Se dio el cerrojazo al torneo mexicano de la Primera División con dos partidos que tuvieron dramatismo y definieron al nuevo campeón, que se llama Pachuca.
Los Tuzos debieron finiquitar el trámite desde el viernes en el Azteca donde fueron inmensamente superiores a su rival e incluso le pegaron un baile que cerca estuvo de convertirse en una goleada histórica, sin embargo, la falta de puntería de Juan Carlos Cacho para atestar el golpe mortal con su tercera anotación de la noche y la imprecisa marcación del árbitro Mauricio Morales al decretar un penal inexistente a favor de las Águilas dejó el escenario listo para el domingo en la Bella Airosa.
Al América nunca se le debe dar por muerto, y lo sucedido en la cancha del “Huracán” así lo demuestra pues luego de un primer tiempo tenso e incluso debajo del potencial al que pueden llegar ambos contendientes, apareció la figura del icono azulcrema Cuauhtémoc Blanco, quien con un soberbio golazo hizo presentir lo peor para el cuadro de Enrique Meza.
Pachuca tuvo en ese momento la virtud que sólo está reservada para los grandes equipos: jamás perdió la serenidad, tomó la pelota y empezó a realizar el futbol que tiene tan bien aprendido y así consiguió la igualada mediante un remate de Cacho que se convirtió en el verdugo de los capitalinos.
Al ver jugar a los Tuzos queda una grata sensación pues no sólo fue el mejor equipo línea por línea en todos los departamentos, sino que estamos en presencia de un cuadro de época. Sólo recordar que hace apenas un año levantaban también la Copa de Campeón y este año ha dado exhibiciones impresionantes de solidez y agallas como esos impresionantes tiempos extras ante Dallas en la semifinal del torneo de Concacaf, y qué decir de las finales jugadas ante Colo Colo en la Sudamericana y ante Chivas en la de nuestra Confederación.
América fue un digno rival pues volvió a mostrar de qué está hecho; coraje, profesionalismo y vergüenza deportiva caracterizaron a este grupo a quien sólo le falló su directiva al reforzarlo tan mal. Las erráticas decisiones tomadas en la oficina de Coapa cobraron factura a la hora de los juegos decisivos ante Santos en Brasil y en la gran final, pues, para decirlo claro, Luis Fernando Tena hizo mucho con un plantel escaso de figuras y talento.
La otra cara de la moneda es Pachuca donde su directiva se ha caracterizado por armar cuadros competitivos con jugadores comprometidos con la institución y que encajan como verdaderos refuerzos, independientemente de lo generoso de su cantera. Mis respetos para la dupla Martínez-Fassi pues han hecho de los Tuzos el equipo del nuevo siglo en el futbol mexicano.
Como detalle de estas tórridas batallas queda la figura insigne de Cuauhtémoc Blanco, quien se va de México como un grande de las canchas; el capitán americanista puso la muestra de cómo se juega este tipo de partidos, y además nos regaló un golazo de esos que solamente un talentoso de nacimiento como él podría obsequiar. Ojalá que su aventura en la MLS sea tan grata como el sabor de boca que dejó en México en toda la afición, incluso en aquellos que no son americanistas.
En fin, tenemos nuevo monarca del futbol mexicano y accede al trono de manera justa. Pese a detalles arbitrales que deslucieron las finales, lo único que me queda por decir es: ¡salve campeón!