San Antonio de Padua, el santo más amado por los musulmanes
Cientos de miles de peregrinos albaneses, católicos y curiosamente también muchos musulmanes, han pedido con palabras, abrazos, besos y rezos a San Antonio, el santo de los milagros, que les aporte salud, amor y dinero.
San Antonio de Padua, llamado en Albania "Shna Ndou", tiene su propia iglesia en la cima de un monte forestado erigido al lado de la ciudad de Laç, al norte de Tirana.
Los peregrinos, llegados en trenes, autobuses, furgonetas y carretas tiradas por caballos desde todas partes de este país balcánico y de sus vecinos Kosovo y Macedonia, siguen a pie el sendero que serpentea hasta la cima y, al cruzarse, se saludan con el tradicional "¡Que os ayude!".
Se trata de la ayuda de San Antonio, un fraile franciscano de origen portugués fallecido el 13 de junio de 1231, día que ahora se ha convertido en su fiesta en el mundo católico.
Para la joven Edlira, que ha velado con sus amigas la noche a la intemperie, "éste es el lugar más sagrado de Albania porque han ocurrido varios milagros".
"Hace 25 años vine aquí y recuperé la vista. Aquella noche vi la luna más bella y brillante de mi vida. Ahora pido al santo que me devuelva el andar porque estoy paralítica", cuenta Dila.
Qamile, oriundo de un pueblo musulmán y quien paradójicamente vive de la cría de cerdos, pide misericordia y salvación.
"La mayoría de los que vienen aquí son musulmanes, sin ningún vínculo con el cristianismo, pero Dios es uno para todos", afirma en declaraciones.
Albania es un país de tres millones de habitantes, de los que un 70 por ciento son musulmanes, un 20 por ciento cristianos ortodoxos y el restante 10 por ciento católicos.
La iglesia de "Shna Ndou" fue una de las primeras destrozadas por el dictador comunista Enver Hoxha, que en el año 1968 convirtió Albania en el primero y hasta ahora único "país ateo" del planeta.
A pesar de la abolición oficial de todo tipo de fe religiosa, la gente seguía visitando su lugar más sagrado y prohibido, escondiéndose de los soldados que vigilaban el monte y de los atracos de los bandidos, muy comunes en esta zona.
En el centro de la plaza, donde se encuentra la modesta iglesia de piedras blancas, está la estatua de bronce de Shna Ndou, cuyos dedos de pies y manos, mejillas, ojos y orejas, antes fríos, se han calentado con millares de besos y caricias humanas.
Rozan contra su cuerpo metálico vestidos y fotos de las personas queridas para extender a ellas la protección del santo, considerado el verdadero Dios de esta zona montañosa.
