Los pepenadores del Basurero no quieren que sus hijos se encuentren en este lugar, por lo peligroso que puede resultar para ellos.
Condiciones de pobreza no les borran el rostro de felicidad a los menores de edad
El Siglo de Durango
El Niño Dios no llegó al Basurero Municipal, pero los pequeños de este lugar con sus caras chorreadas de mugre esperan que los Santos Reyes sí toquen a sus casas humildes y les lleven los regalos que más desean, como lo es una bicicleta así como uniformes para la escuela.
Al llegar al Basurero era fácil encontrar a niños entre los desperdicios, basura y polvo que ensuciaban sus caras y sus ropas. En ocasiones era difícil verlos debido a la polvareda que se hacía al levantar los residuos.
HISTORIAS
Juan López Galindo, un niño de diez años de edad, va en segundo año en la escuela primaria que se localiza en la Luis Echeverría, con su gorro de Santa Claus comenta que no le trajo nada el Niño Dios como a muchos de los infantes que se encontraban ayudándoles a sus padres.
La madre de este pequeño, Juana Galindo, de 28 años de edad, comenta que ellos obtienen lo que toman del Basurero y que eso es lo que tienen como regalo de Navidad, a veces se hace el esfuerzo y se les compra algo pero hoy no.
Aunque Juan no quiso hablar con los representantes de este medio de comunicación, su madre comentó que junto con su esposo ganan cerca de 500 pesos a la semana y con ello deben cubrir la escuela de sus dos hijos y además pagar todos los servicios, así como la renta mensual que es de 700 pesos.
Juana, una joven madre, comenta que todo lo que ellos traen lo sacan del Basurero, ropa, calzado para poder vestir, su hija de sólo ocho años de edad usa pantalones que son más grandes y le arrastran, pero esto no es importante si se es feliz.
Añadió que la alegría para Juan es tener una bicicleta y para su hija una muñeca que anuncian en la televisión.
Pero así como Juan se encuentra la historia de Damaris, Jovana y Nacho, a los dos últimos les trajo un presente pero lo tienen guardado en su casa. Para Damaris, quien junta plástico todos los días, comentó que solamente le regalaron unos lápices para la escuela y que estrenará cuando entre de nuevo.
Todos los niños no saben qué comerán en sus casas para recibir el año nuevo, por lo que a pesar de su condición son felices jugando entre la basura.
