LA EXHUMACIÓN DE LOS RESTOS DE ZULOAGA
El jueves 21 de agosto de 2003, fui requerido por el titular de la Dirección de Cultura Municipal de Torreón, señor Alberto González Domene para que me presentase en su oficina con el objeto de hacerme algunos comentarios sobre las diligencias y resultados de la exhumación de los restos de Leonardo Zuloaga, que se llevaron a cabo los días 19 y 20 anteriores, que como vuelvo a repetir yo únicamente estuve presente el primer día de los tres que comprendieron dichas diligencias. En la reunión estuvieron presentes además de don Alberto sus colaboradores Idoia Leal y Adrián Ramos.
Al principio don Alberto mostró cierto desconcierto respecto a los restos localizados, por la forma como estuvieron enterrados y sobre todo por la presencia de las cenizas de los tres infantes. Sin embargo en lo personal no me sorprendió su comentario sobre lo que se localizó en la tumba examinada ya que para empezar y de acuerdo a las noticias que se tenían sobre el particular, se buscaba la presencia de los restos de tres adultos y eso mismo fue lo que se encontró y los cuales corresponderían a los de un hombre (Leonardo Zuloaga ) y los de dos mujeres (Luisa Ybarra y su madre Isabel Goribar), con el único agregado de los restos de los tres infantes de quienes no se tenían noticias de su existencia. Allí se me comentó además de los pormenores de los trabajos de exhumación a los que me he venido refiriendo por el presente relato. Por otra parte se dijo que los restos y los objetos localizados serían enviados a la Ciudad de México para sus estudios y exámenes y que aproximadamente en un mes estarían de regreso para realizar la ceremonia de reinhumación en el museo del Torreón, el día veintitrés de septiembre, fecha que coincidía con los ciento veinte años de la llegada del ferrocarril a Torreón. Hasta allí lo más sobresaliente de la plática y como complemento en días posteriores le envié un comunicado en forma de ?dictamen histórico? a don Alberto en donde le daba mis puntos de vista sobre los restos exhumados amén de la forma que a mi parecer deberían ser expuestos en el Museo de Torreón.
Ahora bien, los peritos del INAH de la Ciudad de México sometieron los restos encontrados a estrictos estudios para determinar el sexo, edad y estatura de las personas a quienes correspondieron. Para ello se utilizó la metodología apropiada, se tomaron fotografías y radiografías de los cráneos y de los huesos largos, como los húmeros, cubitos, radios, fémures, tibias y peronés, y se determinaron sus medidas métricas, en los laboratorios de rayos X de la dirección de Antropología Física del INAH. Los resultados que arrojaron esos exámenes se podrían resumir en lo siguiente:
Entierro I. (Leonardo Zuloaga Olivares). Los restos correspondieron a un individuo adulto de sexo masculino de aproximadamente 55 a 60 años de edad (Zuloaga murió de 59), Su estatura fue de aproximadamente 1.66 mts. No contaba con ninguna pieza dentaria, las cuales fueron perdidas a muy temprana edad, lo que ocasionaba que su alimentación fuese precaria por no poder masticar y por tanto sufría de anemia. Las costillas 2ª., 3ª., 4ª. y 5ª. del lado izquierdo presentaban rastros de una fractura consolidada, que fue provocada por una caída o golpe lateral. El individuo sufrió durante su infancia problemas de estrés y de nutrición. Ya adulto sufrió de artritis en la región de los codos. Las fotografías y radiografías del cráneo se sobrepusieron y compararon con las fotografías del sujeto en vida y por su exacta concordancia, se le pudiese dar una confiabilidad del 100 por ciento para concluir que dichos restos correspondieron al que en vida llevó el nombre de Leonardo Zuloaga Olivares. A lo anterior agregó en forma personal que Zuloaga se quejó siempre de malestares estomacales, que no están muy distantes de lo afirmado en los exámenes realizados a los restos y su constancia de entierro dice que murió de inflamación en los intestinos.
