstein en la pantalla grande?
-Quién sabe, tengo un par de proyectos por ahí que están más o menos cocinándose, a ver cuál sale, cuál coge vuelo o respira; el que respire es el que hago.
Comparte su experiencia con los laguneros
Con el auditorio del Museo Arocena completamente lleno, y dentro del Festival Artístico Coahuila 2007 que promueve el Icocult, el director de cine Arturo Ripstein compartió con el publico de la Comarca Lagunera su experiencia de 42 años de trabajo cinematográfico en México y el exterior, que hoy lo ratifican como uno de los grandes del séptimo arte en Latinoamérica.
De la manera más amena el genio del cine mexicano aclaró que no iba a dar una conferencia y se dedicó por más de una hora a contestar de manera íntima las inquietudes que los asistentes le plantearon acerca de su obra y la actualidad del cine mexicano.
Con el sarcasmo propio que siempre lo ha caracterizado, el director mantuvo la atención de los asistentes que levantaba la mano frecuentemente para realizarle alguna pregunta; recuerdos de películas pasadas, carcajadas por los chistes del cineasta y la satisfacción de la presencia de un personaje que con una gran amabilidad y simpatía se ganó el corazón de la gente de La Comarca.
Al término de la charla, Ripsten se tomó fotos con los asistentes que hicieron fila para llevarse un recuerdo del que muchos consideran el mejor director de cine en México.
Algunas de sus películas
La carrera de Ripstein está cargada de éxitos cinematográficos.
-La Virgen de la Lujuria (2002).
-Profundo Carmesí (1996).
-Mentiras Piadosas (1988).
-La Seducción (1980)
-El Lugar sin Límites (1977)
-Premios. En 1997 obtuvo el Premio Nacional de Artes, el segundo cineasta tras Buñuel en conseguirlo.