En los últimos días del año anterior y los primeros de este se ha estado hablando de salarios, de los que ganan los funcionarios públicos y en general personas encumbradas en los poderes políticos, así como de los que?perciben las personas de a pie, cuya triste referencia es el salario mínimo.
De los primeros se ha precisado que es necesario normar las anárquicas, arbitrarias y altísimas percepciones que se autoasignan los esforzados ?servidores públicos? y personajes de la política, quienes han hecho de esta actividad una de las más redituables en este país (más que en otras naciones desarrolladas); por lo cual muchos mexicanos aspiran fervientemente a ?sacrificarse para servir al país?, dicho sea de paso. Ya le hemos dedicado unas palabras a ello, y sin duda habría cosas que agregar el respecto, ocasión que seguramente se presentará más adelante.
Por ahora es menester dirigir la atención al salario mínimo que recién acaba de entrar en vigor: 50.57 pesos, que significa un aumento de 1.9 pesos. En el sexenio foxista el aumento al salario mínimo fue de 8.3 pesos, que significa un 20 por ciento. Poco hay que añadir a los señalamientos de analistas y representantes laborales consecuentes sobre la injustificación económica, moral y social de esta política salarial.
Este es un tema de escándalo porque viene a reiterar, lo que ya se había anticipado sobre la continuidad de las líneas básicas de esta política económica aparte de las ya celebres disciplinas fiscales y monetarias y la obcecada orientación privatizadora (sin un sentido social), que es la contención salarial que ha deteriorado dramáticamente el nivel de vida del grueso de la población.
Numerosos son los cálculos sobre la pérdida del poder adquisitivo que ha sufrido el salario mínimo desde hace 25 años, y todo apunta a que continuará, como resultado de lo cual el artículo 123 constitucional es no sólo letra muerta, sino bien enterrada desde hace ya mucho tiempo. Ya ni hablamos de la capacidad de dicho salario para adquirir la canasta básica para una familia, sin incluir, vivienda, vestido, educación, salud y esparcimiento.
Tratando de justificar lo injustificable, representantes de los empleadores señalan que razones de empleo e inflación sustentan esta política, sin embargo, ésta lleva más de 20 años, mismos en los que la economía ha visto deteriorarse el nivel de empleo (y convertirse en expulsora de mano de obra); y los episodios de fuerte rebote inflacionario, recuérdese 1994 por dar un ejemplo, no fueron precisamente por peticiones salariales, sino por el mal manejo macroeconómico de los funcionarios que desde antes de ese año y hasta ahora siguen manejándola, e instrumentando la contención salarial.
Qué solamente una pequeña parte de la PEA gana el salario mínimo, es otra falacia que las propias estadísticas del INEGI desmienten.
Hay que agregar que esta contención salarial también ha sido manejada como un factor de competitividad ¿Será por eso que la economía mexicana se encuentra entre los últimos lugares de competitividad a nivel mundial, y quiénes marcan la pauta en este rubro son los países en los que los salarios permiten un nivel de vida digno a sus trabajadores?
Es muy pertinente abundar un poco sobre la cuestión salarial en el contexto de la tan llevada y traída globalización. De acuerdo con la Alianza Global Jus Semper, que aboga por el desarrollo sostenido en el largo plazo vía homologación gradual de salarios (a un nivel digno), con la liberalización y globalización de los mercados, las empresas trasnacionales venden sus productos al mismo precio o a uno similar, tanto en sus países matrices y anfitriones (o a mayores precios, como es el caso de la banca extranjera operando en México); de manera que alcanzan la máxima utilidad cuando el proceso de de generación del bien o servicio en los países del sur va a la par en calidad y eficiencia con las normas utilizadas en sus matrices, pero con un costo laboral notablemente más bajo.
Como resultado de ello, las brechas salariales entre las economías desarrolladas y emergentes continúa ensanchándose, mientras entre Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur desaparecen o se reducen significativamente, entre Singapur, Hong Kong y México se siguen ensanchando. Particularmente, la brecha salarial de nuestro país sigue empeorando, ya que en 2004 exhibió la peor brecha (entre lo que se paga y lo que debería pagarse), de 85% en términos de paridades.
De manera que esta iniciativa busca que para que los trabajadores que están empleados en una misma actividad globalizada perciban el mismo salario a nivel mundial. Sin duda es una manera de hacer efectiva una globalización integral, no sesgada cuya cara es la única que se conoce hasta ahora. Este es uno de los grandes pendientes de la profundización democrática. Hay tareas.
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