Entierro II. (Isabel Goribar Arrieta de Ybarra). Los restos correspondieron a un individuo adulto del sexo femenino, de entre 65 y 70 años de edad cuya estatura variaba de entre 1.58 a 1.65 mts.; dicha variación tan marcada se debía a que la persona sufría de una anomalía congénita en su pierna derecha, y sus huesos eran más cortos en comparación a los de la extremidad del lado izquierdo, lo que ocasionaba que al caminar lo hiciera con cierto balanceo, y le causó otras deformaciones colaterales en los huesos del lado derecho. El cráneo resultó ser pequeño y grácil con la frente abombada, carecía de todas sus piezas dentales. Sufrió de anemia y de amibiasis, ocasionados por la falta de alimentación completa debido a la falta de dientes. Que se cayeron por falta de higiene bucal y por alguna infección en las encías. En este caso no se contó con una fotografía de la persona en vida por lo que sólo por las noticias que se tenían respecto a la existencia de los restos en la tumba de Zuloaga se concluyó que fueron los que correspondieron a doña Isabel Goribar Arrieta, madre de doña Luisa y suegra de Zuloaga.
Entierro III. (Luisa Ybarra Goribar de Zuloaga). Los restos pertenecieron a un individuo adulto del sexo femenino, de entre 60 a 80 años (doña Luisa murió de 74 años). El cráneo es largo, bajo y estrecho en muy buen estado de conservación, no conserva ninguna pieza dental, si acaso el segundo molar derecho de su mandíbula inferior. Los dientes probablemente los perdió durante su juventud. Se trataba de una mujer longeva a pesar de sus problemas para masticar por la falta de los dientes. El cráneo también fue sometido a fotografías y radiografías que se sobrepusieron así mismo a la fotografía en vida de la persona que llevó el nombre de Luisa Ybarra Goribar de Zuloaga y los peritos determinaron que dicho cráneo perteneció a dicha persona con una confiabilidad del 95 por ciento. No se recabaron mayores datos porque de doña Luisa sólo se rescató el cráneo, la mandíbula y las dos primeras vértebras cervicales. El motivo de ello lo explicamos en líneas antecedentes.
Como complemento tenemos los entierros de los tres infantes de quienes no se tenían noticias que estuviesen enterrados en la tumba de Zuloaga. Como lo afirmamos en párrafos precedentes y según nuestro muy particular punto de vista, se trató de sobrinos de doña Luisa, porque el matrimonio Zuloaga Ybarra, no pudo procrear hijos. Los restos correspondían en primer lugar a un niño de entre 12 y 15 meses de edad, a quien se le observó en su mandíbula dos caninos a punto de brotar y en su maxilar presentó los dos primeros molares; otro tendría una edad de entre 2.5 y 2.9 años de edad y un tercero se le calculó una edad de entre 12 y 18 meses de nacido, a quien se le apreció en su maxilar los dos primeros molares y en su mandíbula le brotaron tres incisivos, el canino izquierdo, los dos primeros molares y los dos segundos molares. Estos restos se localizaron en el pequeño ataúd, junto con los de doña Isabel Goribar, la suegra de Zuloaga.
Los arqueólogos después de los trabajos de exhumación y del examen y análisis de los restos en cuestión, elaboraron un reporte sobre el trabajo desarrollado y presentaron como complemento una serie de dudas sobre la identidad de los restos localizados y que pertenecieron a Leonardo Zuloaga y sus familiares. Sobre esas dudas haremos algunos comentarios para tratar de darles una adecuada respuesta como cierre del presente escrito. (Continuamos con el cierre?).
Fuentes:
*.-Guerra Eduardo. Torreón su origen y fundadores. 1932.
*.-Jiménez López J.C. y Cervantes Martínez Jorge. Román Jáquez Juana Gabriela.- Leonardo Zuloaga. Una Interpretación Antropofísica. 2005.
*.-Testimonio oral proporcionado por el señor Alberto González Domene, titular de la Dirección Municipal de Cultura en el trienio 2003-2005.
Pie de foto:
Forma como se llegó al interior de la tumba de Zuloaga. Dirección de Municipal de Cultura de Torreón. 2003-2005.
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